Hey Peter Parker ⇝ [spiderwitch]

10| always

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El capitán Stacy siempre había sido un agente de policía hecho y derecho, así que cuando se enteró que un vigilante había aparecido en las calles de Nueva York, no dudó en tacharlo como lo que era. Un criminal.

Durante muchos meses no tuvo nada para encerrar a la araña tras las rejas, algo relacionado con ser el protegido de Stark, y el millonario era intocable. Pero después de tanta espera por fin tenía algo a su favor. El supuesto vigilante de Nueva York no solo había ocasionado miles de dólares en daños ocasionados por sus numerosas batallas, ahora también estaba relacionado con el nuevo peligro reptiliano que recorría las calles de la ciudad. 

Una voz lo sacó de sus pensamientos, el sonido de las hélices del helicóptero que estaba a punto de abordar dificultaba su sentido auditivo. 

— ¡Capitán Stacy! — Un agente lo alcanzó — ¡Ya lo vieron! ¡El lagarto va a la estación de Calle Canal! —

— ¿Y Spider-Man? — Preguntó con cierta ansia en su voz.

— Estaba en Midtown High 

— ¡Lo quiero arrestado! 

Y sin una palabra más subió a la aeronave, iba a atrapar a ese supuesto héroe y arreglar su desastre y mantendría segura a la ciudad. Su ciudad.

El Lagarto caminaba a paso lento por las calles de la Gran Manzana, una mochila sobre su hombro. Su plan estaba casi completo, solo tenía que llegar a la torre OSCORP y la ciudad sería suya, y nadie podría detenerlo. No araña, no policía, ni una sola alma podría contra él. 

Sus sentidos se alertaron cuando vio algo moverse en la oscuridad de la noche, pero no se esperaba que una lluvia de balas callera sobre él. De un momento a otro la calle se llenó de agentes especiales SWAT que dispararon a diestra y siniestra contra su piel. 

Las balas dolían como los mil demonios, pero no era nada que no pudiera soportar, ¿Sabían que los lagartos suelen quedarse quietos e incluso disimular su muerte para cazar a su presa? Los agentes estaban a punto de saberlo.

Un sonido gutural salió de su garganta y pronto se encontraba tirado en el lugar en el que momentos antes se encontraba de pie, la SWAT, confiada, se acercó a él, las heridas de bala profundas en su piel y su cuerpo inmóvil dieron la ilusión de estar muerto. Uno de ellos acercó su arma hacia él, tocándolo unas cuantas veces; pero cuando las heridas del reptil empezaron a cerrarse su corazón se detuvo. 

De un manotazo Connors mandó a volar el arma del agente y con su otra extremidad sacó una granada de humo de las muchas que se encontraban en su mochila. Humo verde llenó la visión de todos y no supieron de donde llegaron los golpes del inmenso reptil, que lanzó la granada aún activa hacia el resto de agentes. Los que seguían conscientes se quitaron desesperadamente el pasamontañas que portaban, sentían su lengua alargarse y cosas que brotaban de sus poros, cortándolos en el proceso. El  monstruo sonrió, su plan había empezado antes de lo previsto, pero aún así, ya estaba en marcha.