Mi obra había empezado a tomar forma, la música había sido representada con toda su fuerza, los medios de comunicación habían publicado mi foto hasta la saciedad, pero todo estaba siendo mal interpretado, aunque claro hasta no ver el conjunto completo sería inútil explicar nada.
Aquel fin de semana mi chica tenía que revisar varias exposiciones fotográficas para uno de sus clientes, el cual se había interesado últimamente en el "arte real" como decía él. Aunque en realidad, se había enamorado de una jovencita hípster y quería impresionarla cambiando la decoración de su casa. Pero la verdad es que a mí me gustaban las exposiciones de fotografías era interesante ver como cada persona veía el mismo planeta de formas tan diferentes, cómo se representaba el alma con una sola imagen, así que me apunté a acompañarla.
Las dos primeras exposiciones fueron... ¿repulsivas? No ese adjetivo se queda corto. La primera era un fotógrafo novel que iba de divo explicando cada una de sus obras como si la profundidad de cada una de ellas haría cada segundo en este mundo algo magnifico, y la verdad, es que todas eran fotografías de mujeres desnudas o semidesnudas en poses sensuales, las cuales me recordaban más a un pervertido sexual que a algo erótico, era cómo ver una búsqueda en Google dónde metías la palabra porno. La segunda en cambio, era una obra sobre comida, todas las fotografías eran platos, con diferentes filtros y la verdad, ninguno de ellos me dio hambre.
Pero por la tarde, fuimos a una exposición de verdad, de las que tienen el alma del artista reflejada. Era un chico bastante joven, pero la madurez de sus fotografías hacía que te olvidases de la poca experiencia que podía tener. El cuadro que más me impresionó fue el retrato de una mujer anciana al lado de una niña, que podría ser su nieta por el parecido. Era la típica foto en que dos personas sonríen una fingiendo, la otra de verdad. Pero la comparativa de esos rostros me emocionó. La niña tenía la mirada limpia, sin ocultación ninguna, era como un lienzo en el que dibujar, pero la anciana que fingía aquella sonrisa para la cámara, mostraba un agradecimiento sincero con sus ojos, como si supiera algo que los demás no. La edad, las experiencias, toda su vida se veía reflejada en aquella mirada. Era magnífica.
Después de ver la exposición dos veces, una para ver la obra al completo, y otra para decidir qué cuadros eran los mejores para nosotras, estuvimos hablando con el artista. Era un chaval humilde, con toda la ilusión del principio, no buscaba comerse el mundo, sólo quería enseñar su obra, como yo. Cuando la galería cerró nos fuimos con él, su representante, la galerista y varias personas más a cenar a un restaurante que habían cerrado exclusivamente para nosotros. La cena fue bastante agradable, hablamos de nuestro trabajo, de nuestras expectativas, en otras palabras, enseñamos la foto de nuestra vida que queríamos que los demás vieran. Tras los postres y las copas, el representante de nuestro nuevo amigo nos invitó a todos y a todas a su casa para una fiesta "más privada". Mi chica y otras tres personas rechazaron la invitación, yo no quería perder de vista al que podría ser la nueva herramienta para la segunda parte de mi obra, así que acompañé a mi amiga hasta un taxi y quedamos para ver dos exposiciones más al día siguiente. A ella no le gustan nada las orgías, a mí me crean curiosidad y de vez en cuando me gusta participar en alguna, cosa que sé que a mi compañera no le hace mucha gracia, pero no dice nada porque sabe que eso me haría huir.
Al llegar cada uno puso sus límites, yo no puse ninguno, el artista tampoco. Después empezó a correr el alcohol y la cocaína por el salón, y a los diez minutos todos estábamos disfrutando de la compañía de alguien más. En mi caso tenía a una chica rubia preciosa entre mis piernas mientras el artista me embestía con fuerza desde atrás. Mientras él se reponía la chica y yo disfrutábamos de lo que a mí realmente me excitaba, el cuerpo perfecto de una mujer, la sensualidad y el poder sexual inagotable. Aunque al ser tan joven, el muchacho se reponía con sorprendente rapidez y su aguante cada vez iba en aumento. Aquella fiesta duró casi toda la noche, aunque según iban pasando las horas las personas iban desapareciendo de la misma, hasta que sólo quedamos el representante, el artista y yo. Aunque quitarme de en medio al tercero en discordia sería fácil, con el amor que sentía por la cocaína.
