Yukimaru.

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Las charlas ahora son menos extrañas, pero no menos fascinantes.

Aunque Furihata cree que todo lo que Akashi dice es fascinante, incluso si hablan sobre la probabilidad de ser asesinado por estar en el lugar y la hora equivocada o del color favorito del pelirrojo, que, no para la sorpresa de Furihata es el color rojo.

Rojo como su cabello.

Rojo como sus ojos.

Rojo como el color de la sangre que recorre sus venas y las de Furihata.

Rojo como el color del atardecer de un caluroso verano.

Rojo como el color de las rosas que su madre amaba.

La madre de Akashi, Furihata siente que ama a la mujer que Akashi describe, hermosa, amable e increíblemente dulce; Akashi, como cualquier otro hijo, dice que su madre es la mejor y Furihata no lo duda, ella seguramente lo fue.

Akashi le habla de Yukimaru, su caballo, un regalo de su madre y Furihata solo puede sonreír como idiota al imaginar a un pequeño Akashi junto a un pequeño Yukimaru. Él dice que le encantaría conocerlo y Akashi le promete que lo hará.

—Yukimaru es un poco arisco con otras personas, pero estoy seguro que le encantaras.

—¡Eso espero!

Hablan de todo y de nada, hablan por las mañanas, antes de la escuela, durante los descansos y después de clases, en la práctica del club de básquet (Furihata ha descubierto que Akashi esta en el club de básquet y ahora Furihata se ha convertido en el manager del suyo) y por las noches, después de que Furihata se da un baño y seca su cabello porque Akashi odia que no lo haga, y su madre esta agradecida con Akashi-san, al otro lado de la línea, cada vez que Furihata toma la toalla y la secadora.

Akashi se ríe cuando Furihata lo dice y su voz es tan suave y masculina, Furihata la ama, así como ama a Akashi.

Han pasado casi cinco meses desde la primera llamada extraña, dos desde que se vieron por primera vez y se dio cuenta de que, probablemente, estaba enamorado de Akashi.

Ese "probablemente" se ha convertido en un "completamente".

—¿Mañana estas libre? — Akashi pregunto, aunque, la forma en que lo dice, parece más una afirmación que una pregunta.

—¡Lo estoy! — E incluso si no, Furihata haría algo para estarlo, no quiere perder esta oportunidad de verlo. — Estoy totalmente libre mañana. — Su corazón late más fuerte y sin control, sus mejillas están completamente rojas y no puede controlar el temblor en sus piernas.

—Me alegra escuchar eso, Yukimaru ha querido conocerte por un tiempo. — Furihata no lo sabe, pero Akashi está sonriendo del otro lado de la línea, nervioso por segunda vez en su vida, y es por este chico, es solo por Furihata que se permite sentirse de esa manera, expectante y con anhelo, felicidad desbordante, una sonrisa ridículamente grande en sus labios y frio en sus manos cuando sostienen con fuerza su teléfono y dice: — y yo, te he extrañado también.


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Akashi no odia a los animales, pero tampoco los ama, excepto, tal vez a Yukimaru, porque fue el regalo de su madre y porque Yukimaru es muy inteligente y obediente y Akashi ama que sus órdenes sean acatadas, tanto como ama ver la sonrisa de su madre cada vez que lo ve cerca del caballo, cepillándolo o aprendiendo a montarlo.

Número privado. |AkaFuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora