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Los pensamientos inundaban la mente de Leo, casi como si quisieran salir y cobrar vida, estaba anestesiado, casi dormido, el sonido de los arboles que se mecían al ritmo del viento lo tranquilizaban, sin embargo sus pensamientos seguían ahogándolo, temía decir lo que pensaba o las dudas que se colaban lentamente por sus labios pero sin poder salir. En un pequeño impulso una de ellas salió lentamente por sus labios sin aviso.

- Haz pensado en como seria si, yo, ¿no existiera?-dijo con un tono lúgubre y expectante.

Blake freno de golpe, casi cae al suelo por el impacto,  con dificultad logro tomar equilibrio, bajo los pies de la bicicleta y se tomo unos segundos para saber como reaccionar al balde de agua helada que Leo le había tirado sin aviso, no supo como responder  así que con un nudo en la garganta hizo una pregunta eco en réplica:

- ¿no existieras?-  interrogo, extrañado y confundido, busco la mirada de Leo mas no la encontró.   Lo tomo por sorpresa tanto que ni entendía a que se refería, sabia que Leonardo no estaba bien, algo le sucedía, pero no sabia que.

Un largo Silencio inundo la calle. De un momento a otro el paseo en bici tan tranquilo y tenue  se volvió oscuro y frio.

 Al darse cuenta que no hubo respuesta, Blake le puso fin al vacío silencio y con una voz juguetona y divertida dijo:

-Bueno, si no existieras, seria un ermitaño que se come a los niños, vagaría por las calles y tendría una risa maligna de ¡Guahaha!-  Instantes mas tarde se partió en risa y Leo lo acompaño.

- No digas tontearías- dijo Leo unos segundos después , con un tono de voz mas ligero, pensando en lo irracional que sonaba su pregunta, se percato que Blake siempre era optimista y nunca le a gusta poner en tonos grises una conversación.

- Lo digo en serio, eres el único amigo que tengo, la única persona capaz de entender mis retrasos mentales, así que tan solo imaginar que tu no estuvieras, es ridículo, tu crees que podría llamar Vida a respirar sin ti- la voz dulce de Blake, hizo que Leo se tranquilizara y en respuesta a su linda declaración, dibujo una esplendida sonrisa.

Ambos se dirigieron a "La colina" 

Iban ahí cada fin de semana,  a Leo le encantaba y a Blake le gustaba la compañía de un ser tan místico, abstracto y congruente con el.

La subida de la colina dibujaba líneas alternas entre las calles y las casas que yacían en el Valle. Para Leo era placentero, el viento agitaba su cabello largo y rizado, sus mejías ardían con un rojo intenso que destacaba su piel pálida. Aquella tarde el sol caía lentamente con suma delicadeza sobre el Valle y la vista que esta proporcionaba era magnifica.

Regresaron a casa, pasadas las 6:00 PM.

Leonardo se lanzo a la cama derrotado, tenia un fuerte dolor de cabeza y durante las últimas semanas no había podido conciliar sueño, estaba cansado.



No soy nada, mas que, polvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora