Was Upon A Night 1st

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La noche era oscura, y era llenada por los pasos de dos jóvenes que hablaban jovialmente mientras caminaban a través de los rocosos caminos montañosos que salían de su pequeño pueblo perdido entre la copa de los árboles. Sabia que su padre lo desaprobaria, por ello se vio obligado a escabullirse por la puerta trasera del taller, adoraba estar con él, con quien había sido su mejor amigo desde la infancia, desde el día de su creación, lo conoció aquella fatídica noche en el carro tirado por caballos, manejado por un hombre robusto del cual casi no quedaba recuerdo alguno más que su mera existencia.

-Y a donde vamos?- pregunto el pelinegro intentando ajustar su visión a la oscuridad de la noche, entre cerrando ligeramente los ojos para fijar sus orbes celestes en el camino empedrado.

-Paciensa Pinoc- respondió el pelirrojo que iba a unos cuantos pasos adelante pateando despreocupadamente las rocas sueltas del camino que hacían un ruido seco al rodar.

-Esta bien, pero queda muy lejos? Ya casi no se ven las luces del pueblo- musitó el de orbes celestes volteando hacia la dirección contraria donde a penas era visible el leve resplandor de los faroles de las calles, donde los porches ya eran una mancha borrosa perdida en la oscuridad.

-No me digas que tienes miedo- se burlo Lampwick tanteando levemente en su bolsillo buscando el mechero que había comprado hace una semanas atrás, habría insistido más en solamente "llevárselo prestado" indefinidamente, pero le prometió a su amigo que no lo haría, o que mínimamente lo intentaría, no le habría dado mayor importancia si fuera alguien más pero no podía simplemente ignorarlo, seria como un piedra en el zapato, y alrededor de los años había aprendido a sentir culpa, cosa que odiaba, pero no podía, no cuando se trataba de la persona con la que prácticamente se la pasaba día y noche, estar con él hasta cierto punto demostraba que quizás no era tan malo como decían las señoras de los barrios más ricos del pueblo, a las que claramente iba a romper sus grandes vitrales semanalmente, o cuando se aburriera, generalmente siempre era la segunda opción.

-Bueno un poco, está oscuro y no parece haber nadie más al rededor- la mirada del pequeño iba y venía por el camino apenas visible y las copas de los árboles que cada vez tapaban más la luna menguante de la noche de Abril.

-Oh vamos, que acaso no confías en mi?-

-Sabes que si, solo no parece muy seguro-

-No pasara nada, sigue caminando hazle caso a tus mayores-

-Oye!- exclamó Pinoc intentando seguirle el paso y no quedar atrás -Yo tengo 14 y tu 16, eres mayor solo por tres años-

-Tu naciste hace prácticamente tres años- río levemente el pelirrojo sintiendo como unas pequeñas manos rodeaban su brazo derecho con suavidad.

-No es justo-

Vio como un puchero se asomaba sobre los labios del contrario aumentando un poco más su risa, confirmando para si mismo que aún seguía teniendo muchas de las características de los niños pequeños.

-Lo suficientemente justo para mi-

Y así empezó una riña muy habitual entre ambos que nunca terminaba en nada, era su forma de bromear aunque fuera un poco bruta. Esa era su relación y ambos se complementaban bien a pesar de no ser los mejores de la clase, Lampwick solía ser un repitente, uno de esos niños que se quedan en un año fijo y que ya ni siquiera se molestaban en poner un ápice de esfuerzo por avanzar, y que solo asisten porque sus padres siguen insistiendo en que la escuela de alguna forma los convierta en cualquier cosa menos un parasito, o bueno eso había sido hasta que conoció al ex títere de madera, cuando encontró un motivo para al menos rozar con la mirada el libro de geografía, olvidado en algún lugar de su habitación y mordisqueado por los roedores que solían vagar por las casas locales en busca de algo que roer. Un amigo parecía ser una buena motivación, un poco tosca, pero por algo se empezaba, y ahora ambos iban a 3ro de secundaria.

Pinocchwick one-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora