I

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Ella nunca había hablado con el joven Marcel Galliard, compañero suyo de la clase de ciencia, mas su comportamiento frente a las demás personas le daba confianza para entablar una conversación con él en la hora del recreo.

Cualquiera dentro de la escuela lo describiría como alguien correcto, aplicado, amable y muy agraciado. Venía de una familia bien acomodada y mucha gente lo admiraba por su inteligencia y capacidad de liderazgo. En otros términos, era el chico perfecto que toda madre quisiera tener como yerno.

Sin embargo, el asunto en cuestión no trataba de Marcel y tenía un nombre: Porco Galliard.

A este punto se preguntarán: "¿Quién es este joven?". Pues bien, él no es nada más ni nada menos que la otra cara de la moneda. Orgulloso, egocéntrico y misterioso eran las palabras que mejor lo relacionaban.

Y ni que decir de su gran atractivo...era considerado uno de los estudiantes más apuestos para las chicas de grados mayores y menores. No obstante, su actitud frente a la vida le hizo ganar el título de "chico malo" desde hace 3 años.

A pesar de sus diferencias, eran los hermanos Galliard, los chicos que manejaban el lugar. Blanco y negro. Sus distintas personalidades se complementaban a la vez.

O eso fue lo que le comentarón a la adolescente de ojos marrones llenos de luz en su primer día de clases.

Tras varios meses, Elizabeth pudo acostumbrarse a los nuevos aires de la ciudad y conoció a muchos chicos que se volvieron sus amigos en poco tiempo. Desde su llegada a la escuela, el momento más aclamado por ella eran las clases de arte. Todo su ser estaba repleto de colores y la pintura era lo único que su cuerpo respiraba. Cada hora empleada significaba bastante para la joven. A partir de los dibujos, podía expresar lo que sus ojos querían comunicar: un mundo lleno de luz y esperanza.

Ahora, el único pensamiento que tenía la pequeña Eli era: ¿Qué pasó? ¿Por qué quiere hablarme? No supo la razón hasta que los dos llegaron al jardín trasero de los salones.

- Hola Elizabeth, soy Marcel Galliard. Sé que no hemos tenido un tiempo para hablar previamente, pero este tema lo amerita.

- Eres muy amable, Marcel. Dime, ¿ocurrió algo con Porco?-preguntó la chica con cierta extrañeza.

- Felizmente no es nada malo, así que no te preocupes.-Elizabeth mostró un rostro más calmado ante las palabras de Galliard.-De hecho, tengo esta carta para ti.

- ¿Para mí?

- Si, una carta de mi hermano.

Quedó confundida. Marcel sacó de su mochila un sobre con un texto escrito:

"De mi, para ti"

Le extendió la carta y la chica lo recibió extrañada.

- Tómate tu tiempo. Es algo importante para él.

- ¿Algo importante?-se preguntó en sus adentros Eli. Porco la acompañaba en la clase de arte. Su técnica de dibujo era un poco tosca, pero al menos se defendía al momento de pintar.

Desde el momento en que lo vió, sintió a un chico dulce tras la imagen oscura y fría que aparentaba.


𝐀𝐌𝐎𝐑

⠀⠀
- Elizabeth...¿Nunca te has cansado de pintar tanto?

- ¡Porco, es lo que yo más amo! Si los pájaros se comunican mediante el canto, yo lo hago mediante el arte.-dice mientras agarra un cuadro con una laguna llena de peces.-Mira, este cuadro lo pinté cuando vivía en mi antigua casa. La laguna se ubicaba cerca donde vivía y un día decidí dibujarla. Fue maravilloso, disfruté cada segundo mientras lo hacía.

- Me imagino. Debes extrañar mucho ese lugar.

- Demasiado, pero tampoco me quejo de la ciudad. Conocí personas increíbles como tú.

El chico mostró una pequeña sonrisa a la chica. Camino hacia la ventana y se sentó para ver de cerca el cielo.-¿Por qué no intentas con esto?-le preguntó.

- No estaría mal, está muy precioso.-dijo para luego ubicarse al costado de Galliard. La diferencia de estaturas era notable, algo que a Porco le agradaba.

- Desde el problema con Reiner, haz cambiado tu actitud conmigo.

- ¿Tú crees?-expresó de manera dudosa.-Quizás sí...no esperaba mostrarte mi lado vulnerable. Ese día fue el más estresante de todos lo que he tenido en la escuela. Te debo las gracias por apoyarme, usualmente lo hacía solo en el baño o cuando alguien no me veía.

- Llorar te hace humano. A veces las lágrimas expresan lo que las palabras no pueden explicar.-Elizabeth agarra ambas manos del mayor mientras los dos se miran fijamente.-Estaré para ti cuando lo necesites. Si quieres desahogarte solo llamame, no quiero que estés a solas.

-...Gracias de verdad.

Esas 3 últimas palabras no dejaron de resonar en la mente de la joven. Ella estaba perdidamente enamorada de Galliard, Porco Galliard. Toda la pasión que sentía por él lo plasmaba en sus dibujos cada día. Su mundo giraba en torno al chico y su corazón nunca paraba de latir por él.

Desgraciadamente, sabía que solo era su amiga. Muchas noches lloraba tratando de entender que le faltaba o que era lo que necesitaba para ser correspondida. Su diario era su único aliado. En este escribía todas sus preocupaciones y pensamientos que tenía por el joven. Ni en otra vida alguien como él se fijaría en alguien tan sensible como ella, pero haría todo lo posible para ayudarlo. Desde la primera vez que hablaron, empezó a descubrir pequeñas heridas que tenían que ser sanadas, por lo que ella decidió estar a su lado a pesar de todo.

No había explicación, ella lo quería. Lo amaba.

Al abrir la carta, se llevó una gran sorpresa: un dibujo de su retrato.
Elizabeth no entendía lo que estaba pasando, hasta que leyó la primera línea del papel en blanco:

"Este dibujo lo hice la misma tarde que vimos cielo en el segundo piso. Eres tú, simplemente tú. Elizabeth, a partir de aquí todo cambiará entre nosotros. Tengo miedo a lo que pueda pasar después, pero hay algo que de verdad me aterra: perderte".

(La historia continúa en el siguiente capítulo).

𝐀𝐌𝐎𝐑. 𝑝𝑜𝑟𝑐𝑜 𝑔𝑎𝑙𝑙𝑖𝑎𝑟𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora