Capítulo 4

70 17 1
                                    

- ¿De qué quieres hablar? - preguntó Lisa con desinterés.

- Necesito tu ayuda en algo.

- Nos acabamos de conocer y ya me pides favores - bufó Lisa molesta.

En verdad no quería estar ahí, debería estar buscando alguna mujer con la que casarse, sin embargo, Jennie la seguía distrayendo.

- Cómo sabrás estoy a nada de cumplir veintiuno y de ahí solo tengo tres meses para encontrar alguien quien me acompañe durante mi imperio.

Oh no, ojalá no fuera la que estuviera pensando, deseaba Lisa.

- Y sé que tú estás en la mismas condiciones, tus padres te esperaron dos años, pero ya no están dispuestos a esperar más - hablaba nerviosa, pero no sé acobardaria ahora - Quería proponerte un trato, solo necesitamos estar casadas cuando sea la coronación, después de eso cada una puede gobernar su propio país por su parte, no tendríamos que vernos.

- Sabía que estabas loca, pero no pensé que tanto.

- ¿Piensas que la idea de casarme contigo me agrada? - preguntó a la defensiva Jennie tratando de mantener su orgullo firme - sólo te lo estoy pidiendo porque sé que tú serias la única persona que no trataría de alejarme de mi país y ni interferir en mi forma de gobernarlo.

- Que una princesa heredera se case con otra solo significa problemas, tanto como sociales como culturales - Lisa trataba por no exaltarse, pero en verdad le estaba costando.

- Al menos piénsalo, si en un mes ves que nadie te convence para ser tu esposa y cambias de opinión sobre mí mi propuesta seguirá en pie.

Jennie se fue de ahí rápido, no sabía de dónde había sacado tanto valor para siquiera proponérselo a Lisa, pero llevaba una noche dándole vueltas a la idea y sabía que no la dejaría hasta contársela a la rubia.

La verdad es que la idea de casarse con Lisa no le parecía tan mala, ella siempre había tenido un amor platónico hacia aquella princesa seria que la miraba de vez en cuando en las reuniones de grandes gobernantes.

Jennie miraba a Lisa con curiosidad pero siempre se había sentido intimidada por aquella niña, la verdad era que Lisa siempre había tenido un porte recto y un aura que emanaba poder mientras ella siempre había sido la princesa protegida de Japón, nunca salía sin un guardia, se la pasaba en el palacio y no se le permitía tener muchos amigos por miedo a que la traicionen y la entreguen a personas que lo único que querían era ver muerta a la castaña.

Suspiró acostada en su enorme cama mientras miraba al techo.

No había tenido una vida fácil, pero no sé quejaba, nunca se había sentido del todo sola.

Al menos siempre podría contar con Karasu.

The Unhappy PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora