2012

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Sus manos amenazaron con dejar caer el cetro y el maletín por la humedad en sus palmas. Había dispuesto todo para dejar como última parada el 2012 y entregar las gemas antes de volver al 2023.

Pero no imaginó el impacto que provocaría en él volver a estar rodeado de Stark, que se recuperaba de la falla en su reactor provocada por Lang; O ver a Natasha discutiendo por la negligencia con los guardias que habían permitido el escape de Loki.

Mientras todos estaban perdiendo los papeles, el Steve del 2012 emprendió la búsqueda del asgardiano y el Steve del 2023 supo que era su oportunidad para acorralarlo y después de dejarle noqueado, poder ocupar su lugar y entregar el cetro a SHIELD. Era como la historia debía seguir su curso.

Caminó sigilosamente tras el Steve Rogers de esa realidad y justo cuando logró golpearle la parte posterior de la cabeza, dejándolo inconsciente, él también fue sorprendido.

—¿Quién diablos eres?— Esa voz tan conocida para él y el sonido de un arma cargarse muy cerca de su oído, le hizo contraer el rostro en una mueca de haber arruinado todo.

—Soy... yo, Nat. Natasha. Agente, quiero decir...

—¡No te atrevas a moverte o te vuelo los sesos, Loki!— Golpeó con el cañón de su arma la sien del rubio impostor frente a ella.

—No soy Loki, el huyó abriendo un portal a Dios sabrá dónde...

Steve intentó activar el botón en su traje, para así poder huir a su tiempo, sin embargo no hubo cambio alguno. Con cautela y esperando que la pelirroja no notara sus intenciones,  volvió a presionar un par de veces más, desesperado con la incipiente idea de estar varado en un tiempo al que no pertenecía.

—Arrodíllate y deja ese maletín y el cetro sobre el suelo...

—Soy Steve Rogers, vengo del 2023... no pretendo crear conflictos, solo estoy aquí para entregar el cetro que tomamos prestado en mi tiempo.

—Eso es imposible...— Casi podía escuchar en el interior de Natasha todas las dudas que revoloteaban.

—Luchamos contra dioses y alienígenas... ¿y no puedes creer en los viajes en el tiempo?

La rusa con desconfianza, rodeó el cuerpo de Steve, o del que decía serlo, para estar de frente a él y verle a la cara. Podía ser Loki, podía ser un Skrull... podía ser quien fuera, no confiaba en él.

—Dime algo que sólo el Capitán Rogers y yo sabríamos— Exigió, apuntando al centro de su frente.

Steve se relamió los labios, dudando de que hablar de cosas que le contó en el futuro, no fueran nocivas. En ese momento, luego de la Batalla en Nueva York, los Steve y Natasha de ese tiempo no tenían cercanía, difícilmente habían hablado de temas no triviales durante los momentos que cruzaron palabra.

Se maldecía por no haber sido más abierto en aquellos días o los siguientes. Natasha era una mujer única, una hábil espía, una dama llena de aptitudes y por supuesto el ser más interesante que había conocido; era una lástima no descubrirlo antes y aprovechar la ocasión para conocerla, como lograron abrirse el uno con el otro las últimas semanas antes de que...

Era demasiado difícil incluso pensarlo. Después que recuperaron las gemas, se concentró en la idea de Nat ausente, esperando en Vormir por ellos; porque no se podía creer que no hubiera una forma de traerla de vuelta.

Luego Craneo Rojo en espíritu o lo que fuera, se encargó de confirmarle lo que Clint había vociferado lleno de dolor, por no haber podido evitar la muerte de Natasha. Steve pasó horas solo sentado en un risco, hablando con su amiga, compañera y amor inconcluso.

Le dijo que no se perdonaba no ser sincero con ella, como se habían prometido. Pero él quería esperar a que todo volviera a la normalidad que tanto añoraban, para poderle hablar de sus sentimientos.

Imaginó la respuesta de Natasha, "Eres un idiota, Rogers" y sonrió con tristeza, porque lo era. Desperdició la oportunidad de decirle a la única mujer que amó genuinamente, que moría por una vida a su lado.

Solo era Steve, siendo Steve. Siempre a destiempo, siempre pensando en los demás antes que él mismo; Y se había condenado a una plana existencia viviendo sin su amor.

Luego de sacar todo lo que se había guardado desde no sabía cuando, se levantó listo para irse. Pero solo tuvo tranquilidad su alma, cuando una fuerza invisible pareció envolverle, abrazarle... seguramente Nat se estaba despidiendo, pidiéndole que consiguiera la vida que tanto se había negado.

Pero muy en el fondo sabía que no quería estar con nadie, nunca, si no era ella.

Y en ese preciso momento, teniéndola frente a él, su corazón latía con frenesí, con el deseo incontenible de tocar su rostro una última vez, antes de marcharse.

—Odias el Ballet— Comenzó con inseguridad— porque en el lugar donde te entrenaron, era otra forma de tortura. Tienes una cicatriz en la cadera; protegías a un hombre y el soldado del invierno te atravesó para matar al científico que escoltabas.

Romanoff estaba perpleja ante las palabras del rubio, eso era algo que jamás había contado a nadie que no fuera Clint. ¿Cómo podría saber eso tan íntimo y solo de ella?.

De pronto todo pareció muy claro.

—Estás haciendo tus trucos idiotas con mi mente. No eres tan listo, Loki. Deja de verme así.

Pero Steve no podía evitarlo. Volverla a ver había removido las viejas heridas y sus sentimientos contradictorios. Quería abrazarla, necesitaba hacerlo. Quería disculparse con ella por no poder salvarla de su fatal destino y por no lograr convencer a Cráneo Rojo por regresarle; a él, a su familia, donde ella pertenecía.

Al final dejó caer el cetro sobre el suelo, en clara señal de sumisión.

—Nat... fuimos, somos, siempre seremos amigos. A pesar de las diferencias que pudimos haber tenido, siempre estuvimos unidos... Y lo más difícil durante los 105 años que he existido, ha sido sobrellevar la pérdida... yo solo estoy aquí para cumplir con la misión de entregar piezas importantes de la historia, no pretendo hacer ningún daño... bueno, más que a mi mismo— Señaló con un movimiento de cabeza al otro Capitán, desmayado sobre el suelo.

—Si estuvieran invertidos los papeles, tu no me creerías... ¿Porqué debería creer en tu palabra?

—No tengo ningún argumento que pueda hacerte confiar en mi...— Murmuró con cansancio, sin saber que más decirle— Ahora mismo estoy varado en este tiempo, solo puedo pedirte que no me entregues... de eso dependen nuestras realidades.

Aún dudando, la rusa bajó el arma, sin dejar de mantenerse alerta. Entonces el tipo que decía ser Rogers, se abalanzó hacia ella para tomar el rostro femenino entre sus manos.

—Perdóname Nat— Le dijo con lágrimas acumuladas en sus ojos azules. Nunca había tenido la oportunidad y la cercanía para apreciarlos tan claramente. Romanoff tragó en seco, imaginando su siguiente movimiento; pero el beso que imaginó, se desdibujó así como apareció. Steve Rogers le estaba abrazando con un poco de fuerza de más, incluso sintió las lágrimas del hombre resbalarse hasta su cuello y perderse en el cuero de su traje— Perdóname por no poder llevarte a casa.

C L O S EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora