Primera parte

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Caminaba por los pasillos del campus como siempre hacía, sintiendo la mochila pesada calando en sus hombros y espalda y obligándolo entonces a encorvarse, sintiéndose más chaparro que de costumbre —era verdad que aun así Chanyeol era demasiado alto (aún tenía que mirar para abajo para hablar con los demás), pero una parte de él no podía dejar de pensar que tal vez si no fuese por ello podría estar todo erguido, sin un dolor en el cuello y sin tener que sufrir porque su ego se negaba a dejar que él se sintiese bien consigo mismo por una nimiedad como esa; sabía que era una estupidez que fuese así, pero después de todo no era el único que dependía de algo así para poder sentirse bien.

Aquel día era miércoles, el día que menos clases tenía marcadas en el horario, sin embargo, era también el día que tenía las clases más complicadas. Tal vez algunos pensaban que aquello estaba perfectamente equilibrado, pero Chanyeol no lo veía como algo justo. «¿Un día exclusivo para clases complejas? ¿Qué clase de infierno es este?» había pensado cuando le habían entregado el horario el primer día de clases, no obstante, poco podía hacer respecto a ello, por lo que simplemente se limitó a dirigirse al salón marcado en el horario como todos los miércoles hacía. Afortunadamente ya estaba cerca de la mitad del semestre del último año, por lo que pronto podría graduarse y así podría dejar de asistir a esas molestas clases que requerían una atención más alta de lo que cualquier otra clase exigiría.

Entró por la puerta del ala izquierda, viendo a su alrededor y dirigiéndose hacia la mitad del salón (que no era tan grande como los demás) sin siquiera ser consciente de ello. El salón estaba medio vacío —algo que era extraño ya que faltaba poco para que las clases diesen inicio—, pero sabía que incluso aunque estuviese lleno, él reconocería aquella cabellera negra alborotada que yacía hacia la mitad de los asientos.

—Casi llegas tarde —lo regañó aquel chico sin mirarlo. Chanyeol sonrió de lado.

—Lo lamento, Kyungsoo. Me detuve en la cafetería y me puse a considerar si faltar a esta clase o no —respondió él con cierto tono burlón, revolviéndose la cabellera castaña para agregarle un toque más despreocupado a su burla. Kyungsoo lo fulminó con la mirada. Su amigo odiaba que él se saltara clases—. Es broma. Jamás te dejaría con el sufrimiento de no verme.

—Otra vez te echas flores. —Kyungsoo acomodó sus lápices sobre la larga mesa—. Como si tu presencia fuese algo gratificante y de lo cual estar feliz.

—Bien, pues perdóname por no ser Kim Jongin. —Fue lo último que pudo decir antes de que los ojos oscuros de su amigo irradiaran un aura amenazadora y su pequeño puño se estrellara contra su fornido brazo. No se atrevió a decir nada más después de eso. Su brazo dolió durante la siguiente semana y parte de la siguiente.

Un hombre entró por la puerta con un portafolio en la mano; su porte era seguro y recto, y su aura irradiaba seriedad. Aquel era el profesor, el señor Byun Baekhyun. Dejó su portafolio sobre el escritorio y lo abrió, empezando a prepararse para el inicio de la clase. A Chanyeol no pudo interesarle menos.

Una horda de estudiantes entró por la puerta cuando faltaban apenas tres minutos antes de empezar la clase, casi como si se hubiesen olvidado de que tenían clases ese día y se hubiesen acordado repentinamente; incluso había un despistado que tenía un pedazo de papel higiénico atascado en el elástico del pantalón. Y justo cuando el reloj marcó las ocho de la mañana, el profesor Byun proyectó algo en la pizarra y comenzó a hablar con un tono firme y claro, diciendo indirectamente que la clase había iniciado. También fue ese el momento en el que la mente de Chanyeol se desconectó del mundo real y empezó a divagar en mierdas nada relacionadas con las operaciones matemáticas avanzadas que el profesor Byun estaba explicando en aquel instante. Además, sabía de sobra que si el profesor le llegaba a preguntar por una respuesta su amigo Kyungsoo se la daría, total, siempre lo hacía. «Te la voy a dar esta vez, pero a la próxima hazlo tú solo.» era lo que Kyungsoo siempre decía, una advertencia que nunca cumplía.

Profesor, me gustas »CBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora