1-GULF.

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Otra vez me encuentro bloqueando con mi cuerpo la puerta del baño de chicos. No puedo recordar las veces que he tenido que esconderme aquí hasta que suena el timbre y tengo que salir zumbando a mi próxima clase. Siempre he sido diferente, o al menos así me han hecho sentir toda mi vida. Aunque durante los últimos tres años me han pegado casi cada día, desde la clase sobre sexualidad los ataques se han hecho más encarnizados.

Estoy acostumbrado a recoger mis cosas de la fuente del patio, que mi almuerzo acabe en manos del matón de turno o que metan mi cabeza en el inodoro del baño de chicas. Pero son los insultos y los rumores los que me parten el alma.

Suelo repasar esa clase para saber que dije o hice para que los que ya me odiaban redoblaran sus esfuerzos en demostrármelo y los que me ignoraban hablaran de mí a mis espaldas. La clase transcurrió de lo más normal, la profesora nos preguntó nuestra opinión sobre la homosexualidad. Yo respondí por inercia mi verdadera opinión, no tengo nada contra la homosexualidad y creo que nadie debería juzgar a otra persona por sus preferencias sexuales, sean éstas las que sean.

Tom Hardy el chico estadounidense de intercambio me miró traspasándome con la mirada, y después Lhong llevó sus dedos al cuello haciendo el gesto de cortárselo, con la clara intención de aterrorizarme, cosa que por supuesto hizo.

En cuanto salimos de esa clase me acorralaron en el patio trasero y me patearon hasta que un grupo de chicas llegó y los amenazaron con llamar a los profesores.

Tengo que decir que las patadas dolieron, pero sus insultos y vejaciones verbales me hicieron sentir una clase nueva de dolor, algo más intenso, como si me rompieran desde dentro.

Hoy el día ha transcurrido más tranquilo de lo normal, hay un chico nuevo que ha sido transferido desde otro instituto y la novedad de este hecho me ha regalado una pequeña tregua, hasta la hora del almuerzo cuando he tropezado y mi comida ha caído directamente en el regazo de Tom Hardy. Ahora estoy en el baño intentando aguantar hasta que el timbre de nuestra última clase suene y pueda irme a casa lo más rápidamente posible.

Cuando la sirena de finalización de las clases retumba en las paredes del baño, saco la cabeza lentamente para ver si hay alguien cerca. No veo a nadie por los alrededores, tengo que salir ya y correr hacia casa sin mirar atrás.

-Ya se han ido- oigo una voz ronca que me habla desde la pared del fondo del baño.

Me giro para ver quién va a ser el que me dé la paliza hoy y me encuentro con el chico nuevo. Su pelo, sus ojos y su postura grita poder y control por todos sus poros. Será genial que este chico también me patee, es el rito de iniciación en este maldito lugar, pegar al rarito.

- ¿Te toca a ti pegar al friki? - le pregunto con resignación.

- ¿Qué? - me mira levantando una ceja.

-Supongo que por eso estás aquí para darme una lección por algo que no tengo ni idea que debo saber, es la tradición- le contesto.

-No te conozco y no me has hecho nada, ¿por qué debería pegarte? Y lo que es más importante, ¿por qué dejas que otros lo hagan? - me pregunta con curiosidad, sin acritud, parece que realmente le interesa saberlo.

-Al principio me resistía y solo conseguí que me pagaran más fuerte, así que decidí aguantar hasta que me gradúe y salga de este edificio lleno de imbéciles sin remedio- le contesto honestamente, aunque después se ría de mí.

-Me llamo Mew Suppasit, soy nuevo aquí, encantado de conocerte- me dice adelantándose y ofreciéndome su mano. No me fío aun de este tipo y me alejo hacia la puerta.

-Soy Gulf- le contesto.

- ¿Gulf? ¿Sin apellido? - me dice acercándose un poco más.

-Kanawut- sigo con los monosílabos.

A través del tiempo -MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora