La academia tenía un sistema de reservación para el campo de entrenamiento especializado, si querías usarlo necesitabas cumplir dos requisitos; ser un alumno de curso avanzado, y registrarte en la lista de espera. Como yo era un caso especial, solo necesitaba cubrir la segunda condición. Una vez registrado, le anuncié a la bestia la fecha del duelo.
Los días pasaban y mi preocupación por el evento era nulo. No iba a cambiar mi rutina por el berrinche de una extraña. Lo que si cambió fue mi actitud cuando ella estaba cerca. A veces la encontraba en los pasillos y por alguna razón me arrojaba una mirada tan feroz que comenzaba a molestarme. ¿Le habré hecho algo a esta chica?
Por fin llegó el día y yo estaba listo para ganar. Como ya había apartado el campo, tenía planeado entrenar allí una vez que el duelo terminara, así que le pedí a la chica venir justo después de clases. No quería perder mucho tiempo.
Ambos nos encontramos en la entrada, tenía consigo una acompañante.
—¿Qué pasa?¿Te dio miedo venir sola?
—No. Es una amiga, le pedí armar el circuito. Así no sabremos lo que debemos hacer, y nos aseguramos de no sacar ventaja del otro. También será el árbitro.
—Bien, no importa.
—Por cierto, ¿no eres tú quien le da miedo venir solo? —dijo mientras apuntaba detrás mío, con acento burlesco. Sin saber a que se refería, me di la vuelta. Un grupo de estudiantes se acercaban emocionados.
—Lo siento Merphel. Escuchamos que ibas a tener un duelo y no pudimos resistir. ¿Podemos quedarnos a ver?
—A mi no me importa —dijo ella. No invité a nadie porque me sentiría mal si hay tantos testigos viendo semejante humillación, pero si está de acuerdo, pues excelente.
—Claro, adelante.
Todos pasaron al campo a excepción de nosotros dos. No podíamos ver la pista mientras se construía. Crucé los brazos y me apoyé en la pared. Ella se sentó al otro lado con los brazos apoyados en las piernas, sin mirarme. Un silencio incómodo dominó el lugar. Me estaba poniendo nervioso, nunca había estado a solas con una chica antes, y menos con una tan linda como ella. Entonces me di cuenta de algo, no importaba cuanto intentara eliminar toda distracción social, seguía siendo un chico, y como chico no podía evitar interesarme por las chicas.
—Es-es un bonito día —dije con dificultad.
—Si, eso creo.
—Y las nu-nubes ta-también son lindas.
—¿Qué haces?
—¡Nada! —grité sorprendido—. Solo charlo antes de la competencia.
Volteó a verme.
—¿Intentas distraerme?
—Claro que no ¿por qué lo piensas?
—Merphel, el chico antisocial de la escuela, queriendo charlar conmigo justo antes de nuestro duelo.
Tenía un buen punto, pero por alguna razón me dolía que desconfiara de mi de esa forma.
—Está bien, está bien. Igual el día es repugnante.
Volvió a mirar el vacío, donde no pudiera verme. Escuché una leve risa mientras lo hacía. El silencio volvió, pero ya no era incómodo, sino agradable.
Después de un rato, nos llamaron para decirnos que todo estaba listo. Al entrar, observamos el gran campo, el cual marcaba sus límites justo donde el bosque empezaba a mostrar su flora. Viéndolo a simple vista, podía calcular su medida de ochenta por cincuenta metros aproximadamente. Un pasto cuidadosamente cortado cubría toda la zona, mientras que una gran cantidad de flechas clavadas en el suelo aparecían esparcidas en la misma, indicándonos el camino a seguir. Dianas y maniquís de madera adornaban tanto el interior del campo como la orilla del bosque, muchos colgados por ramas a través de sogas. Los espectadores estaban sentados entre los árboles, donde no hubiera riesgo de sufrir un accidente por flecha perdida. La amiga de la chica se acercó a nosotros.
—Les explicaré las reglas. Pasará primero uno de ustedes, cuando termine, el otro debe comenzar inmediatamente. Hay un camino indicado por las flechas, el cual deben seguir sin desviarse a menos que se considere necesario hacerlo. Algunas de estas flechas llevan una pluma de color azul, estas indican los objetivos que no pueden ser disparados sino hasta después de pasar por ellas. Recuerden, hay más de una flecha con pluma azul, así que asegúrense de ver hasta cuales objetivos pueden acertar. Otra cosa, la victoria se lleva por mayor cantidad de puntos. Las dianas valen un punto, dos si se da al centro. Los maniquíes valen dos puntos si se acierta al pecho, y tres si se da en la cabeza, en las extremidades no se contarán puntos. Algunos objetivos se estarán balanceando en el aire, en esos casos, tendrán el valor anteriormente mencionado mas tres puntos. Por cada flecha errada se restará un punto. ¿Todo claro?
—Sí —respondimos al unísono.
—Una última cosa, tendrán solo veinte segundos para terminar el recorrido. De no hacerlo dentro del tiempo, se castigará con descalificación inmediata. Con esto quiero aclarar que no es necesario acertar todos los objetivos, concéntrense en llegar al final del circuito.
—Espera un momento —dije con sorpresa—. ¿No es muy extremo todo esto? Ni siquiera en las competencias profesionales son así de difíciles.
—No le veo problema —contestó mi contrincante—. No tienes miedo, ¿o sí?
Con ese comentario empecé a hervir de ira. ¿Cómo una simple estudiante puede tratarme de esa manera?
—No lo decía por mí —dije de vuelta—. Bicho pálido.
—¿A quién le dices bicho pálido, eh, cara de telescopio?
Risas venían de los espectadores. Podía sentir mi cara calentarse cada vez más. Poco faltaba para largarme de ese estúpido lugar.
—¡Alto! ¡Alto! —irrumpió la amiga—. No quiero ver como se rompen las piernas. Olviden lo que pasó y estréchense las manos, o se cancela el duelo.
Le ofrecí la mano de mala gana, ella la aceptó de igual manera.
—Muy bien, entonces, ¿Quién quiere ir primero?
—Las bestias primero —dije con sarcasmo.
—Muy bien —respondió—. Adelante.
Ya imaginaba una respuesta así. Decidí ignorar todo y pensar en esto como otro entrenamiento. Tomé un arco y un carcaj del montón que se encontraba junto a la entrada y me dirigí al inicio del circuito, esperando el aviso de inicio.
—¿Preparado?
En esos momentos de espera, indagué en la locura del tiempo límite, ni siquiera yo me había propuesto algo así antes.
—¿Listo?
Mi corazón empezó a palpitar con mayor frecuencia, ahora podía escuchar claramente los ruidos de la naturaleza, y el arco poco a poco se volvía una extremidad más. Estaba listo.
—¡Fuera!
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Relato de un valiente
FanfictionEn el mundo de Ragnarok Online los dioses nórdicos son incapaces de proteger a los humanos. Estos últimos tuvieron que adaptarse para sobrevivir de los monstruos que los acechan construyendo muros en sus ciudades, pero conforme pasa el tiempo, se ha...