Introducción

250 6 0
                                    

Y ahí estaba Isa, embobada con su hermosa sonrisa. Claro que no debería estarlo viendo; pero, bueno el era... él. Y ella sabía que era inalcanzable, igual no tenía prohibido anhelar sus brazos y sus labios y bueno...

- Hola, tierra llamando a Isabella - Andrea chilló. - No puedo creer que estés tan embobada con ese idiota. -

- No lo estoy, solo estoy viendo su función de gorila con sus amigos. - Dijo Isa poniéndose a la defensiva.

Eran repetidas veces en las que Andrea había notado como brillaban los ojos de Isa al ver a Vinicio, era difícil ocultar lo que le provocaba después de haberlo tenido tan cerca de ella el otro día, estaba un poco pasado de copas; pero, eso no importaba le había dicho que era bonita. Por su cabeza solo pasaba lo que dice todo el mundo "Los borrachos no mienten" es solo que era un sueño que la notará sobre otras personas. A pesar del olor que desprendía a Vodka, olía a él cuando solían abrazarse de niños y jugar todo el tiempo. Dios cuanto lo extrañaba.

La escuela había sido difícil sin él, primero se distanciaron por prácticas de fútbol; eso incluía chicas, fiestas y otros eventos sociales a los que ella no estaba invitada por su falta de atractivo. Después ya ni siquiera se molestaba en verla cuando se encontraban por los pasillos y simplemente se convirtió en una sombra. Siempre lo cuidaba estaba al pendiente de cada partido y cada chica que se tiraba. No por que quisiera acosarlo simplemente ella tenía miedo de que lo lastimarán como lo hizo su padre cuando lo abandonó, después de todo ella seguía considerándolo su mejor amigo; ya no eran niños y ella lo seguía considerando una de las personas más importantes de su vida. A parte de Andrea nadie realmente se molestaba en hablarle, no sentía ningún tipo de afecto por ella simplemente le agradaba por su forma de ser,era malcriada y sarcástica, Isabella lo apreciaba. En fin volviendo a Vinicio no soportaría volverlo a ver así en su vida, ella lo cuidaba aunque el no recordara su existencia.

Al otro lado del salón se escuchaban los gritos de los imbéciles amigos de Vinicio, Andrea pone los ojos en blanco mientras cuenta algo sobre una fiesta a la que asistió y sus grandes agarrones con tipos desconocidos. Por cierto Andrea era una reverenda zorra; pero, a Isabella no le molestaba ya que su estatus social no podría ser más bajo.

Olor a vodkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora