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La luz de la luna cayendo sobre aquella figura conocida como su reina y aquellas palabras tan conocidas lo hicieron recordar aquel momento en el que una extraña chica le había hecho un caos en la mente, ese día desde el cual no había podido dormir cómodamente sin pensar en sus palabras, claras como el agua en su mente Una frase larga y quizá muy profunda para una chica de tan corta edad, no parecía rebasar los quince años, pero aún así había hecho olas gigantescas en su mente que no lo dejaban tranquilo desde ese momento.

Las luces del baile sólo le provocaban más molestia a Lafayette, no era la primera vez que asistía a un evento como ese pero realmente sentía la necesidad de huir en ese momento, no estaba de humor para cuidar a los nobles pasados de alcohol que eran amigos del rey, sencillamente necesitaba un descanso después de todo el revuelo que su majestad había ocasionado, y por supuesto que se refería al repentino cambio de la reina, ya llevaba unos cuantos meses pareciendo que se había convertido en una persona totalmente diferente y eso había causado una gran impresión en él, quizá una mayor de la que se esperaba él mismo pues nunca pensó que la reina pudiera pasar de ser aquella muchacha egoísta y materialista a la persona tan linda que era hoy en día, verla danzar riendo feliz entre sus invitados junto a su amiga Gabrielle ahora le llenaba de un sentimiento inexplicable, tan cerca pero tan lejos de él, todo era muy confuso en ese momento al no saber de qué se trataba esa calidez que lo invadía cada que la veía. Estaba tan concentrado observando a su majestad que solamente una dulce voz y un jalón tímido a su uniforme pudieron sacarlo de sus pensamientos, una chica de grandes y lindos ojos lo miraba atentamente, cubriéndose parte del rostro con su abanico, gesto digno de la nobleza así que supuso que la chica era de alcurnia por lo que hizo una reverencia, además de ser parte de su caballerosidad ya establecida.

-Disculpe, usted debe ser el Marqués de Lafayette si no me equivoco... - Habló entre pregunta y afirmación con esa dulce voz que había dejado salir para llamar la atención del mayor.

-Asies, soy yo madame ¿Hay algo que pudiera hacer por usted? – Respondió curioso, nunca había visto a esa chica, y él era muy bien conocido en ese lugar, pero para que alguien se le acercara tan directamente preguntando por su nombre a pesar de su cara de severidad le parecía curioso.

-Bueno... nada en especial, sólo quisiera saber si podría contarme sobre algunas de sus hazañas durante la guerra, digo, es muy bien sabido que usted es muy conocido por sus estrategias durante ese tiempo y realmente me interesaría escucharlo... - Mientras más hablaba sobre el tema los ojos de la chica parecían brillar un poco más, incluso se veía más grandes debido a la emoción que parecían desbordar de sólo imaginarse las grandes historias que el hombre tenía para contar, pero fue interrumpida por el mismo Marqués en ese momento.

-Discúlpeme madame, no sé si es conveniente que yo le cuente ese tipo de cosas, sobre todo si se encuentra sin su dama de compañía – Comenzó a intentar disuadirla puesto que él mismo se hallaba algo desconcertado al ver que dicha señorita tenía tal interés por sus anécdotas, usualmente las chicas de su estatus se interesaban más por buscar un esposo digno o comprar joyas y ropa lujosa.

-Oh vamos... - Bufó con molestia cerrando su abanico de un solo movimiento. -No habría que decirle nada sobre esto- Rodó los ojos con desesperación, la voz dulce ya no lo era tanto, pero no perdía su tono de señorita. -De todas maneras... ella nunca me dejaría escuchar o hablar de esas cosas... "No es digno de una señorita"- Hizo una imitación de quien probablemente era su dama de compañía, parecía que el estatus y la ropa no definía a nadie por mucho que algunas personas hicieran parecer eso.

Lafayette se quedó sin habla por un momento, no podía creer que había escuchado a una señorita decir eso o estar interesada en sus relatos de guerra, aunque al final su actitud tan fresca y diferente de los demás nobles logró sacarle una ligera sonrisa a su rostro que mostraba seriedad y en ocasiones algo de cansancio.

Caballero antes que hombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora