I - ¡Terry!

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Narrado por Terry

Chicago

Cuando doy un paso al frente, la ovación se hace más fuerte, aún me siento incrédulo, estoy interpretando un papel tan pequeño que es extraño que produzca esta reacción en el público. Aunque debo reconocer que nunca había actuado con tanta inspiración como hoy, sentía una energía casi palpable desde el público, seguramente es por estar en Chicago y porque no he dejado de pensar en ella desde el preciso momento en que me bajé del tren.

Es como si esperara alguna clase de milagro de cumpleaños y simplemente me la pudiera encontrar caminando alegremente por la calle. Se baja el telón y exhalo con melancolía. Ella en este momento, debe estar recibiendo alguna clase aburrida del otro lado del océano.

Me encamino hacia el camerino, concentrado en mis pensamientos.

Cuando los recuerdos me entristecen siempre trato de pensar que cada día que pasa, estoy más cerca de tenerla conmigo. He ahorrado desde que recibí mi primer sueldo, aprendí a vivir con lo básico sin ningún tipo de lujo para llegar a mi objetivo lo más pronto posible. Sé que cuando logre un protagónico y pueda costear un lugar digno para vivir, le mandaré un pasaje a Inglaterra para que venga a América y le pediré que sea mi esposa. Hoy cumplo la mayoría de edad, así que legalmente ya puedo casarme sin el consentimiento de mis "padres". Así que solo me queda ser paciente y seguir ahorrando para tener pronto un futuro junto a mi Pecosa.

Entro al camerino que comparto con todos los actores secundarios y me cambio de ropa. Afortunadamente nadie sabe que hoy es mi cumpleaños, para mí es un día normal como cualquier otro, de niño aprendí a no esperar nada especial y fue mi mejor arma para blindar mis sentimientos. Solo Eleonor me llamó al hotel en la tarde haciéndose pasar por su asistente, por supuesto que no quiere que nadie se entere de su pasado escandaloso, o sea yo, pero al menos me sentí complacido de que se haya tomado la molestia de llamarme.

De repente una voz interrumpe mis pensamientos.

- Terence ¿ya estás listo? Recuerda que debemos salir juntos - es Susana, es parte de mi contrato salir con ella y lanzar un ridículo ramo de rosas a las admiradoras, según Robert es bueno para la publicidad.

- Sí, vamos - ella se adelanta, mientras termino de ponerme el saco, cuando salgo ya está esperándome en la puerta. Me mira con una cara extraña, parece que es otro de sus intentos para que la tome del brazo, aunque sería solamente un acto de caballerosidad, la primera y única vez que lo hice, se pegó a mi cuerpo como una medusa, así que me prometí nunca más repetirlo, no quiero alimentar el estúpido rumor de que hay algo entre nosotros y que por obras del destino Candy termine leyendo esas notas sensacionalistas.

Cuando se abre la puerta hay muchísimas chicas, todas gritando mi nombre - Aquí vamos otra vez- me dan el ramo de flores y salgo con mi sonrisa obligada, aunque a muchos hombres les encantaría este hostigamiento del género femenino, el crecer siendo el hijo de un Duque, me hizo inmune a esta algarabía, se puede decir que hasta me incomoda tanto interés superficial, ninguna de ellas ni siquiera me conoce y todas creen estar enamoradas de mí.

Los gritos son ensordecedores, siempre me sorprendo del ruido que puede producir una turba de mujeres. Me abro paso entre unos cuantos empujones, pero trato de tomarlo con calma, cuando al fin subo al carruaje, lanzo las rosas que caen esparcidas entre las chicas. Al fin he terminado con esto, de repente escucho una voz conocida que me paraliza el corazón.

- ¡Terryyyy! - abro grandemente los ojos y la busco desesperado entre la multitud, no puede ser posible que justamente hoy tenga alucinaciones con ella. Suspiro tratando de ser realista, es imposible que esté aquí.

Jardín de NarcisosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora