Prefacio.

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Siempre me he preguntado si había algo peor que estar en un entierro, y ahora lo he comprobado. Vaya que lo hay. La sala de espera de un hospital psiquiátrico. Es prácticamente igual que una sala de espera cualquiera, la diferencia es que en un hospital psiquiátrico, esperas lo mismo todos los jodidos días: un patético psicólogo que te hace preguntas estúpidas con respuestas tan obvias. Hoy era diferente. Hoy iba a tener un nuevo terapeuta. No me pregunten mucho sobre él, ni siquiera lo he visto de frente, y espero no tener que hacerlo...

Cojones. Un tipo calvo, viene hacía acá.

-Que mierda tan increíble -suelta por lo bajo, bueno, no tan por lo bajo, ya que lo he escuchado. Se limpia la cabeza y golpea el maletín, maldiciendo. Vaya, quien lo diría, además de calvo, lo acaba de cagar un pájaro. Eso sí es tener mala suerte.

El tipo entra al consultorio del doctor Khan. Me asomo discretamente, y me sobresalta cuando vuelve a asomar su calva cabeza y me llama con un chiflido. Sólo tengo que entrar y decir mi línea, todo lo que te preguntan es tan repetitivo que hasta te lo aprendes como si fuera un guion.

Me levanto y me encamino hacía la sala de la aburrición. Me siento en el único sillón que está en el centro de la sala. El calvo pone un foco nuevo. Yo he puesto cara de enfado, claro, ¿qué cara podría poner en esa circunstancia? Nunca te acostumbras. Es como cuando te cantan en tu cumpleaños, nunca sabrás que cara poner mientras sucede. Mi nuevo "doctor" abre la ventana, y por fin se sienta en una silla al frente mío.

-¿Eres Rachel? -pregunta hojeando una especie de cuaderno. De seguro ha de ser una de esas cosas que llaman agendas en las que no anotan nada más que a que hora les toca limpiarse el culo.

-Rae -le corrijo. Sólo mi madre me dice Rachel, y sólo es cuando hago que su cabeza, literalmente, explote como pólvora en año nuevo chino.

-Soy el reemplazo del doctor Khan, Doctor Gill -no respondo nada, así que prosigue -. Puedes llamarme Kester.

Más silencio para ti, "Kester".

-Le dije al doctor Khan que te hiciese empezar un diario.

-Pero no puedes leerlo, porque el doctor Khan...

-No quiero leerlo, es privado, es para ti -me interrumpe.

Que gilipollez, como sea. Me encojo en mi asiento, abrazando el diario como si fuera la gran cosa. Sólo son hojas llenas de mierda. Llenas de mi vida.

-¿Siempre estás tan callada?

Cuando no son personas que me interesa escuchar, sí. Por ejemplo tú.

-¿Sabes? Hay una teoría de que se pueden deducir la mayoría de características de una persona en los primeros cinco segundos de conocerla, ¿qué te dicen tus instintos sobre mí?

Nunca había oído algo tan patético en toda mi vida.

-Mis instintos me dicen -me quedo pensando−. Que un pájaro te ha cagado en la cabeza.

Kester suelta un suspiro. No sé si es un suspiro de frustración o de que significa que tengo la razón.

-Así que has sobrevivido a la primera semana y sigues de una pieza, ya veo, ¿qué hemos estado haciendo? -pregunta curioso. Que se joda. Aunque, al menos sale de la rutina.

-Mira, con el doctor Khan sólo hablábamos...

-No soy el doctor Khan -casi parece decirlo como si anhelará serlo -. Entonces, ¿Qué hemos estado haciendo?

Estaba tan absorta en lo irritante que era que no me di cuenta de que ha sacado un porro y se lo está fumando. Es un psicólogo y está fumando en un consultorio. Eso es tan "original". Le pongo los ojos en blanco y contesto:

-No mucho.

Gran mentira. Ésta semana, de hecho, ha sido trascendental. He aquí mi primer acontecimiento, es de la semana pasada, técnicamente, fue mi liberación.

Miércoles. 10 De Julio. 1996. Día uno. Libertad.

Querido Diario:
Tengo dieciséis años, peso 104 kilos, y vivo en Lincolnshire. Para no darte muchos detalles, Lincolnshire es una basurita de mucosidad en la nariz de lo más recóndito de Inglaterra, es decir: Mierda. Mis intereses incluyen música, vaguear, y encontrar un chico cachas-oh borra eso- cualquier chico, para saciar mi creciente calentón. Por desgracia, ya tengo a un amante que me hace parecer embarazada: LA COMIDA. La desventaja es que la comida no me ha cogido, no es un chico, pero igual, me gusta. Pero, bueno, hay una diferencia entre picar y comer compulsivamente. Y yo ya no como compulsivamente. Y si alguien encuentra este diario, y lo lee, y llega a la conclusión de que estoy loca...
Estaría en lo correcto.

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¿Te ha gustado ésta historia? Vótala, coméntala y agrégala a tu lista de lectura. Si así gustas. Esto es una adaptación de la serie británica "My Mad Fat Diary", por lo que los personajes y la mayoría de sus diálogos son propiedad del canal "E4". Espero y os guste, y sin más que decir, bienvenido al mundo de Rachel Earl. Para esta primera parte, te recomiendo escuchar "One To Another" de The Charlatans. Gracias por darle una oportunidad a ésta obra que con gusto les escribo. Adiós :* y comenten su opinión es súper hiper mega importante para mí :)

PD: si no comentan (no es una amenaza xD) ME VERÉ OBLIGADO A CUESTIONAR SI DEBO SEGUIR ESCRIBIENDOLA, DE VERDAD SÓLO LES TOMA UNOS SEGUNDOS. Gracias UwU

Foto de Rae en la sala de espera :D cortesía de canal E4.

My Mad Fat DiaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora