Capítulo: 17.

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Capítulo: 17.

Cuando te aferras a algo, cuando ese algo es más importante que nada, cuando sencillamente es más difícil dejarlo que aceptarlo. Una promesa, eso era lo que me unía a él, esa común e inocente promesa, ya lo sabía, este sentimiento que permaneció escondido, este sentimiento que jamás creí ofrecerle a él, que jamás creí que me diera, está confusa y extraña sensación que me llena por dentro, que me dice que todo está bien, que me reconforta y satisface.

Unos suaves labios posando sobre mi frente, depositando un casto beso en ella, otro suave beso en mi nariz, otro más en mis labios, con lentitud los beso, con suavidad, con ternura, los lamia con timidez, con intención de abrir mi boca para invadir mi cavidad, para el fin apoderarse de mis labios.

Un beso de él es como una droga, las tomas por curiosidad, por experimentar cosas nuevas, entonces, su sabor me derritió, me enloquecía, me hace llegar al paraíso, mi cuerpo se llena de nervios, mi boca anhela más, como un niño que jamás se cansa de dulces, sus manos recorren mi cuerpo, se pasean con intensidad memorizando cada parte de mí, sus caricias arden sobre mi piel al simple roce, tan cálidas, tan intensas, como si mi cuerpo pidiera a gritos que no deje espacio sin tocar, que me acaricie con fervor, que me disfrute a su antojo y deje gravadas las sensaciones de sus manos sobre mí.

Ese éxtasis, ese caluroso ambiente, veo su pecho subir y bajar en un ritmo acompasado, su respiración agitada, las gotas tibias de sudor cayendo sobre mí, nuestros cuerpos desnudos rozándose, tan erótico, tan excitante, nuestros cuerpos convirtiéndose en uno solo, disfrutando ese delicioso placer, compartiendo sentimientos, disfrutando del ambiente sensual, entregándonos en cuerpo y alma.

-Te amo -susurro contra mi oído después de morder son suavidad el lóbulo de mi oreja

-Yo también te amo -respondí abrazándome a su cuello, mordiendo sus hombros, ahogando mis gemidos, disfrutando de sus embestidas y perdiendo la razón.

Otra vez esa sensación, otra vez ese éxtasis, otra vez esa locura.

Nuestros cuerpos se estremecieron ferozmente ante ese maravilloso orgasmo, nuestros gemidos al unisonó ante ese placer. Lo sé, él siempre me ha provocado esto, él siempre causa esa locura en mí

***
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-¿Dónde está Niall? -pregunto Amanda

-Haciendo unas cosas -le respondió Zayn

Deje de preocuparme, la chica pelirroja dejo de ser un juguete para el Horan desde hace ya tiempo, lo más seguro es que me odie por obvias razones, la entiendo, llegue a sentir lo mismo que ella, pero que importa, no es mi culpa, solo soy una chica más. De vez en cuando es bueno cambiar la rutina, dejar de hacer las mismas cosas y experimentar situaciones nuevas, cambiar lo de siempre y dar paso a cosas nuevas. Un desayuno ligero, mi fruta de siempre, mi botella con agua, esta vez de sabor fresa

Escuche gritos a lo lejos, voces chillonas de chicas emocionadas, de inmediato un grupo de mujeres comenzó a correr hasta detenerse en cierto punto a unos metros de nosotros.

-¿Qué pasa ahí? -pregunto Amanda curiosa

-Así que si lo va hacer -sonrió Zayn con satisfacción

La bulla continuaba, las chicas gritaban como locas, como si lo que vieran fuera las cosas más genial que hayan visto, no sé de qué se trataba, no podía distinguir nada entre el motón de gente. Cosas como se ve genial, es tan guapo se alcanzaban a escuchar, tenía curiosidad por saber lo que pasaba, eso es cierto pero pronto esa curiosidad desaparecería, las chicas comenzaron a hacerse aún lado dejando a la vista eso por lo que se emocionaban.

Me levante de mi asiento ante lo que pude ver, mis ojos se abrieron lo más que podía, lleve mi mano izquierda a mi boca por la sorpresa de lo que tenía enfrente, ¿Qué podía pensar en ese instante? mi mente no razonaba, mi cuerpo se paralizo al instante, ¿De verdad era real? verlo así, se acerco hasta donde me encontraba, cada paso que daba temblaba mi cuerpo, a cada que acortaba las distancia mis ojos se humedecían, verlo así... Tan hermoso.

Portaba un traje negro elegantemente solo como él sabe, un perfecto porte, una perfecta imagen que derretiría a cualquiera, un perfecto él, ahora entiendo el porqué de los gritos de antes.
Inco sobre su rodilla derecha hasta quedar frente a mí, me mostro una pequeña caja de color rojo, ya se imaginaran, y ante la mirada de todos, cada uno de los que veía la escena sin poder entender lo que ocurría, cada uno testigos de lo que estaba por suceder

-___, ¿Quieres casarte conmigo?

Fue en ese momento cuando realmente comprendí que la vida estaba llena de importantes decisiones, no tenía miedo a los problemas que pudiera acarrearme esa decisión, no podía saberlo sin antes probarlo, si era correcto o erróneo, si estaba bien o mal, lo difícil era enfrentarme a lo que eligiera, saber cuál de los dos caminos tomar, caminar en uno significaba abandonar el otro.

Como si toda mi vida me hubiera llevado a ese momento, era imposible explicar las emociones que sentía en ese entonces, sorpresa, miedo, dudas, un desastroso remolino de todas ellas me invadían en ese momento, mi voz se había ido, un nudo seguía oprimiendo mi garganta. Me desplome en ese instante, caí arrodillada frente a él, ya varias lágrimas traicioneras se escapaban de mis ojos, no cabía en tanta felicidad, no podía creerlo.

Me abrazo con ternura atrayéndome hasta su cuerpo, mi llanto no cesaba, no podía controlarme.

-Te amo -me volvió a susurrar con total ternura mientras me aferraba a su pecho escuchando el palpitar de su corazón.

Solo eso me sirvió para encontrar una respuesta, el acompasado ritmo de sus latidos me ayudo a entenderlo, dejar de dudar y enfrentar lo que me espera.

Asfixia » n.h.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora