Negro. Todo a mi alrededor era oscuridad, y con ello lo que conyevaba. Olvido. Depresión. Sentirse sola.
No sabía dónde me encontraba, pero en ese momento no me importaba. Me senté y abracé mis rodillas esperando a que mi madre viniera y me abrazara , como la había hecho siempre. Ese es el problema. Había. Ya no esta. Ya no puede acariciarme la espalda de arriba a bajo cuando tengo miedo o darme un beso en la frente y arroparme cuando me voy a dormir. Ya no puedo celebrar el "Dia de las tortitas" porque yo no se prepararlas o no puedo hablar con ella de mi padre sin estar llorando porque nos dejo abandonadas.
Noté que algo o alguien me sacudía, pero no le dí importancia, solo dejaba que la oscuridad me consumiera mientras odiaba el don que poseía. Si, parece extraño pero tengo un "don" por asi decirlo. Aunque yo lo llamaría mejor, una pesadilla. Lo odiaba.
Todo empezó cuando tenía diez años. Mi padre ya nos había abandonado hacía unos dos años y yo aún lloraba su perdida en los calurosos y reconfortables brazos de mi madre. Ella me decía que volvería, pero ahora veo que simplemente me decía una pequeña mentira para no hacerme sentir peor de lo que ya estaba, él nunca volvió. En esos tiempos no sabía de mi "don", hasta que un día cuando fuimos a visitar a mis abuelos, lo vi, ese anillo de color alrededor de las muñecas.
Al principio creía que eran unas bonitas pulseras que se habían comprado cada uno de un color, pero vi que la de mi abuelo era marrón y la de mi abuela, azul, y eso que ella odiaba el color azul. La estuve diciendo lo bonita que era, pero ella solo me decía que no tenía ninguna pulsera. Me extrañó bastante, pero era una niña, y eso no me importaba lo más mínimo. Unas semanas después, mi abuela estaba muerta.
Me afectó mucho su perdida, ya que siempre me había llevado bien con ella y era capaz de animarme tanto como mi madre en mis momenntos malos.
Un año más tarde volvimos a visitar a mi abuelo. Esta vez su pulsera era de color azul, igual que el de mi abuela. Diad después, él también murió. Me asusté mucho y empecé a hablarle a mi madre sobre ello. Ella me tomó por loca y me dejó internada en una casa de acogida en la que me ayudaban con mi supuesto "problema".
Años más tarde yo ya estaba recuperada, pero simplemente escondía todo lo que tenía que decir sobre mi don y hacía como sie estuviera más feliz.
Le comunicaron a mi madre que ya estaba recuperada totalmente, y espere con ansias que me recogiera. No la guardaba rencor por haberme dejado alli, lo veia normal en alguien que se enuentra con algo desconocido. Estuve esperandola durante dias, pero ella nunca fue a recogerme.
Cumplí la mayoría de edad y al fin me fui de alli, consiguiendo entrar en una universidad en la que me daban habitación. Mi compañera era la típica adolescente fiestera que casi no estudia. Cuando veía mis cambios de humor o que me hundía emocionalmente muchas veces, se cambió de habitación diciendo que me tenía miedo. Y ahora, me encuentro sola en mi habitación, la 409.
A veces me desahogaba conmigo misma, repitiendome y recordando toda la historia desde principio a fin.
Volví de mi entrance emocional cuando alguien llamó a la puerta, cosa que era bastante rara si resultaba en mi habitación. Me sequé las lagrimas que se habían escapado durante la trágica historia de mi infancia y me miré al espejo antes de abrir. Estaba echa un asco, como siempre, a siq eu me eché un poco de rimel , brillo de labios y maquillaje para ocultar mis siempre presentes ojeras. Me vestí con unos shorts no muy cortos, unas sandalias azules celeste y una camiseta del mismo color que decía "What is wrong with you?". Asi por lo menos no parecía que había estado en mi cama llorando durante dos horas.
-Ya voy, ya voy- dije alzando la voz cuando volvieron a llamar.
Abrí la puerta y me encontré con un chico alto, musculoso, de ojos y pelo marron y con tatuajes a simple vista por los brazos. Sentí como me miraba de arriba a abajo al igual que había hecho yo con él anteriormente.
