El primer día no fue nada mal. La chica había limpiado las tres plantas que la mansión presentaba de una forma rápida. También es verdad que la mansión de por sí ya estaba limpia. Y no es de suponer, ya que antes de ella otras personas estuvieron limpiando y aquí solo vivían el mayordomo y el señor White.
De momento Hannah no había visto a ningún fantasma, ni siquiera había escuchado nada que le diese a entender que hubiese uno.
—Señorita Hannah. La cena está lista. —Aparece el mayordomo por la puerta del salón en cual la chica estaba descansando.
La chica se levanta de un salto y va hacia la cocina, detrás del mayordomo. Mientras caminaba se preguntaba quién había hecho la comida, pero quizá no es algo que deba saber.
Al entrar, una mesa larga que fue limpiada por ella hace tan sólo poco más de media hora, estaba llena de platos llenos de comida tales como un pollo en medio de esta, verdura, pescado y dos copas cuales seguramente se rellenarían solamente de vino puesto que era la única bebida reluciente de la mesa.
—Buenas tardes. —Responde el señor White.
—Buenas tardes. —Saluda la chica de vuelta mientras va caminando hacia su asiento. No sabía dónde sentarse pero finalmente se decantó por el lado derecho, al lado del señor White.
Era el momento más incómodo de su vida. Literalmente estaba almorzando con su jefe con el cual estaba comenzando a vivir a partir de hoy, del cual conocía solo de hoy.Hannah observa su plato vacío y no sabe qué hacer. ¿Debería servirse ella sola o debería esperar a que alguien lo hiciese?
Observa de reojo al señor White quien, estaba tranquilamente sentado sin moverse.Rápidamente, una mujer pasado los cuarenta años, camina deprisa hacia nosotros y comienza a agarrar el plato de mi acompañante mientas lo acerca al pollo.
—Perdone señor, me retrasé un poco debido a...
—No hace falta que se explique, pero que sea la última vez. —Responde de forma dura, sin ni siquiera mirarla.
Hannah traga saliva mientras ve cómo la mujer, ahora más nerviosa, agarra su plato.
¿Cómo puede tratar de esa forma a sus empleados? Ni siquiera había llegado tan tarde como para que el señor White le hablase con esas palabras.
Una vez que la mujer había puesto suficiente comida en su plato, llena las copas de vino. No era muy fan de este, sin embargo la chica se rehusó a admitirlo.
La mujer se queda en una esquina, adyacente a la del mayordomo y el señor White comienza a comer.
—¿Cómo va su primer día de trabajo? —Pregunta aquel hombre hacia la chica.
Ella se apresura a observarlo, no vaya ser que se enfade porque crea que no le atiende.
Carraspea antes de hablar.
—Me he sentido bastante cómoda, siendo sincera. —Responde y suelta una pequeña sonrisa mientras le observa por debajo de sus pestañas.
El hombre la observa, quita su mirada de ella, observa su plato y agarra con ayuda del tenedor y cuchillo un trozo de pollo, lo observa y luego lo mete en su boca.
Hannah observa su plato de nuevo aún sin tocar.
Agarra el tenedor que parece bastante caro y lo hinca en el pollo, luego se lo lleva a la boca.
La verdad es que sabía exquisito, hacía tiempo que no comía un pollo así de bueno.Mientras mastica, medita en si preguntarle por su nombre puesto que aún no sabía nada.
—¿Puedo saber cuál es su nombre, señor?
—Me llamo Roderick. Pero llámeme sólo White por favor.
—No sabía que había más de dos personas trabajando aquí.
—Las hay. Hay tres cocineras, pero solo tienen un horario a la hora de almorzar y otro a la hora de cenar. El mayordomo, Jack, se queda todo el día pero se va a las doce. Solo la limpiadora se queda aquí todos los días. —Responde de forma tranquila. Hannah tiene curiosidad del por qué las limpiadoras sólo tienen ese horario y decide hacérselo saber.
—Me pregunto por qué yo debo quedarme todos los días. Soy igual de prescindible que todos los demás.
El señor White gira su cabeza hacia la chica.
—Se equivoca usted. El almuerzo debe estar listo siempre a las dos y media en punto, ni un minuto más ni uno menos. La cena a las ocho de la tarde. Por lo tanto las demás horas quedan vacías. El mayordomo sirve para responder a mi llamado de ocho de la mañana a doce de la noche, las demás horas simplemente lo que hago es tener un apacible sueño. En el caso de necesitar ayuda simplemente se lo debería pedir a usted, por lo que tiene que venir quiera o no. —Responde con una mirada dura y una voz firme, como solo Hannah le ha visto hacer todo el tiempo.
—¿Y qué hay del desayuno?
—Eso debe de hacerlo usted. ¿Acaso no le ha quedado claro? Normalmente me suelo levantar a las siete de la mañana así que a esa hora necesito mi desayuno, solo desayuno huevos revueltos con zumo de naranja recién exprimido. Espero que sepa hacer eso. Por cierto, debería comer rápido o la cena se enfriará, además ya pronto serán las nueve y necesita llenar mi bañera. —Responde observando su reloj.
La chica se queda boquiabierta. No solo tendría que despertarse a las seis de la mañana, sino que encima tenía que hacer cada cosa que le mandase a cualquier hora.
No es de extrañar que pagase tan bien, con todo lo que una persona tiene que acarrear y no solo sobre el horario sino también con la actitud fría y carente de sentimiento del señor White. ¡Dios, que aburrimiento!—Está bien. —Responde Hannah y empieza a comer.
—Quería tener esta charla con usted hoy, así que también le informo de que si en algún momento usted me falta el respeto o se opone a cualquier cosa, debo despedirla. Además, nunca debes llegar tarde a la hora del almuerzo o la cena, si es así, se queda sin comer. Además, nunca, jamás, deberá adivinar nada sobre mi, ni de dónde vengo ni a qué me dedico. Simplemente se limitará a acatar mis órdenes y limpiar la mansión. ¿Entendido?
Hannah luchó por no darle una mirada desaprobada, sin embargo, dejó su tenedor a un lado y se irguió en su silla.
—De acuerdo. —Responde y, no es cuando el señor White se levanta, que ella lo hace también.
Es la cena más rara que ha tenido en su vida.
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La mansión de Hampshire
RomanceSin rumbo ni trabajo, Hannah tiene que ganarse la vida de cualquier forma luego de que su madre, quien ponía los cuernos a su padre, la echase de su casa. Desesperada, decide contactar con el señor White, un hombre que buscaba limpiadora para su man...