Capítulo 1

8.8K 259 5
                                    

El incesante y pesado sonido de mi alarma comenzó a sonar cuando esta marcó las 6:00AM, como lo solía hacer los años anteriores. Me desperté algo somnolienta, los rayos de luz eran cálidos, como si se tratara de una caricia.

– Que alguien me diga que esto no está pasando –bufé y me removí un poco en la cama. Saber que nuevamente tendría que ir a clases no era una buena noticia.

– ¡Despierta Taylor! ¡Debes ir al instituto! –gritó mi mamá desde fuera de la habitación, dándole la razón a mis pensamientos anteriores.

Finalmente me senté en la cama y el pensamiento de que tan malo iba a ser este año se apoderó rápidamente de mi cabeza. No tardé mucho tiempo en darme cuenta, que al igual que todos, este año iba a ser pésimo. Añadiendo que habría varios chicos nuevos; que según Ann, mi mejor amiga, estaban muy buenos, pero esta vez todo caía sobre su extraño gusto.

Volví a la realidad y mire el reloj; que por cierto, ya marcaba las 6:12AM.

– ¿Es en serio? –exclamé en voz alta– ¿De verdad pasé 10 minutos sentada en la cama? Vaya mierda –añadí por último.

Camine hacia el baño todavía un poco somnolienta y me miré en el espejo. 

Esa espinilla de nariz queda muy bonita en mi cara –pensé–, definitivamente, este va a ser un mal día.

Me di una rápida ducha que terminó con el duro trabajo de despertarme. Saliendo del baño me envolví en una toalla y caminé hacia mi habitación en búsqueda de mi ropa, que consistía en nada más y nada menos que un jean rasgado color negro, una musculosa básica color blanca y una camisa de mezcilla color celeste; y por último, pero no menos importante, mis indispensables Converse negras. Nada extraordinario, mi gusto se guiaba mas que nada hacía lo común.

Una vez ya vestida, recogí mi castaña cabellera en una trenza despeinada; escondí la odiosa espinilla con algo de maquillaje, delineé mis ojos y apliqué un poco de mascara de pestañas. Ordené mi cama y bajé rápidamente las escaleras para ir a desayunar junto mi familia.

Al entrar al comedor me encontré con Hannah –mi mamá– y Cameron –mi hermano mayor–.

– Buenos días, Tay –habló mamá–. Hay cereales para desayunar –replicó, para luego de dejar un gran beso en mi frente.

El silencio inundó la sala, por lo que se podía escuchar las cucharas pegando contra el fondo de los tazones con cereales.

– Ya me voy a trabajar pequeños –mencionó Hannah. Dió un sonoro beso en mi mejilla y otro en la de Cameron–, procuren no crecer ¡Los quiero! –añadió mientras se escabullía por la puerta principal.

– Nosotros igual –respondí, a pesar de que mamá ya no se encontraba en la sala.

– Pequeños –se burló Cameron mientras se sacudía de un lado para el otro de una manera muy extraña–, tengo 19 años, ¡Por favor!

No pude evitar soltar una tonta risa.

– Aún seguimos viviendo en casa de mamá y papá.

– Taylor, tu instituto queda cerca de mi universidad. Si quieres, puedo acercarte –sugirió mi hermano. Evité demostrar mi asombro.

– Espera –entrecerré los ojos y fruncí un tanto el ceño, pues Cam no suele ser muy generoso a diario-, ¿Qué quieres de mi? ¿Por qué estas siendo tan amable? –cuestioné.

– ¿Tengo que necesitar algo para ser generoso contigo? Antes de preguntarme eso, deberías al menos agradecerme.

Lo mire seriamente a los ojos y enarqué una ceja; Cameron rodó los ojos al cielo.

UnequalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora