Esto es hermoso, los rayos del sol entrando por la ventana, ese soplo de aire por toda la habitación, esa sensación de tranquilidad... Mmmm, es emocionante y al mismo tiempo relájante, adoro esto.
-Señorita Aira -Dijeron desde afuera de mi habitación, después de tocar la puerta.
-¿Qué pasa? -Conteste, girando mi cabeza hacia la puerta.
-Señorita su padre le llama.
-Huh... Ya voy -Suspiré y respondí, estiré mi cuerpo aún acostada en la cama y tome mi teléfono de la mesita de a lado.
Me levanté lento de la cama y me dirigí al baño para arreglar mi aspecto, me cepille y me cambie de ropa. Dejé mi teléfono y salí de mi habitación
-Buenos días señorita, su padre la espera en su oficina.
-Gracias, huh -Solté otro pequeño suspiro y camine hacia la oficina de mi padre.
La casa está muy animada y agitada, hay gente corriendo de aquí por allá, todos parecen apresurados, se nota que vamos a irnos.
--Aira, mi niña -Me detuvo una suave voz que provenía detras mío.
Gire y vi a una adulta de vestido azul que caminaba hacia mi, con una sonrisa en el rostro y un ánimo encantador.
-Nana.
-Mi niña, ¿Vas con tu padre?
-Si nana, al parecer si me voy a quedar aquí sola un tiempo.
-Ojalá y te lo cumpla mi niña.
-Esperemos que si, ¿Tú lo vas a acompañar a Canadá?
-Si, pequeña, yo iré con tu padre, no podría dejarlo solo por mucho tiempo, tu padre es un hombre un poco torpe, no sobreviviría mucho tiempo sin mí.
-Ja, lo sé. Él no hubiera podido sin ti en todo este tiempo.
-En cambio tú eres fuerte e inteligente. Eso lo sacaste de tu madre -tomo mis manos-. Tal vez él no hubiera podido sin ayuda, pero tú si.
-Yo... -Me quede unos segundos sin decir nada, me sentía extraña y no sabía que decir.
-Bien, no hay que dejar esperar a lo bueno.
-De acuerdo, Nana.
Mi Nana, me dió un beso en la mejilla y me soltó para luego alejarse.
Me di la vuelta y camine de nuevo por el pasillo, me dirigí a la habitación del medio y me quedé parada unos segundos.-Padre -Dije luego de tocar con entusiasmo la puerta.
-Adelante -Escuché respuesta.
Abrí despacio la puerta y entre a la oficina, di unos pasos, al instante de entrar note la presencia de un hombre sentado en una de las sillas que se encontraban al frente del escritorio. El hombre se veía jóven, cómo de veintitantos años, llevaba una chamarra de cuero negra, se notaba que realmente tenía estilo, su cabello era negro, un poco largo y estaba despeinado.
-¿Si, papá? -Pregunté ya un poco inquieta.
Me sentía extraña, ni siquiera se había dado la vuelta para verme, solo giro un poco su cabeza y movió un poco su asiento hacia adelante.-Aira, quería hablar contigo, y presentarte a alguien, bueno, no exactamente.
Al decir eso me sentía confundida y algo intrigada.
-Ven, siéntate hija.
-¿Qué pasa, papá? -Pregunté después de acercarme lentamente hacia una de las sillas.