Siempre juntos, tú, yo y... [Devildice]

De vuelta a aquellos pasos

Como antes fue, si lo recuerdas bien, dejaron caer el peso en la entrada a las respuestas de un viaje entre las historias de todos, el misterio de ojos verdes y los cuernos dorados se acabaría y no solo porque lo diga el viento en sus cuentos, si no, porque habían llegado a su destino en sueño.

El pequeño salto fue corto, como un parpadear el suelo nuevamente se dejaba pisotear por ellos y la estabilidad era notable bajo sus pies pequeños, las luces al abrir los ojos los cegó por un momento, pero el reluciente de todo ese glamur los impacto tanto como las historias, como no estar sorprendido cuando el lugar rebozaba de personas, mientras la música era alegre y las risas fuertes, todo tan desconocido, tan ensoñado para unas tacitas que apenas y conocían lo que seria la vida en general.

Cuando en el aire de sorpresa fue degollado por las palabras y después esos gritos de alegría que se habían hecho esperar desde hace rato atrás.

— Bienvenidos al casino del diablo, siéntase como en casa — camino unos pasos de frente, llevando de las manos a los chicos, cuando las miradas no pasaban desapercibidas saludaba en sonrisas — La primera ronda de juegos es cortesía de la casa... — las tazas sueltas no se esperaron a llegar a mitad de sala, corriendo de inmediato a lo más brillante que hubiera en las mesas, pasando entre la gente, dejando atrás al jóven — ¡Pero no se pierdan! — y siendo muy tarde para la advertencia, los chicos se habían esfumado en segundos.

Mientras tanto entre la emoción las manos de los chicos habían acabado en una mesa de apuestas, con ojos brillantes veían a los jugadores alzarse en gritos al escuchar que uno de ellos había ganado esa partida, pues las cartas le habían favorecido por aquella vez y así como todos los chicos gritaron por la emoción.

Cercanos al caballero sonrieron al tener un asiento en la mesa, compartiendo uno solo veían alegres el caer de unos dados y los números que soltaban eres de gran felicidad por los apostadoreas, aumentando más las cifras en la mesa.

— ¡Es fantástico! — alzó la voz Cuphead.

Su pequeño timbre de voz fue grande entre los demás, haciendo que alguna mirada curiosa pasara por la mesa.

El dealer de la mesa levanto mirada ante los pequeños, invitando a los chicos a jugar una ronda al verles animando a los otros, algo inofensivo, los dados se fueron y las cartas llegarona las manos de todos. La ronda paso de manera rápida y para sorpresa, así como suerte que se les había pegado en aquel rato, las cartas les hicieron ganar algo de dinero, una ronda recompensada para ambos, saliendo tanto dinero, cómo los gritos de alegría por el premio frente a ellos en monedas de oro.

Entre felicidad ambos saltaban en el asiento, la mirada mandona había caído en su lugar al ver de lejos la celebración de ese grupo de personas en la mesa, quienes se acercaban al observar como otros felicitaban a los niños por su atención al juego, siendo jovencitos tenían que llamar mucho a los ojos curiosos; siendo asi, una figura se encamino a los pequeños, posando su silueta detrás de ambos sin que estos se dieran cuenta de ello.

Las manos cayeron en los hombros de Cuphead y Mugman, quienes al sentir ahora sí la presencia de algo cerca tocandolos, voltearon de inmediato, dando a ver sus grandes ojos ensoñados a la persona a sus espaldas.

Sin creerlo se quedaron callados unos segundos, mirando atónitos lo que había frente a ellos.

Bueno, eso hasta que el pequeño Cuphead había roto el silencio en un salto de la silla a los brazos de quién esperaba alguna respuesta a la gran celebración de los hermanos.

— ¡Eres el príncipe de los cuentos! — chillo de alegría, aferrando sus cortos brazos a la silueta delgada del dado, gritando de emoción mientras apretaba en un abrazo a Dice — ¡Eres real, es increíble que estés aquí! — una sonrisa genuina se plasmaba en la carita del de pajilla roja, siendo inquieto seguía entre emociones repitiendo lo real que era el dado cerca de él.