.:Capítulo 3:.

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Finalmente la telaraña de Spiderman se había adherido a mí vientre, sujetándome con firmeza, pero la tensión de la que ésta era capaz fue la que hizo que todo el esfuerzo de Peter, y mi esperanza por seguir viviendo esta hermosa vida fueran destruidas, aunque debía admitir que este final... tampoco me hería, porque había pasado el resto de mi vida completamente feliz.

Lo último que mis oídos llegaron a escuchar fue un golpe seco, al mismo tiempo que percibí como mi cabeza se estampaba contra el pavimento, y es que ese fue el golpe más doloroso de mi vida, un golpe que a pesar de que fue en mi cabeza, éste se extendió a todo mi cuerpo, pero así como rápido se extendió hasta cubrir cada centímetro de mí, rápido esa pulsante agonía se extinguió, junto con el explosivo sonido que vibró en mis oídos, ya que así como repentinamente lo escuché, repentinamente había cesado, y eso era por qué acababa de...

MORIR

Quedé colgando de la mano de telaraña que intentó salvarme sin haber podido lograrlo, estaba completamente inerte, con los brazos apuntando hacia el suelo, aun atraídos por la gravedad. Spiderman aterrizó de pie junto a mí completamente sano y salvo, se arrancó la máscara que encubría su rostro, pasando a tener la cara al descubierto mientras aun portaba el traje rojo y azul, exponiéndose a que alguien lo descubriera, pero eso a él eso no le importó, porque lo que de verdad le importaba era asegurase que yo estuviera bien.

 Spiderman aterrizó de pie junto a mí completamente sano y salvo, se arrancó la máscara que encubría su rostro, pasando a tener la cara al descubierto mientras aun portaba el traje rojo y azul, exponiéndose a que alguien lo descubriera, pero eso a...

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En cuanto me vio estática, pendido en el aire como una muñeca amarrada a una cuerda, se acercó a mí con sumo cuidado, temeroso de lo que sus ojos no pudieron captar. Mi cuerpo... sin vida, como tanto había deseado hacía unos escasos segundos, finalmente estaba entre los brazos de Peter, siendo envuelto por ese maravilloso calor, pero sin realmente poder sentirlo.

Peter, con manos temblorosas acarició mi rostro con mucha delicadeza, como si temiera romperme, pero lo que él no sabía, era que yo ya me había quebrado. Como aun portaba los guantes no fue consciente de lo helada que se había tornado mi piel. Con un susurro esperanzador me dijo que estaría bien, sin embargo, esa esperanza que intentaba darme se marchitó en él cuando se concentró en mi rostro y vio un hilito de sangre derramándose de mi nariz.

La noche en que murió Gwen StacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora