2.

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Estoy en la habitación de Cordelia. Agradezco que este dormida, así no tengo que explicar mi expresión de terror absoluto. 

Fui una cobarde y es la primera vez que no me da vergüenza decirlo. O bueno, no tanta.

La aparición de ese tal Edmund me había dado escalofríos. Y tal vez fue otra de mis alucinaciones, pero escuchar la voz de ese joven me había recordado eventos que evidentemente mi cerebro estaba tratando de bloquear.

Y como no, eran espantosos.

Además, ahora no solo estaba loca, sino que era una suicida. Genial.

Tengo que calmarme, porque seguro es solo otra de mis alucinaciones.

Pero… ¿y si no? Tenía que averiguarlo. Aunque me parecía tan improbable… haber tenido una alucinación con su voz y que justo después llegue al manicomio.

Si.

Estaba alucinando.

Decidí ser educada por primera vez y pedir perdón por haber salido corriendo de esa manera cuando el chico se presentó. Pero primero iría a comer algo.

Mire a Cordelia, quien seguía profundamente dormida y decidí ir sola. La depresión se apaciguaba con algo de sueño.

¡Oh! Que suerte. El chico estaba en el comedor. Simplemente genial.

Debo decir que nunca fui buena para pedir perdón, en primer lugar porque siempre que me equivocaba mis padres lo atribuían a mi “enfermedad”, así que mis intentos de pedir perdón siempre terminaban con alguien mirándome con lastima y bueno, yo odio esas miradas.

Pero debía hacerlo, además no creo que “Edmund” me mire con lastima, porque por algo esta acá ¿no? Y para variar esta en mi pabellón.

Al entrar en el comedor, me quede quieta en la puerta, mirando a Edmund de lejos y pensando que decir. De prono me dio pánico hablarle.

¿Y si realmente su voz era la de mi alucinación? ¿Era posible?

Estaba por irme, hasta que mi gran amigo Carl me tomó del brazo.

–¿No piensas comer? –dijo el enorme hombre, con cara de seriedad fingida.

–Ehm… si, eso solo que… –mire al rededor, buscando a Edmund sin encontrarlo –voy a ir por Cordelia.

–Oh, no. Cordelia ya tiene quien le lleve el almuerzo. Así que vamos, vas a comer algo.

Demonios.

Carl me estaba llevando a la fila y suponía que Edmund se encontraba aún ahí… Teniendo en cuenta que mi plan era esquivarlo hasta el día de mi muerte, se podría decir que no estaba saliendo de maravilla.

Efectivamente, el joven estaba dos personas adelante mío.

Como estaba de espalda, me quede observándolo, pensando en nuestro primer y fatal encuentro. Quizá yo solo estaba loca.

Un momento.

Estoy loca.

O eso cree todo el mundo.

¿Nunca les ha pasado que sienten un par de ojos clavados en la espalda y sienten la necesidad de voltear para saber quien los esta observando tan fijamente?

Bueno, seguramente eso le pasó al extraño chico pues mientras yo lo observaba como si estuviera inmersa en su espalda, se volteo.

Fueron los cinco segundos más largos de toda mi vida.

Y después oscuridad.

 ***

–Reagan… tienes que levantarte ya.

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2015 ⏰

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Locura interrumpida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora