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'UN PASADO'

Tadeo y yo somos los mellizos Nomdedeu. Un apellido peculiar, lo sé. Aunque eso encaja con nosotros.

° ―¡Tadeo, apúrate!

―¿Dices que me apure? ―dijo a mi lado.

―¿Ups? ―Esa fue mi disculpa―. Espera lo puedo hacer mejor, ¿Ups? ―Esta vez me encogí de hombros.

―Ya vamos o llegaremos tarde.

Justo antes de salir, su celular comienza a sonar repetidas veces. En mis ojos se formuló la pregunta; pero al no ver indicios de ser respondida, la realicé.

―¿Me dirás porque tu teléfono suena así a las seis de la mañana?

No encontraba señales de debatir mi pregunta en sus rasgos, más bien unos ojos de rasgos cansinos y signos de preocupación. Algo lo atormenta, nada bueno.

―Te lo diré luego de nuestro último día en el colegio. Te lo prometo.

―Claro, vamos T ―Le dije con una sonrisa para no agregar más carga a su ya imaginable angustia de razón desconocida.

―Además, no quiero arruinar este día ―dijo apenas en un audible susurro.

Al llegar al colegio, en la entrada se podía ver todo el esfuerzo del comité de grado, las hermosas girnaldas de color azul de seda y tul, la tarima de color negro y las sillas forradas de un color crema. Todo era bello.

Mi hermano me miró con un brillo de ilusión.

―Oigan ―Una voz familiar nos llamó.

Gian Buchen. Resumiré nuestra conexión en dos palabras. Amigos cercanos.

―Oh, honorable lord, ¿a qué debemos está tan agradable compañía? ―bromeó Tadeo con todo el sarcasmo del mundo.

Antes de yo poder seguir con su intención de perturbar un poco la tranquilidad de Gian. Este se adelantó sacando un ramo de rosas azules de su espalda, dejándome a mi y a mi hermano con la palabra en la boca y unas cuantas emociones reprimidas saliendo a la vista, eso último más en mi. °

Mi recuerdo terminó al escuchar cómo se aclaraba la garganta.

―¿Recordando algo?

¿Acaso importa?

No lograrás nada comportandote de esa manera.

¿Ahora yo estaba en falta?

Estaba poniendo de mi parte para no patear su rostro.

¿Yo debo controlarme?¿en serio? Además, no he hecho nada para que me tengas aquí. El papel de ingenua siempre sirve.

Ahí te equivocas, hiciste lo suficiente para llegar a esta situación.

¿Cómo qué, exactamente? le respondo con la intención de sonar nerviosa, como si hubiera descubierto un gran secreto mío.

En este momento se define mi éxito en el resto del trabajo y mi vida.

Confiaron en mí a pesar de mis deseos para esto, trataré de no defraudarlos.

No lo sé ―finge pensar ―. Quedarte con el cuarenta por ciento de mis clientes, ocupar un nombre entre mis hombres, ser temida en mi territorio. Es insultante y fascinante a la vez. Mi única competencia debería ser los Reaht, no una chica que salió de la nada.

AlianzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora