Bokuto Kotaro | 14.

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Fugaz, ¿cómo el sueño de un búho?

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Fugaz, ¿cómo el sueño de un búho?

En su día libre, tanto de colegio como de práctica de volley ball, Bokuto Kotaro y Akaashi Keiji se tomaron un tiempo para divertirse de una manera no muy convencional siendo ellos jóvenes, pues el de cabellos grises rogó a su mejor amigo por ir al zoológico a admirar a la mascota representativa de su equipo: el búho. Desde que era pequeño, llamaban mucho su atención, de alguna manera dicho animal le robaba la mirada, sus grandes ojos se conectaban y sentía la maravilla de poder apreciar la belleza del ave.

—Si vienes a ver a las aves, ¿por qué no simplemente vamos al aviario? —cuestionó el azabache, cansado de caminar por todo el lugar.

—Estamos en el zoológico, tenemos que disfrutar —con emoción, se expresó el más alto y siguió su camino.

Era sábado, por lo que el lugar estaba a medio llenar; lo que se veía más frente a las jaulas y por los caminos, eran familias, algunas parejas de novios, y luego estaban ellos, visitando todo lugar mientras Kotaro se emocionaba peor que los infantes. Como Keiji ya le conocía, mejor se dedicaba a observar los animales, y cuando tuvo tiempo, comió un helado de vainilla que consiguió en un puesto cercano.

Por ultima parada en su visita, por fin arribaron al aviario, en donde les esperaban las aves favoritas del rematador.

—Por fin. —Aunque a Akaashi le gustara el zoológico, ya estaba cansado de ir de arriba hacia abajo, lo único que deseaba era ir a casa, sin embargo, para su mala fortuna, el otro dejó los búhos para el acto final.

Cuando por fin se encontraron frente a la jaula enorme que mantenía a las aves en cautiverio, Bokuto no pudo controlar su emoción y terminó con medio cuerpo tomando la reja de acero, pues antes de ella se encontraba un cordón para mantener a los espectadores a raya, el cual no respetó, y pronto el azabache se encontró jalando de su camisa.

—¿No ves el letrero acaso? No puedes acercarte más —advirtió, no obstante, poco tomó para que el de cabellos grises retrocediera sin decir una palabra.

Junto a ellos no había nadie más, de hecho, de pronto el lugar quedó con al menos unas diez personas, incluyéndolos a ellos, pero ese no era el problema. Cuando Keiji miró a su amigo serio, quiso saber cual era el motivo, y lo encontró no mucho después dentro de lugar junto a los búhos.

_____ se encontraba alimentando a las aves como trabajadora de medio tiempo; se le veía muy feliz de realizar sus tareas, por lo cual sonreía y hacía algunos cariñitos a los de grandes ojos que debían estar dormidos, pero si no se les daba comida a esa hora, luego no podrían hacerlo y ellos no comerían. Así pues, pronto notó las miradas detrás de la reja, y al voltear, aunque le pareció extraña la atención que le daba el más alto, sonrió con calidez.

—Buen día, ¿les gustan los búhos? —inquirió amable. Por lo general, las personas no miraban a las aves en esa sección, pues de día siempre dormían y no era entretenido para los niños.

—Sí —Keiji contestó con naturaleza la pregunta, pero Kotaro se mantuvo en esa misma posición de antes—. Son las aves favoritas de Bokuto-san. —No le quedó más que explicarle por el mudo.

—¡Oh, tus favoritas! —ella ignoró su silenció, se acercó hasta ellos pausando su trabajo y les miró con emoción—. También son mis favoritas —confesó a los muchachos.

Bokuto por fin reaccionó, sus grandes ojos se abrieron y sonrió con alegría.

—Los búhos pueden mover su cabeza doscientos setenta grados... —soltó de pronto el rematador, haciendo que su compañero pusiera un rostro sorprendido y a la vez avergonzado. No había dicho nada, y cuando lo hacía, era para parecer un raro.

—Es porque sus ojos no tienen movilidad y por eso mueven la cabeza —terminó ella el dato y el azabache ahora le miró con el mismo semblante.

—Me llamo Bokuto Kotaro —de pronto se presentó.

—Soy _____ _____, mucho gusto. —La muchacha rio con discreción y miró el suelo.

Bueno, Akaashi se convirtió en un tercero de aquel coqueteo raro que su compañero y trabajadora del zoo habían protagonizado.

—¿Te gustaría darles de comer? —ofreció _____, viéndose nerviosa. No tenía permitida tal acción, no obstante, por ahí no había ningún encargado, podría salirse con la suya al mismo tiempo en que le daría al muchacho un buen recuerdo de sus aves favoritas.

—¡Por supuesto! —aceptó encantado el jugador de volley ball.

_____ asintió, mostrándole rápidamente la puerta para entrar dentro de la gran jaula; cuando Bokuto entró en ella, también invitaron al otro, pero este negó y dijo que solo los vería de lejos. Entonces, con claridad, la trabajadora le explicó como era que los animales se alimentaban. Frecuentemente solo se les ponía la comida en sus respectivas vasijas, pero siendo un momento especial, fueron frente a las aves.

—Eres muy bonita... —confesó el muchacho en medio del trabajo.

El búho a quien alimentaban miró fijamente a Bokuto cuando lo pronunció, y luego a _____ cuando se sonrojó por el halago. Tal vez no eran las personas mas normales entre sus amigos y conocidos, sin embargo, era seguro que entre ellos podrían entenderse de ahí en adelante.

 Tal vez no eran las personas mas normales entre sus amigos y conocidos, sin embargo, era seguro que entre ellos podrían entenderse de ahí en adelante

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Medio año, dios, no sabes lo avergonzada que estoy contigo y con los demás. LEYE_SAMA espero que no te hayas cansado esperando, de verdad. En fin, aquí está, lo siento si cambié un poco tu explicación, pero no es tan diferente, so, espero que te guste.

¡Muchas gracias por leer!

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That's a Thing I Could Do 🏐 | Haikyuu! One Shot's.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora