Ⅱ. The hickey.

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─────── ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴅᴏs ───────

                  ↳ " The hickey. "

            | Narrador Omnisciente|

                           【 ♡ 】

La chica de cabellos rubios se llevó
la taza de café a la boca, bebiendo
un poco en lo que hacía un intento
de desayunar antes de que su mad-
re se levantase. Entre la resaca del
día anterior y el sueño que llevaba encima no tenía ánimos para disc-
utir con su madre, otra vez. Se esc-
ucharon unos pasos venir desde el corredor y la rubia supo que ya no tendría escapatoria algúna.

Levantó la vista y comprobó todas
sus sospechas, era su madre, y no
se la veía muy contenta. Suspiró.

— Cristina, ya viene siendo hora
de que aprendas a ser responsable,
¿no te parece?.— Pregunta su madre, viéndole.

— Uf mamá, que pereza.— Responde
la rubia, bebiendo el café lo más ráp-
ido posible.

— ¿Pero pereza de qué Cristina?, si ayer llegaste a las tantas.— Cristina levanta la mirada.

— Ya, pero porque se me hizo mazo tarde.— Dice.— Tampoco es para
tanto.

— Estaba preocupada por ti, pudo haberte pasado algo.— Se terminó
su desayuno y se levantó de la mesa.

— Iré a cambiarme, que si no llego tarde.

No esperó la respuesta de su madre
y caminó a su habitación, sintiéndo-
se aliviada de haber podido evadir aquella discusión con su mamá.

No se esforzó mucho por buscar que ponerse, simplemente cogió lo prim-
ero que vió y se metió a bañar. Pasa-
dos veinte minutos ya estaba vestida
y lista para salir. Se miró una ultima vez al espejo y recordó lo que Rubén
le había echo la noche anterior, cogió una bufanda y se la puso.

Para su mala suerte, hacía un calor horrible fuera. Intentaría aguantar
la mayor cantidad de tiempo posib-
le con eso puesto. Suspiró y tomó
sus cosas.

— Cristina, ¿Ya te vas?.— Pregunta
su madre sin mirarle, desde el sofá.

— Si mamá.— Responde, sin más.

— Espera a tu hermano, así os vais juntos.— La rubia viró los ojos y se volteó a mirar a su madre.

— Me tengo que ir, quedé en irme
al insti con Amira.— Dice, mientras
se acerca a la puerta.— Dani puede
ir el solo.

— Vale, manda saludos a Amira.

Ni bien su madre terminó de hablar, Cristina ya estaba fuera de la casa y camino al subte, para ahí encontrar
a Amira. Anoche ella y Rubén desa-
parecieron de un momento a otro y sabía que Amira la bombardearía
con preguntas de lo que había ocu-
rrido durante la noche.

Pasados quince minutos Cris ya se encontraba frente al portal de su
mejor amiga, le escribió un Whats-
App diciendo que ya estaba fuera.

Minutos más tarde, la morena ya estaba fuera del portal, frente a ella.

— Mira a quién tenemos aquí, si es
la desaparecida.— Dice Amira, con
una sonrisa burlona en el rostro.

— Jaja, que graciosa.— Responde la rubia, sarcásticamente.

Ambas chicas emprendieron camino
al instituto, entre risas.

— Pues ya dirás tu.— Dice Amira, observando a su amiga.— ¿Que
habéis echo tu y Rubén anoche?.

La morena alzó una ceja de forma sujerente y Cris se echó a reir.

— Pues nada, tronca, no hemos
echo nada.— Responde Cris, en
un intento de aguantar la risa.

Amira estaba por decir algo, pero
en cuanto entraron al instituto la
voz de Eva se hizo presente, haci-
endo reir a ambas chicas.

— ¡Aquí están nuestras fiesteras preferidas!.— Ambas se unen al
grupo de chicas, quedándose de
pie junto a la entrada.— ¿ Que,
cómo ha ido vuestra nuche?.

— Pues ni tan mal eh, pero parece
que la de Cris ha estado mejor.— Responde Amira, ganándose una mirada asesina por parte de su
amiga.

— Venga Cris, cuénta como te ha
ido.

— ¿Pero contarles qué?, si ya os he dicho que no ha pasado nada.

— Pero tronca, ¿Que es esto?, si
hace un calor que flipas.— Dice
Nora, tocándo con la punta de
sus dedos la bufanda que traía
puesta Cris.

Esta se sonrojó al instante.

— Ya, es que tengo mazo frío.— Cris
era horrible mintiendo, y todas lo sabían.

— Venga quítatelo.— Dice Viri, qui-
tándoselo antes de que la rubia pu-
eda reaccionar. Dejándo ver la ma-
rca que Rubén le dejó la noche pas-
ada.

— What the fuckk.— Dice Eva, con
una sonrisa.— ¿Eso te lo ha echo Rubén?.

— Buah, que fuerte tía.— Agrega viri.

— Y después dice que no ha pasado nada.— Amira le da un leve codazo
a su amiga, que ya comenzaba a po-
nerse roja.

Iba a decir algo, cuando el timbre
de la primera hora sonó, llegando
en el momento justo. Cris sonrió.

— Salvada por la camapna.— Dice, divertida.— Nos vemos chicas.

— Adiós.— Responden todas, entre risas.

La rubia comienza a caminar por el instituto, buscando el aula de litera-
tura, odiaba esa clase con toda su a-
lma, pero por lo menos podría estar
con sus amigas en el receso. Caminó
un par de minutos y finalmente dió
con el aula. Entró y la recorrió toda
con la mirada, buscando algún sitio libre. Sólo quedaba uno, junto a una chica pelinegra, de puntas moradas, sólo se sentó a su lado sin más.

Comenzó a sacar las cosas de su mo-
chila y en cuanto terminó se llevó la mano derecha al cuello, poniéndose roja y abriendo los ojos como platos
al recordar que Viri se había llevado
su bufanda consigo, no pudo evitar ponerse nerviosa, tendría que pasar
el resto de la clase con eso a plena vista. Que puta vergüenza.

Antes de que pudiera hacer algo por cubrirlo se abrió la puerta del aula, dejándo ver a Pedro, el maestro de literatura. Todos sus compañeros se quedaron en silencio, escuchando a Pedro dar la introducción a la clase, Cristina suspiró y comenzó a hacer garabatos sin sentido en su cuader-
no de notas, tratando de desaburri-
rse. A su lado, sintió la profunda mirada de su compañera de banco sobre ella. Se sintió algo extrañada, pero decidió pasar de ella.

Pasaron un par de minutos y esas mierdas no cesaron, por el contra-
rio, se hicieron aún más intensas.
La chica de cabellos rubios, harta
de sentirse observada, levantó la
vista de su cuaderno y la posó en
el rostro de su compañera de pu-
pitre.

Esta, al ver que la rubia la estaba mirando, sonrió levemente, curv-
ando la comisura de sus labios. La rubia frunció un poco el seño, sin
saber el motivo de aquella sonrisa.

La chica pelinegra pasó la mirada
de sus ojos a su cuello, logrando
hacer sonrojar a la rubia, le estaba viendo la marca del cuello. Apartó
la vista, sintiéndose avergonzada, dejando de observarla y volviendo
a conectar con la clase de Pedro.

No entendía que era lo que había ocurrido, no entendía el por qué
de las miradas de esa chica y no entendía el por qué de sus nerv-
ios. Quizás sólo estaba nerviosa
por lo que ocurrió la noche ante-
rior con Rubén.

Sí, eso debe haber sido. De seguro.

1170 palabras.

🗓| Escrito el 31 de diciembre, 2020.

📍| Publicado el 12 de enero, 2021.

📎|Espero que les guste el capítulo|📎

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