-Hola soy Kevin Moore- dijo extendiendome su mano amablemente. Nadie de toda la universidad me hablaba si no era por que por mala suerte le había tocado hacer un trabajo conmigo, a si que eso de la convivencia lo llevaba mal y eso a conyevado a que durante estos años haya creado una especie de coraza , bastante dura a decir verdad, que hace que no me fie ni quiera congeniar o entablar amistad con nadie.
-Y eso a mi me importa porque...- dije de manera grosera dejando un espacio para que me diga que diablos hace en mi habitación.
-Soy tu nuevo compañero de habitación- dijo sonriente. Miré su muñeca en la cual alrededor había un anillo o pulsera color verde, eso significa que aun le queda bastante tiempo para morirse, más de un año. Bien por él.
-No me interesa tener compañero o compañera de habitación a si que te puedes marchar a otro sitio- dije friamente.
-No hay más habitaciones libres- respondió encogiéndose de hombros. Maldita sea. Me eché a un lado y le extendí el brazo moviendolo hacia la habitación indicandole que pasara.
-Gracias, la verdad es que esperaba que la habitación fuera más pequeña- comentó alegremente. ¿Pero es que no se le agotaba la alegrí ao algo asi?
-¿Como es que permiten dejar dormir a un chico con una chica durante todo un curso?- me pregunté para mi misma, pero el me oyó y me respondió con un no lo se, pero yo estoy bien asi.
-Aún no me has dicho como te llamas- dijo él mirandome a los ojos. Yo aparté rápidamente la mirada de los suyos ya que llevaba bastante tiempo sin hacerlo, y eso me incomodaba.
-Soy Katia Young-
-¿Te puedo llamar Kat?- ¿pero quién se creía que era? si nos acabamo sde conocer.
-No-
-¿Katy?- preguntó
-No-
-Pues entonces te tendré que llamar por tu nombre- suspiró rendido.
-Nadie ha dicho que me tengas que llamar, a si que no veo la necesidad- le dije friamente.
-¿Por qué eres tan fría y distante?- preguntó con el ceño fruncido.
-No te tiene porque importar eso-
-Vale...- y por fin la habitación se quedó en pleno silencio, cosa que agradecía.
Él mientras tanto, se dedicaba a colocar sus cosas y extender poster de fútbol y videojuegos por las paredes. Cosas típicas de chicos, no me hubiera extrañado que aunque yo estuviera ahi, pusiera posters de chicas desnudas. Hombres, no hay quién los entienda. Aunque la verdad es que las mujeres no nos quedamos muy lejos.
Me pusé a pensar en que debería ir escribiendo todo lo que sé sobre mi "don" y lo que vaya descubriendo y asi no se me olvidaría nada. Una buena idea en todo el dia.
Cojí mi cuaderno y un boli azul y me puse a escribir hasta que acabe con lo que sabía. Me puse a leerlo en voz baja para ver si me faltaba algo.
1. El color verde significa que quedan muchos años por vivir, por lo menos más de uno.
2.El color amarillo significa que está enfermo, aunque sea leve su enfermedad como un simple constipado.
3.El color marron significa que le queda menos de un año para morir.
4.El color azul significa que pronto morira.
5.Hay veces que tiene mitad de un color y mitad de otro y eso signififca que está en medio de esas dos etapas.
6. NO me puedo ver mi propia pulsera o anillo.
Perfecto. No sabía nada más y tampoco sabía como lo había conseguido, solo que lo odiaba, porque por tenerlo mi madre me dejo y no volvió, y sigo sin culparla, me parece normal que se asustara del monstruo que tiene como hija.
Me empezó a entrar sueño y sin darme cuenta ya estaba durmiendo en mi cama y sumiendome en la espantosa pesadilla llena de oscuridad que me aterraba cada noche.
(en multimedia Kevin)
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Shattered Dreams
Teen Fiction-Katia no puedes vivir asi durante toda tu vida- dijo intentando convencerme. Como odiaba cuando hacía eso y lo conseguía. -No es de tu incumbencia, vete ya- espete señalando la puerta. -Pues ven a divertirte conmigo, veras como te olvidas de todo...