El viento golpeaba con suavidad la ventana que estaba junto a la cama. La tranquilidad en la calle era acompañada por el dulce cantar de los grillos. La calma y el silencio se extendían naturales ante aquellos que, durmientes, ignoraban algo que se transformaba. Víctor era diferente, tan diferente que, cuando la noche llegó a su punto más oscuro y le dio paso libre a algo que se arrastró por la penumbra, él abrió los ojos, se sentó sobre la cama con la vista fija en sus pies y giró despacio la cabeza hasta mirar por la ventana.
El chasquido que provino de la noche hizo que Víctor entrecerrara los ojos sin moverse. Sabía que algo marchaba mal, lo sentía enterrarse en su médula cual barrenadora¹, pero se escondía tan bien en la oscuridad que, por un instante, Víctor pensó que enloquecería.
El leve sonido de estática que retumbó a sus espaldas lo hizo apartar la vista.
—Hermano, ¿sentiste eso? —Escuchó la voz de Susy atravesar el monitor para bebé que tenía sobre la cabecera de la cama. Sonaba asustada.
—Sí, pequeña. Parece que algo se está refugiando en la noche —respondió en un susurro mientras tomaba el aparato entre las manos y lo acercaba más a sus labios—. Ven aquí, hoy dormirás conmigo.
Antes de que Víctor pudiese poner el monitor en su lugar, logró distinguir que los pies de su hermana menor golpeaban contra la madera del suelo, seguidos por el sonido de la carrera que emprendió la niña desde su cama hasta la habitación del muchacho, que estaba justo al lado.
Debía estar muy asustada para decidir que debía correr una distancia así de corta.
Apenas entró en la recámara de Víctor, Susy cerró la puerta y se dirigió hasta la cama. La escaló de inmediato.
Él notó que la niña jadeaba, incluso, podía ver el aliento que salía de su boca. La temperatura descendía segundo a segundo, helaba como si el invierno se presentara con toda su fuerza, sin embargo, la primavera estaba a unas semanas de terminar.
Una vez más, Víctor se asomó por la ventana: no podía ver a nadie y, aun así, sabía que estaba equivocado. Con el paso del tiempo, había aprendido a identificar las señales de alerta que lo tomaban por sorpresa cuando era un niño. Ahora que tenía dieciocho años, era más perspicaz.
—Es de los que huele feo. ¿Crees que venga por mí? —preguntó Susy al aferrarse al brazo de su hermano. No quería mirar por la ventana, estaba aterrada porque ella vería lo que Víctor no podía.
—Ellos siempre vienen por ti —respondió Víctor en un susurro, luego se inclinó y envolvió a Susy entre sus brazos—, pero no voy a permitir que alguno te lleve.
Sentir la calidez y el dulce aroma que emanaba el cuerpo de su hermano ayudó a que Susy se sintiera tranquila. El olor a podredumbre que había detectado minutos antes se esfumó poco a poco, la presencia siniestra fue reemplazada por un aire de calma. Segura de que esa criatura se había marchado, Susy se acurrucó en los brazos de Víctor y no tardó mucho en quedarse dormida.
Sin embargo, oculto entre los árboles y con la penumbra como su mayor aliada, un ser de apariencia negra y viscosa se removía. Patas de araña sobresalían de su espalda y en su rostro deforme se formó una sonrisa amarilla que brilló en la oscuridad. Sin apartar la vista de la ventana, pensó que ese muchacho podía convertirse en su mayor obstáculo, por lo que debía deshacerse de él si quería tener acceso a la niña.
Poco antes de desvanecerse con un soplo de viento, el espectro se vanaglorió de sí mismo. Le encantaba poder ocultar su presencia; lo convertía en un cazador experto, acechaba a sus presas, podía disfrutar de cada paso que daba hasta doblegarlos. ¡Vaya que se iba a divertir cuando empezara la cacería!
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Papi, estoy de regreso [S.O. #1] (COMPLETA)
HorrorSusy es capaz de predecir la muerte. Su hermano mayor intenta calmar sus pesadillas, pero descubre que están condenados cuando las últimas dos predicciones de la niña se vuelven realidad. ──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── Portada colaborativa entre la talentosa @G...