Siete de Julio.

77 9 28
                                    

¿Qué podía regalarle a un chico que no quería que le regalaran nada?

Conocía a Adam desde hacía mucho tiempo, habían pasado años desde que Gansey se lo presentó como el chico que le había ayudado a arreglar a Pig, su querido coche naranja chillón, en mitad de la carretera.

No recordaba haber celebrado nunca el cumpleaños de Adam, ni tampoco el suyo o el de Gansey, mucho menos el de Blue. Aunque tampoco era como si hubiesen tenido tiempo o la oportunidad de detener la búsqueda de Glendower para sacar de la nada una tarta con velas que soplar.

Aunque la tarta no era su problema. Blue y su extravagante familia de videntes-absolutamente todas ellas mujeres-dedicarían la tarde del día diez a hacer ellas mismas el pastel. En el mismo momento en que la chica se ofreció para ello, se juró que no probaría un solo pedazo de esa tarta manoseada por manos paganas.

Reclinó la cabeza hacia atrás con desánimo, contemplando la inmensa montaña de baratijas que se formaban en la cúspide de la estantería frente a la que estaba.

-¡Kerah!-graznó Sierra sobre su hombro, provocándole a Ronan una mueca de dolor. Aprovecharía que estaba en la tienda de Ciudad Dólar para comprarse unos tapones.

Abandonó con desánimo el pez de juguete que había cogido del estante que estaba a la altura de sus ojos, aunque el cuervo hizo un rápido amago de agarrarlo con el pico.

-Eso le pegaría más a Gansey-dijo la voz de Noah a su derecha, quien había aparecido de la nada a su lado. La única reacción de Ronan frente a la súbita aparición de su amigo fue mirarlo de reojo, tan impasible como siempre, aunque había estado a punto de pegar un salto por el susto-. ¿Te acuerdas de cuando creó esos peces en el lago de Cabeswater? Lo decía por eso.

Claro que Ronan se acordaba. Se acordaría toda su vida de cada momento que habían pasado en aquel bosque encantado, incluso de los más violentos y atroces.

-¿Qué haces aquí?-Preguntó con tono hosco, regresando su atención al resto de juguetes que había en la estantería de metal. Noah no se espantó frente al mal humor de Ronan, aunque su rostro se volvió un poco más sombrío.

-Menuda pregunta.-Respondió, sonriendo escuetamente en su dirección.

-Llevas medio mes desaparecido, Noah. Ya pensábamos que te habías ido.

Con ido, Ronan se refería a que había cruzado al otro lado, o algo por el estilo. Cabeswater había desaparecido, y los huesos de su espiritual amigo llevaban enterrados allí poco más de media década. La línea ley pasaba justo por encima de aquella zona arbolada, por lo que el alma de Noah tenía la particular ventaja de no haber muerto del todo.

Ronan conocía la historia de cómo se había pegado a sus talones de memoria, pero eso no quería decir que la comprendiera por completo.

Noah sentía el tiempo de una manera diferente. Su conciencia estaba encerrada en una especie de bucle sin final, que de cuando en cuando le obligaba a revivir sus últimos estertores. No era algo agradable de ver, aunque por suerte para él, solo había tenido que presenciarlo un par de veces. Al mismo tiempo que Noah moría en la línea ley, mucho antes de que Cabeswater existiera, Gansey estaba siendo aguijoneado en otra parte de la línea ley por un panal entero de abejas, a las cuales era alérgico.

De algún modo, el destino juntó el alma de Noah y al moribundo Gansey, insuflándole una segunda vida, una nueva oportunidad. Gansey les había contado cómo alguien le susurraba unas palabras al oído, las cuales se quedaron grabadas a fuego en su mente. "Vivirás por Glendower. Otros mueren en la línea ley cuando no debieran, conque tú vivirás cuando debieras morir."

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 07, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dream Me the WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora