Los pasos apresurados de ambos llenaba el silencio del camino, ya faltaba poco y Lampwick estaba emocionado, nunca le había mostrado a nadie aquel lugar escondiendo entre la hiedra y el follaje de los árboles, estaba un poco lejos del pueblo y quizás eso era lo que lo hacía tan especial, era solo suyo y nada más que suyo, y ahora podría compartirlo con alguien igual de especial, no escuchabas de una marioneta que se convirtió en un niño de verdad todos los días después de todo, tampoco de alguien que realmente quisiera ser amigo de Romeo, o como la mayoría lo conocía, Lampwick.
-Ya casi estamos-
De pronto los pasos apresurados se convirtieron en saltos mientras ambos reían por la adrenalina que daba la libertad de correr bajo el cielo estrellado, era como una de esas películas en blanco y negro que a veces reproducían en la biblioteca, con la incertidumbre de que en cualquier momento podrían caer.
El viento se había vuelto gélido y golpeaba sus rostros como pequeñas piedras enterradas en la arena dejando sus mejillas rojas a medida que su fatiga crecía, entre tropezones la velocidad aumentaba a pasos agigantados haciendo que las rodillas empezaran a resentirlo y el paisaje sólo se viera como una mancha borrosa en la ventana un día de lluvia, hace cuanto no se divertían así? O era un sentimiento totalmente nuevo? Quizás arrastrado con el peso de la edad, los años habían cambiado algo? No lo sabían, desde cuando necesitaban pensar tanto?Y de pronto frenaron, con los pulmones trabajando como locomotoras y las mejillas encendidas como las luces de la lejana navidad. El humo salía de entre sus labios esta vez sin pizca de tabaco en el, la temperatura había bajado drásticamente y las piernas descubiertas del pelinegro hacia que todo su cuerpo se sintiera entumecido, aunque nada de eso quitaba la sonrisa que tenía curvada en los labios.
-¿Es aquí?- cuestionó aún recuperando el aliento con sus ojos fijándose en la gran cueva que tenía en frente con una gran roca tapando casi por completo su entrada, como si esta misma estuviera hecha a medida a modo de una puerta completamente natural, había cierto encanto a lo desconocido, a lo que aún no se sabe y a lo que podría haber.
-Asi es-
Los sonidos apagados de la noche hacian que la curiosidad del pequeño se alimentara de una manera atenuante, como la llama con la que se hervia el agua a fuego lento a la hora del té, cuando llegaba la tarde y era hora de la merienda.
-Venga, ayúdame- escuchó a su amigo antes de verlo caminar hacia un lado de la roca, aremangando descuidadamente las mangas de la camisa blanca y frotándose las palmas de las manos debido al frío que calaba hasta los huesos. Asintió rápidamente acatando la petición imitando las acciones del pelirrojo, sacando sus guantes blancos y guardandolos en el bolsillo izquierdo de su pantalón corto rojizo, el cual reemplazaba su antiguo overol, el cual ya era demasiado pequeño para él, había crecido por supuesto, pero Lampwick seguía siendo por mucho más alto que él, y que cualquier chico de la clase, por lo que ambos solían sentarse en la última fila en la mayoría de las clases, además de claro para escapar de los ojos atentos de los maestros que no dejaban paso a la diversión o al mal comportamiento en su salón, era emocionante tener que hablar entre susurros o a través de un mal arrancado pedazo de papel, en el cual las dos caligrafía se juntaban haciendo que las letras chocarán entre sí, dejando paso al tan conocido desorden, dejando las oraciones como simple frases inverosímiles sin continuación legible.
-¿Bien estas listo?- cuestiono con las manos ya firmes en la pesada roca manchando ligeramente sus manos con el polvo que levantaba a veces el viento del camino de tierra.
-Listo-
Y entonces ambos empezaron a empujar, con los nudillos poniendoseles blancos por la fuerza impuesta y los pies avanzando pesadamente mientras los brazos se mantenían firmes moviendo centímetro a centímetro la pesada roca que dejaba huella bajo su ligero avance.
Una vez la cueva estuvo totalmente expuesto los dos adolescentes masagearon sus dedos entumesidos, Pinocho no puedo evitar clavar sus ojos en la gélida oscuridad que emanaba del gran hueco abierto entre la gran cumbre que se alzaba imponente sobre ellos, de pronto las rodillas empezaron a temblarle y ya no estaba tan seguro de si era por el frío, por la fatiga o la inseguridad y escalofríos que le causaba el escenario al que se veía expuesto, y lamentablemente vulnerable, la compañía de su amigo Lampwick le daba algún tipo de resguardo, como un niño cubriéndose con una cobija un día de tormenta, el había sido una de esas mantas por el tiempo que se habían conocido, no podía negar que había sido una de las relaciones más reales que había tenido en sus cortos y escasos dos años de vida, a pesar de que a papá no le guste que su pequeño pase sus tardes y noches con un delincuente de 16 años que roba siempre que tiene la oportunidad y molesta a las pobres señoras que mantenían la economía de su pequeño pueblo costero. Nunca lo conocería como él lo hace, Pinocho no lo forzaría a cambiar, el quería a Lampwick como él mismo quisiera ser, eso es lo que hacen los amigos, no quiere ser otra de esas voces en ese mar de susurros que iban y venían por las cuadras del vecindario. El estaba seguro de que su mejor amigo no era una mala persona, ni siquiera sus profesores le harían cambiar de opinión, si él realmente lo fuera no se habría molestado en ayudarlo a flotar en el mar cuando estuvieron dentro de esa horrible isla, simplemente se habría ido, y lo habría dejado allí a la deriva, pero no lo hizo, él no lo hizo. Lampwick lo quería, y se lo había dicho hace unos meses atrás. Lampwick lo quería y por ello seguía allí, por eso perdía noches de sueño luego del trabajo en el muelle los fines de semanas solo para estar con él. Lampwick lo quería, por ello no le importaba esconderse solo para pasar unos cuantos minutos con él.
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Pinocchwick one-shot
FanficTengo shipps extraños okay? no me linchen. . . . . Por cierto este contenido es smut (+18) Imagen original de twitter de PrincessMisery