Así que en un momento en que mi interesante amigo se marchó al baño de la planta de arriba, una raya mezclada con una de las chucherías que suelo llevar en el bolso dejó a su representante llamando a las puertas del otro lado. Cosa que me estropeó un poco el plan. No quería que ese escenario formase parte de mi obra, así que debía hacerlo con mis propios materiales, en uno de mis pisos.
Cuando salió del baño, pedí a mi acompañante que me llevase a mi casa, que estaba cansada y su amigo demasiado puesto para mi gusto. No dudó ni un segundo, ese chico era insaciable. Antes de subir al piso donde guardaba todos mis juguetes fotográficos la burundanga mezclada en el refresco energético que le ofrecí en el coche, entró en su torrente sanguíneo.
Al llegar al piso le pedí que me ayudase a colocar varios focos por la estancia y una silla en el centro, después tomé varias fotos con mi cámara polaroid. Esas fotos las coloqué frente a mi amigo, ya sentado tranquila y obedientemente en su silla. Y mientras las miraba comencé a preparar mi obra. Lo primero que necesitaba era resaltar la fuente de su don, y que mejor forma que quitarla de la fotografía final. Con mucho cuidado y con la ayuda de una cuchara fui sacándole poco a poco los ojos de sus cuencas, cosa que fue más sencillo de lo que me había imaginado, después corté los músculos rectos con una pequeña tijera lo que hizo que uno de ellos cayera rodando por el suelo. Aquella imagen de su precioso ojo tirado en el suelo fue casi tan perfecta como la final. Después saqué mi antigua cámara de 1865, la cual utilizaba cómo flash, una mezcla de polvo de magnesio y clorato potásico que era tremendamente inflamable y que vertí sobre mi amigo. Él se convertiría en la imagen perfecta siendo el flash de esta, y esa imagen sería tomada por varias cámaras fotográficas que el mismo me había ayudado a colocar por toda la estancia.
Todo estaba preparado, me sentía excitada, era una imagen preciosa, había programado las cámaras para que hicieran una ráfaga corta en el mismo microsegundo, y ya debía empezar la cuenta atrás, encendí la cerilla, y conté, 3, 2, 1.
El sonido de las cámaras era como oír varias máquinas escribiendo un texto a la vez, y las llamas bailando en el cuerpo de amigo sentado en la silla te hipnotizaban. Pero no podía quedarme mucho más tiempo allí, así que recogí las cámaras de fotos en cuanto dejaron de sonar, y comencé a echar el resto de polvo de magnesio desde la cuerda que había dejado atada a la silla ardiendo hasta la salida, y justo en la puerta el fuego encontraría un pequeño charco de gasolina. Con todo ese material inflamable no quedaría casi rastro de mi obra cuando alguien quisiera encontrarlo, no había pensado bien en como dejar que la vieran, eso me enfureció y no me dejó pensar con claridad, pero de repente pensé en la polaroid, podía dejarles una foto preciosa, no la mejor, esa la verían más tarde, con la obra completa, pero podían ver el proceso, e imaginarse el resto tras las pruebas forenses. Así que deje la foto pegada en la puerta del portal y me marche sonriendo.
Mi obra estaba tomando forma, escribirían más de mil palabras sobre mí los días posteriores, pero nada sería superable a mi imagen.
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La Artista
Mystery / ThrillerNo voy a justificar nada, mi arte se explica por sí mismo. Lo único que hago es hacer del mundo un lugar más completo y no porque sea mi misión o porque voces en mi interior me lo digan. El arte surge de almas inquietas y mi alma es así. Así de real...