Problemas familiares

97 14 10
                                    

Hannah estaba conduciendo, malhumorada, llevaba cuatro horas en el infernal coche deseando llegar y meterse en el primer hostal que viese para por fin descansar puesto que había sido un día demasiado largo para su gusto. Se dirigía a Hampshire, un sitio de Inglaterra situado al sur. Su mente, además de quejarse en bucle por el dolor que estaba siendo presente por estar tanto tiempo sentada, no paraba de dar vueltas sobre qué había sucedido ésta mañana. Los gritos, las amenazas de muerte y las miradas de hastío de su familia era algo que no podría olvidar de un día para otro.

Su madre, era una mujer de pocos recursos económicos, siempre había sido una ama de casa toda su vida, vivían por el dinero que su padre ganaba de una empresa en la que fue admitido gracias a que hizo buenas migas con el jefe en la entrevista de trabajo. ¡Quién diría que a ambos le encantasen tanto el hockey sobre hielo! además, de ser fan del mismo equipo. Por lo que le contó su padre, se llevaron toda la entrevista hablando sobre ese deporte.

Tres años más tarde, su jefe decidió hacer una cena empresarial en la que su madre y ella fueron invitadas, supuestamente iba a decir una noticia importante, ¡Y vaya noticia! Resulta que en dos semanas, se iba a jubilar y como consecuencia, su hijo sería el jefe de la empresa, y no solo eso, iban a reducir el cobro de los empleados puesto que la empresa estaba sufriendo unos pequeños baches.

Horas más tarde de aquella noticia que dejó desconsolado a todos, el hijo del jefe, llamado Tom, no quitaba ojo de Hannah y para los padres de la chica, no pasó desapercibida aquella escena, por lo que hicieron lo imposible para intentar que ambos se conociesen. Tom, estaba encantado. Salían casi todos los días a tomar algo y hablar sobre cosas triviales pero Hannah no estaba tan feliz como aparentaba. Sabía que sus padres sólo querían que ella saliese con él para en un futuro casarse y liderar la mitad de la empresa. No tenían en cuenta lo que ella sintiese por él, que solo era una simple amistad.

Ayer, harta de tanto aparentar, se peleó con sus padres pero éstos no querían entender que ella tenía razón, era tanta las ganas de ganar un poco más de dinero que cualquier excusa que saliese de la boca de su hija quedaban nulas para ellos, y para rematar, su padre descubrió que su mujer había tenido encuentros clandestinos con el jefe de la empresa por un mensaje que llegó justo en mitad de la pelea, por lo que hizo que la situación empeorase si eso fuese aún más posible.
Sin pensarlo dos veces, su padre se fue de la casa echando humos y su madre, presa de la situación, echó la culpa por todo a su hija y la echó de casa. Sabía que no era cuestión de tiempo que eso pasase puesto que desde pequeña su madre nunca había sentido afecto por ella y siempre la culpaba de todo. Según su madre, fue un hija no deseada puesto que fue fruto de una infidelidad. Su progenitora, antes de embarazarse de Hannah, estaba en una relación con el que decía, era el amor de su vida, pero al tener una aventura loca con un extranjero, quedó embarazada y al enterarse su novio de aquello, decidió dejarla y abandonarla con un bombo que ya tenía cinco meses. Nunca se lo perdonó y siempre pagó ese error con su hija.

Ahora Hannah se dirigía a otra ciudad, buscando una nueva vida y, ¿Para qué engañarse? Estaba encantada, el problema era que tenía que encontrar trabajo pronto porque sus pequeños ahorros no iban a durar mucho.

Una vez que llegó, fue a un hostal un poco viejo pero lo suficientemente barato para poder hospedarse almenos tres días y no gastar tan rápido el dinero.

Habitación 202

Nada más entrar, se quitó los zapatos y se tiró en la cama, situada en medio de la habitación. No sé si fue su imaginación, pero vio polvo flotar cuando hizo ese acto por lo que supuso que hacía mucho tiempo que esta habitación no había sido limpiada.

Hannah contuvo una arcada ante aquel pensamiento y en poco tiempo quedó rendida en los brazos de Morfeo.

La mañana siguiente llegó y podía escuchar por la ventana los taxis pitando y pájaros cantando alegremente. Se levantó con pocas ganas, aún seguía cansada del día de ayer pero sabía que tenía que salir a desayunar y buscar trabajo como sea.

La mansión de HampshireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora