❤️ Historia completa.
La batalla había terminado, Spiderman había vencido gracias a mi, ahora ya podíamos huir juntos a Inglaterra y ser nosotros en nuestro amor. Pero Spiderman siempre tendrá enemigos, él siempre será Spiderman, yo ya había aceptad...
El cielo nocturno estaba delante de mis ojos, enmarcado por las paredes destruidas de la torre, había cientos de estrellas en el firmamento, pero yo no era capaz de ver ninguna, sin embargo si podía sentir todo a mí alrededor, todo.
Podía sentir como como mi ropa revoloteaba, como el viento agitaba cada uno de mis cabellos, como mi corazón se agitaba cada vez más y sobre todo, podía sentir como el miedo se apoderaba de mí al no tener nada que me sostuviera, hasta podía sentir como los engranajes y escombros caían a mi lado. Estaba en medio del vacío, alzando los brazos por el instinto de intentar agarrar algo que pudiera detenerme de esa inminente caída, completamente en vano.
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Yo estaba cayendo, con la cara hacia el oscuro cielo, con una expresión de pánico en el rostro mientras era atraída hacía el suelo por la gravedad y, teniendo a unos metros de mi a Spiderman, quien se impulsó hacía mi únicamente por la misma gravedad que me alejaba de él, acababa de accionar uno de sus disparadores arrojando una telaraña hacía mí para intentar salvarme.
Esa telaraña fue una esperanza para mí, una que me decía que podía ser salvada, a unos cuantos metros de mi estaba ese objeto que mi desesperación tanto anhelaba, sin embargo, mis manos, pese a que me estiré lo más que pude, fueron incapacidad de alcanzar aquella otra mano en forma de telaraña. Cuánto más cerca de mí estaba mi salvación, más cerca estaba también mi perdición, pues la física (que yo tanto amaba) parecía estarme condenado.
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Entonces ocurrió que mis ojos fueron invadidos por un chispazo, concediéndome una nueva visión, a pesar de que era Spiderman el que intentaba salvarme... Yo pude ver al hombre detrás de esa máscara, a mi Peter Parker. Y es que si bien la máscara cubría su rostro, ante mi visión era como si no la tuviera, como si pudiera ver a través de ella, logrando ser testigo de la angustia total que se reflejaba en sus ojos al estarme viendo caer al vacío.
Peter, a pesar de que ya había lanzado la telaraña para intentar atraparme, por el mismo instinto que yo tuve, él estiró uno de sus brazos hacia mí. Mis brazos también se estiraban hacia él, pero a pesar de que nuestro más grande deseo era intentar alcanzarnos mutuamente, la distancia entre nosotros no lo permitía.
