Capítulo 3. "Sin rastro."

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Moonville. Zona rubí, residencia Márquez. 

3 de septiembre del 2013. 5:00 p.m.

Paulina Cuarzo.

Me encontraba en el jardín delantero de la casa de mi amigo Sebastián; mientras que él estaba dentro de su casa en búsqueda de más fertilizante, yo estaba afuera con su madre; la Sra. Emilia Márquez, una mujer regordeta, piel aperlada y con el cabello castaño con los ojos verdes esmeralda; Sebastián y ella eran iguales como si de una gota de agua se tratase. Una mujer muy amable con todo y con todos, eso explicaba la nobleza que emanaba Sebas.

Nos encontrábamos plantando tulipanes, mientras que ella las colocaba en el pozo antes excavado, yo me encargaba de cubrir las raíces de tierra y el poco fertilizante que quedaba a la disposición.

 — Muy bien, Pau. -Me afirmó la Sra. Márquez. - Tienes talento para la jardinería...

— Oh, muchas gracias, realmente me gustan las plantas. -Dije con una sonrisa mientras miraba el camino de tulipanes que habíamos marcado en el camino hacia la entrada principal.-

Y lo que decía era verdad, realmente las plantas eran una bonita forma de pasar el tiempo y más si me alejaba de los problemas de casa.

— Me alegro mucho que te guste, Sebas no le interesa mucho y bueno, lo gemelos aún no sabría decirte. -Dijo señalando a los dos niños de cinco años, de pelo corto, ambos con un peinado de lado, sus ojos negros y piel blanca; ambos estaban del otro lado del jardín jugando con la tierra con un pequeño perro pastor alemán, el perro ya estaba sucio de tierra como los niños.- ¡Raúl y Rubén! Les dije que no se ensuciaran, vayan adentro y cambien de ropa. - Mandó la mujer mientras los señalaba con una pequeña pala de jardín.-

Ambos niños asustados se levantaron del césped y corrieron hacia la casa por detrás de ellos el pequeño perro los siguió con entusiasmo moviendo su cola; mientras cruzaron el umbral chocaron con Sebastián que venía cargando un saco de fertilizante, el hermano mayor les lanzó una mala mirada mientras que entre susurros los maldecía. 

Caminó hacia nosotros y se arrodilló junto a nosotros. Intentaba abrir la bolsa con las tijeras que estaban dentro de la cesta.

— Bien, este es el último tulipán, así que no es necesario usar mucho fertilizante. -Nos dijo la Sra. Márquez mientras que Sebas, al escuchar esto, solamente hizo un agujero en la orilla del saco y se lo otorgó a su madre.-

Empezó a vaciar el producto en el agujero y al mismo tiempo Sebas y yo aplastábamos con nuestras manos para dejar el suelo plano, mientras hacíamos esto la madre nos hizo una pregunta que nos tomó por sorpresa.

— ¿Y Cristina y Owen? ¿Dónde están? Digo, sé que los mellizos Meléndez se mudaron... pero, ¿y ellos dos? Ya no los veo por aquí.

Sebastián y yo nos miramos a los ojos mientras que pensaba en alguna respuesta, más sobre Owen.

— Bueno, Cristina aún está por aquí, pero desde que entramos a clases empezó a asistir a otros cursos. -Respondí mientras dejaba de mirar a Sebastián y así mirar a su madre.- Se metió a gimnasia, ella quiere ser una gran atleta... Y ya no tiene mucho tiempo.

Y era la verdad, Cristina se metió a clases de gimnasia antes que iniciaran las clases; pasaba mucho tiempo en el gimnasio Obsidiana. Además tanto Sebastián y como yo tuvimos la teoría de que simplemente quería demostrar que era talentosa y no como su madre la había descrito en su carta de despedida.

— Ah, ya veo... Me parece bien, siempre y cuando no se exceda. -Compartió la madre de mi amigo. -

Ambos asentimos con la cabeza y sonreímos esperanzados de que esa respuesta fuese satisfactoria; pero la sonrisa de ambos se esfumó cuando preguntó sobre el otro niño.

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⏰ Última actualización: Jan 13, 2021 ⏰

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