Capítulo 2

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Cabalgaba lo más rápido que podía. Iba veinte minutos tarde, su padre la iba a matar, hoy recibían visitas y ella estaba con ropa de equitación llena de lodo.

Se había caído mientras cabalgaba y por poco hubiera sido una caída mortal sino fuera por su caballo que como acto reflejo la había jalado haciéndola caer en el lodo. A veces se sorprendía de lo que podía lograr hacer un caballo como el suyo, sin embargo, Karasu había sido entrenado por ella misma.

Dejó a su bello acompañante de negra armadura sin amarrar pensando que alguien lo vería y lo llevaría a los establos.

- Dios, Jennie, te van a matar, ve preparando tu cuello - habló sola.

Corrió dentro del Palacio Imperial entrando por una puerta trasera.

Esperaba que la mujer que llegaba hoy no fuera puntual y le diera tiempo suficiente para ir a su cuarto y cambiarse.

Sigilosamente cruzó varios pasillos, agradeció a su mamá por darle el ala oeste para ella sola, solo le quedaban unos metros para llegar ahí y se encontraría con Sehun, su guardia personal.

Una sonrisa iba en su rostro, los guardias sabían lo que pasaba y solo veían a aquella princesa imperial con una sonrisa, en sus mentes pidiendo piedad hacia ella por parte del emperador.

Cuando Jennie estuvo a punto de cruzar el pasillo que la llevaría a la entrada del ala oeste chocó con un firme cuerpo ocasionando que se tambaleara hacia atrás.

Sintió esto tan familiar y cliché. Este era el momento en el que la persona con quién había chocado la agarraría de la cintura y la pegaria a su cuerpo para después preguntarle si está bien y terminarían enamorándose.

Eso no pasó.

En cambio, Jennie vio como la mujer con la que había chocado la miraba con desinterés y no hacía nada para evitar su caída, sino fuera por el golpe que recibió en su trasero hubiera golpeado su perfecto rostro.

- Deberías fijarte por dónde vas - habló neutral la extraña rubia.

No era extraña en realidad, ambas se conocían por una que otra junta entre sus padres, y también Jennie había visto los artículos que salían cada semana sobre la nueva mujer con la que la "Princesa de hielo" se había acostado.

No iba a negar que siempre se había sentido atraída hacia aquella mujer, pero Lisa solo la veía como una princesa más que vivía encerrada en su cuento de hadas sin conocer el mundo real.

- Lo siento - se disculpó aún en el suelo - voy tarde para recibir a una visita.

No sabía qué hacía la heredera a la corona de Tailandia en su palacio, pero en momentos como estos era lo menos que le importaba. Tenía que llegar a su cuarto y cambiarse de ahí bajar con sus padres y pedir disculpas por su demora.

Ya después tendría tiempo para acosar a la rubia.

- Ni te preocupes - dijo aún mirándola desde arriba - vas casi media hora tarde, y hace veinte minutos que el Emperador se fue a alguna reunión. Tu madre fue a ver qué todo estuviera listo para la cena, en vez de vestirte para recibirme deberías prepararte para cenar.

Jennie ni siquiera se preocupó por responder, se había quedado asombrada por escuchar la voz de Lisa, era grave, firme pero tenía ese toque cálido, y ahora resulta que ella era la visita que pasaría los siguientes meses en su palacio.

Sin duda, la vida la estaba recompensado por algo.

Vió como Lisa la dejaba ahí tirada para dirigirse al ala oeste donde al abrir el portón Sehun la saludó.

Estuvo a punto de perderla de vista unos gritos en el exterior se escucharon. Lisa y Sehun se alarmaron y ambos instintivamente se acercaron a Jennie que ya se había puesto de pie y empezaba a correr hacia afuera con un solo pensamiento en su cabeza.

Karasu.

Llegó al exterior saliendo por la puerta trasera y se dirigió directamente a dónde había dejado a su caballo.

Karasu era una caballo Andaluz negro, había sido traído desde Europa para uso de la Realeza Imperial de Japón, pero estuvo a punto de ser sacrificado por su comportamiento salvaje, y hubiera sido así sino fuera por Jennie. El caballo solo había sido domado por Jennie cuando ella tenía dieciséis.

Se detuvo horrorizada al ver a su apreciado animal rodeado por un grupo de guardias Imperiales, el caballo al sentirse amenazado se había alzado sobre sus patas traseras logrando lastimar a una de las jóvenes mucamas de su madre.

Estuvo a punto de correr hacia él, pero el agarre en su brazo la detuvo. Era Lisa que la ponía detrás de ella en forma de protección, mientras que Jennie la fulminaba con la mirada.

Lisa se acercó lentamente al caballo pensando que lograría calmarlo. Ella había tenido el mejor entrenamiento militar que pudo haber, y todos la conocían por siempre haber sabido manejar una situación. Había logrado sacar a un niño que había caído en la jaula de un tigre de Bengala en algún zoológico en Europa, calmar a un caballo era pan comido. O al menos eso pensaba.

Siguió acercándose viendo cómo el caballo lograba mantenerse un poco más tranquilo al ya no sentir todas esas armas apuntandole.

Todos se sorprendieron por lo fácil que le resultó a Lisa calmarlo, se podría decir que ya todos estaban más tranquilos menos Jennie, conocía a su caballo como si fuera un hijo, esto era la calma antes de la tormenta.

Y como fue, en un momento a otro el caballo había empujado a Lisa hasta dejarla en el suelo entre sus patas, con una sola pisada aquella rubia tendría más de una costilla rota.

Los guardias volvieron a sacar sus armas. El caballo volviendo a sentirse amenazado volvió a alzarse sobre sus patas traseras.

Jennie estaba entrando en pánico en cuánto el caballo bajara aplastaría a Lisa, y si eso pasaba su padre no tendría de otra que sacrificarlo.

Corrió sin pensar en lo que iba a hacer y abrazó a Lisa cubriéndola del impacto, Sehun corrió detrás de ella intentando alcanzarla, pero no pudo.

Los demás presentes sostuvieron el aire al ver la escena.

Se escuchó el relincho del caballo al bajar y todos cerraron los ojos al no querer ver.

Pasaron unos segundos en los que todo fue silencio, poco a poco todos abrieron los ojos viendo como ambas princesas estaban intactas en el suelo con el caballo aún alarmado a su lado, pero ahora su atención no estaba en los guardias, estaba en Jennie como si el animal quisiera asegurarse de que Jennie estuviera bien.

La princesa imperial soltó a Lisa para ir a checar a su apreciado animal, lo abrazo escuchando el bufido del caballo.

- ¡Dios, Karasu! Me has dado un buen susto - se quejó - ¿Sabes lo que papá hubiera hecho si hacías daño a alguien? Te hubiera hecho daño y al hacerte daño a ti me lo hace a mí - hizo un puchero hablando con el caballo como si este la entendiera.

Se alejó jalando al caballo hacia los establos, dejando a Lisa en el suelo sorprendida y a los demás espectadores con un rostro de alivio.

Lisa después de unos segundos volvió a poner su cara seria y por dentro maldecía a los mil vientos por aquella loca princesa.

Sin duda iban a ser unos meses muy... Interesantes.

The Unhappy PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora