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Por primera vez en mucho tiempo me atreví a asomar la cabeza tras los barrotes de mi jaula, hacía frío y mis orejas y nariz se entumecian cuando un copo de nieve se posaba sin aviso. Sin embargo por dentro sentía una llama ardiente que luchaba por salir y mantenía mis mejillas cálidas.

Estaba ilusionada, asombrada, maravillada y todas las palabras que acaban por -ada pero sin saber por qué las lágrimas brotaron de mis ojos.

Aquella era la primera vez en mucho tiempo que asomaba la cabeza tras los barrotes, y en ese momento me acordé de la razón.

Había olvidado que vivo en una jaula y la libertad me fue arrebatada junto con mis alas, que aunque esté refugiada del mal que hay en el exterior nunca podré experimentar la otra cara de este mundo bello y que solo se me permite envidiar ese lado del que gozan los demás, a través de unas barras de hierro helado.

Loosing YourselfWhere stories live. Discover now