Capítulo I

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Periferia del urbanato de Argentum, tren de la Raíz del Ecosur, destino metrópoli de Elqui, hora 18:44 del 13 de diciembre.

—Me devolveré a Elqui, jamás volveré allí y si vuelvo será para volar esa estúpida universidad —.

Era el pensamiento de un oso joven con su pelo café oscuro ahora gris, con su cuerpo delgado y ojos negros sin brillo, pero antes vamos a días más felices.

"extremadamente brillante", así lo describían sus compañeros de escuela, sus profesores y su familia, el chico tenía diecisiete para ese entonces, pero había salido de la escuela a los dieciséis, paso un año preparándose para ir a la capital del Tecnato del Ecosur, Argentum.

En su primer día, lo que más le molestaba era haber terminado en una universidad privada, no era que fueran malas pero en el Ecosur se veían y ven como centros de aprendizaje para fracasados, lo cierto es que él no era un fracasado pero la guerra con el norte y los constantes avances habían reservado las plazas para los mejores estudiantes en las universidades públicas, como es obvio puedes ser el mejor en tu pueblo, en tu metrópoli e incluso en tu urbanato, pero será difícil superar trecientos cupos para los más brillantes entre ¿veinte millones de estudiantes?.

Biología era su carrera, muchos dirían que por venir del "estado militar" estudiaría ciencias políticas, ingeniería en materiales o incluso que se iría al ejército, pero no era así, quería una carrera científica, aunque ninguna universidad privada estaba en su sueño, lastimosamente ese tipo de centros educativos eran bastante "especiales", requisitos absurdos que estaba dispuesto a cumplir, por suerte tenía una beca, sus padres no tendrían que pagar por esa mierda y le costaría entrar más a investigación pero para su suerte si llegaba alto las probabilidades de que lo eligieran para Tecnato eran bajas, lo cual significaba tranquilidad para su mente.

Ahora con su torpeza natural estaba en el sótano de la llamada "Universidad Central" o UCE para abreviar, buscaba el baño, ese lugar era un laberinto de proporciones dantescas, no sabía dónde estaba su sala de clases, en definitiva, estaba perdido.

—¿El baño esta al fondo?, no lo creo —pensaba nervioso al ver el lugar completamente blanco.

Ese sótano era luminoso, grandes triángulos de vidrio daban hacia la superficie, pero aun así daba cierta incomodidad, esa sensación de cuando caminas solo en un pasadizo de un hospital, el chico creía que le iban a aparecer zombis, no es que creyera en ello era casi imposible científicamente pero aun así detestaba esas películas. Inmerso en su búsqueda veía carteles holográficos de color azul, un azul muy molesto que decían "biblioteca cerrada", "laboratorio BG-4", del baño aun nada y su vejiga estaba a punto de explotar.

—¿¡Que tiene ese idiota!? —.

Se pregunto al ver a un humano, alto un poco más que él, en base a lo que media, uno ochenta y uno, el oso calculo que el humano que había pasado con cara de engreído quizás media uno ochenta y cuatro a lo más, andaban vestidos parecidos, mientras él vestía una camisa manga corta color negro, con pantalón de tela y mocasines del mismo color, el humano vestía una camisa a rayas celeste manga larga, pantalón de tela y mocasines café.

—Presumido/a humano/quimera —fue el pensamiento de ambos antes de dejarse de mirar y seguir avanzando en dirección opuesta.

El oso por su parte siguió buscando el baño, para su suerte encontró uno que decía "en remodelación", sin ninguna culpa se escabullo bastante bien a pesar de su tamaño y entro a una de las casetas, la gloria fue máxima y al menos algo tenía en común con un humano.

—Hablando de humanos —.

Regreso mentalmente a ese instante de hacía unos minutos, no era que no hubiera visto en su vida, pero eran raros, según muchos el Ecosur tenía una de las tasas más altas de quimeras en todo el planeta, para entonces eran un ochenta y seis por ciento de quimeras versus un catorce por ciento de humanos lo cual según sus padres orgullosos "quimeristas" estaba bien, "suficiente problemas tenemos con esos del norte y PHP ahora que estamos en guerra, no queremos traidores aquí, somos un país civilizado", escuchaba la voz mezzosoprano de su madre en su cabeza, era una mujer orgullosa de quien era, al igual que sus abuelos y toda la línea de sangre matriarcal, su padre al contrario peleaba con esas ideas pues era un hombre estoico en el trabajo pero flexible en su ideología.

Historias en Argentum: GioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora