"Déjà vu"

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—Madre ¿A qué debo tu visita tan temprano? —Lena se levantó a saludar con un beso en la mejilla a Lillian. Rara vez su madre la visitaba a una hora de oficina.

—Ya lo ves. He venido a buscarte varias veces pero, o no te encuentras en el país o estás indispuesta por el trabajo. Y en tu departamento casi no estas. —Lena la guío a sentarse en un sillón de su oficina.

—No exageres, Madre. Sólo he estado ocupada un poco.

—Viajando a Centroamérica, Europa, Australia y Asia. No me parece un poco, Lena. —Lillian observo detenidamente a su hija —Sabes, por un momento pensé que estabas enferma. Tal vez desahuciada y que estabas tratando de completar una lista de tus últimos deseos. —Lena iba a interrumpir y Lillian levanto la mano. —pero llame a tu médico. Hizo de mi conocimiento que les realizó a ti y a  esta jovencita, Rubi,  algunos exámenes médicos. También les aplicó inyecciones que exigía el protocolo de algunos países dónde viajarían. Me dijo que tú estás bien de salud y que te vendría bien el desestres de viajar. Así que, como verás, no tuve motivos para seguir preocupándome en ese momento. Lo hice después cuando la pequeña Rubi comenzó a subir imágenes de ustedes en sus redes sociales en parapente, tirolesa, escalando, haciendo canotaje. En fin. Pude entenderlo si hubiera sido por algunos meses. Pero te has estado llendo con frecuencia casi todo el año a realizar no se que cosas peligrosas y la mayoría en el extranjero. También, debo añadir,  que he visto fotos de algunos empleados de la compañía en las mismas redes sociales y déjame decirte que el título de "La mejor Barman es Lena Luthor" no ha sido de mi agrado.

Lena se levantó algo incómoda. Esa noche en el Club seguía siendo un poco borrosa. Sabía que tarde o temprano su madre la cuestionaría sobre su proceder. 

—Es solo para desestresarme, Madre. —Lena agitó su mano.

—¿También la mixologia? —La azabache suspiro. Se enteró por Samantha que en su estado de euforia y embriaguez, había tomado prestada la barra. Se había puesto a mezclar bebidas y a recrear algunas haciendo uso de los artículos químicos que había en el lugar. Cosa que aún no recordaba. Y para gusto de sus empleados, estaba en el top ten de la mejor Jefa del mundo.

—Si. Eso también. —Comenzó a caminar por su oficina. —Verás, le dediqué mucho tiempo a los estudios y luego a dirigir la empresa. Necesitaba algo de tiempo para mí. He tomado la decisión de disfrutar mi vida y no solo en el trabajo. Espero lo entiendas, Madre. —Lillian la observo detenidamente.

—Entonces el que llevarás contigo a esta chica, Rubí, no significa que sales con su Madre ¿O si? —Lena se sorprendió. No de que insinuara que salía con Samantha, si no que no cuestionaba que era con una mujer.

—Madre, Samantha es una amiga. Una muy buena amiga y Rubí es como una sobrina para mí. Durante mis viajes Sam me estuvo cubriendo y le ofrecí llevar a su hija conmigo. No hay nada con ella. —Lillian la miro inquisitiva.

—¿Sabes que no me importa que salgas con una mujer, Lena? Siempre he sabido tus gustos. No es algo nuevo para mi. Te vi llevar a las galas a todos estos seudo acompañantes varones solo para disimular. Lo cual nunca hiciste bien, por cierto.  Solo pensé que tal vez Rubi estaba pasando a ser mi nieta y tú no me lo habías dicho.

—¡No! —Lillian enarco una ceja. —Me refiero a que si, me gustan las mujeres y no a que Samantha sea algo más que una amiga.

—Me alegra escuchar eso. Sería triste que me estuvieras escondiendo una relación por pensar que la rechazaría. Sabes que te apoyo en tus decisiones,  aunque últimamente hayas tomado demasiadas y me hayas excluido de ellas.

—Te lo agradezco, Madre. Solo esto de viajar es temporal. Créeme. Se viene la inauguración de los hospitales y yo necesito estar más pendiente de eso.

La charla fue interrumpida cuando entro a la oficina una joven adolescente corriendo. —Lillian se levantó del sillón algo sorprendida.

—¡Tía Lena! —Lena abrazo a Rubi. Miró a su madre, quien puso un semblante de molestia por la interrupción. Para agregar, también entró Samantha sin anunciarse.

—Lo siento, Lena. No pude detenerla. Sabes cómo es cuando quiere ver a su tía favorita. —Samantha se giró al notar a Lillian.

—Señora Luthor. Buenos días. —Lillian asintió y miro a Rubi detenidamente. La joven se giró y le sonrió.

—Hola, abuela. —Lena soltó una carcajada ante la audacia de la adolescente. Samantha se puso pálida y Lillian solo enarco su ceja.

—Jovencita, si fuera mi nieta hubiera esperado para ser anunciada por la secretaria y por supuesto, no hubiera entrado corriendo. Un internado es lo que necesitaría. —Lillian le sonrió maliciosamente.

—Estoy  totalmente de acuerdo con usted sobre el internado, Señora Luthor. —Rubi se aferró a Lena.

—¡Tía! No dejes que me lleven, por favor. —Los tres adultos comenzaron a reír.

—Bien, debo irme. Te llamaré más tarde, Lena. —Lena asintió sin soltar a Rubi. —Con su permiso, señora Arias. —Samantha sonrió en respuesta. La adolescente miro despectivamente a Lillian cuando paso junto a ella. La señora Luthor le dijo en voz baja —internado —y salió de la oficina.

Samantha y Lena se echaron a reír frente a una Rubi haciendo pucheros.

—Entonces ¿Vendrás está noche a festejar a esta próxima semi adulta? —Lena miro interrogante a Samantha.

—¡Tía! ¡Es mi cumpleaños 16! Ya podré conducir. —Samantha meneo la cabeza.

—Lo siento, señorita Arias. No me importa si tienes 18. Tu tía Lena no va a comprarte un auto. —Lena observo el gesto fruncido en los labios de Rubi.

—Bueno, tu madre ha hablado. Te conformarás entonces con un fondo  económico para tu educación universitaria.

—¡Mamá! No es justo. —Samantha sonrió a su hija y denegó. Vio a Rubi salir molesta de la oficina.

—Déjala. Probablemente esté con Jess registrando su escritorio buscando golosinas. Aún se comporta como una niña. —Ambos adultos rieron yendo a sentarse al sillón. —Ojala puedas venir, Lena. Sé que no aprecias las reuniones sociales y las fiestas pero, es importante para Rubi. Además, ella no quiere una gran celebración. Solo será una reunión con algunos amigos cercanos. A veces lamento que mi hija haya crecido entre adultos. No tiene amigos de su edad. —Lena suspiro hondo. Ella misma había crecido entre adultos y no recordaba tener amigos de la infancia o adolescencia.

—Amo muchísimo a tu hija, Sam. Ojala pudiera decir que no. Solo por ella haré una excepción. Sabes que de otra manera no lo haría. —Samantha le sonrió agradecida.

—Muchas gracias. También me gustaría saber que te ha pasado durante todos estos meses para apoyarte. Sé que la compañía de mi hija ayudo en algo. Sin embargo, hay momento dónde la tristeza aún se nota en ti. —Lena sintió  su mano ser sujetada por la de su amiga. En respuesta, Lena se deshizo del toque  y de inmediato se levantó del sillón.

—Lo sé y te agradezco tu apoyo como a Rubi. Lamento en verdad no poder hablar de eso, pero, no hay mucho que decir.

—Y sin embargo te afecta totalmente a veces, Lena. Se que no somos de la misma sangre, pero somos tu familia. Cuentas con nosotros, además, hoy por la noche vas a conocer a una persona importante en mi vida. Se que ha pasado mucho tiempo para que pudiera yo confiar en alguien después del padre de mi hija, pero está vez no me equivoqué. —Lena observo a Samantha sorprendida.

—¿En serio? —Samantha asintió.

—¡Muchísimas felicidades, Sam! —Ambas se abrazaron. —Me alegro por ti. Realmente mereces que alguien te haga feliz. —ambas se separaron.

—Tú también mereces ser feliz, Lena. Lo sabes. No sé quién que te hizo daño, pero no merece la pena. —Lena se alejo de ella suspirando. —Durante meses he escuchado que cuando estás en la oficina hasta tarde, se oye una canción tocar una y otra vez. Quién sea quien te haga sentir así, déjale ir. —Lena se giró a mirar a su amiga.

—¿A qué te refieres? ¿Qué tiene que ver la canción que escucho con frecuencia? —Samantha sintió la molestia de Lena en sus palabras.

—Lena ¿Sabés lo que significa la canción "Non, Je Ne Regrette Rien No Regrets" ? —Lena no respondió —Es una canción de despedida. De dos amantes que se alejan y siguen adelante. —Lena camino rumbo al gran ventanal detrás de su escritorio. Miraba la ciudad. Meses antes hubiera sido imposible hacer eso.

—Lo sé. —Lena se limpio una lágrima solitaria. —Lo supe cuando investigué la canción. Solo escucho la canción una y otra vez para recordarme lo que se ha ido. Es lo único que me queda.

—Len... —la azabache se giró a mirar a Samantha.

—No. No me digas así...por favor. Solo... —Lena levanto sus manos para impedir algún tipo de acercamiento de consuelo de su amiga —déjame estar así hasta que pueda ser de otro modo, Sam.

Rubi entro de nuevo en ese momento y el semblante de Lena se enmascaro de inmediato. Samantha ya no presionó. Le dejo  la dirección donde sería la pequeña fiesta de su hija y se marcharon.

Lena permaneció en silencio y a solas en su oficina por bastante tiempo. Había ido a terapia en cuanto Kara dejo de visitarla. Habló de "ella". De su primer encuentro. De los posteriores encuentros. Casi temiendo ser tachada de sufrir algún tipo de locura o enfermedad mental. Su terapeuta le mostró que su estado de ánimo se debía a la perdida. Le explicó las cinco etapas del duelo: Negación, irá, negociación, depresión y aceptación. Lena podía lidiar con la negación, con la irá, incluso con la depresión. Pero no estaba lista para aceptar que Kara nunca volvería. Así que después de un mes de  sesiones, no regreso. Convirtió entonces a la libreta de los deseos en su terapia. 


Eran casi las 7 de la tarde cuando su secretaria, Jess, entró a su oficina. Lena estaba sumida en sus pensamientos mirando hacía ningún lugar en particular desde su silla detrás del escritorio.

—Señorita Luthor ¿Necesita algo más? Ya voy a retirarme. —Lena la miro y decidió irse también.

—No, Jess. Yo también comenzaré a guardar mis cosas para irme. Es la fiesta de Rubi y quedé de ir está noche. —Jess le sonrió a pesar de que su jefa no tenía el mejor semblante.

—Me parece bien, señorita Luthor. Ojala se divierta y felicité a la señorita Arias por mi.

—Claro que si, Jess. Descansa y nos vemos el Lunes. Bonito fin de semana.

Lena apagó su monitor. Guardó su celular en su bolso de mano. Cerro varios folders y los alineó en su escritorio. Miró la libreta de Kara a la derecha del monitor y suspiro. Tomo su abrigo que estaba en el perchero y camino rumbo a la salida de su oficina. Al llegar a la puerta, giro la perilla y abrió. De pronto, un golpe en seco se escuchó. Venía de dónde se encontraba su escritorio. Lena observo con detenimiento desde la puerta y vio un objeto en el suelo junto a su papelera. Se acercó con lentitud y lo reconoció. La libreta de los deseos, la cuál, recordó bien acomodada en el escritorio. junto a su monitor. La volvió a colocar en el mismo lugar en el escritorio. Camino a la salida. Nuevamente, al girar la perrilla, el golpe en seco se escuchó. Ahora más fuerte, que incluso hizo saltar un poco a la azabache. Lena miro a lo lejos la libreta en el suelo. Un suspiro hondo salió de sus labios. Se sentía presa de un pánico momentáneo.

—¿Qué quieres de mi? —Tembló de impotencia —Ya no estás. Te has ido. —Miro hacia cada rincón de su oficina. El silencio como respuesta era evidente. Lena regreso a su escritorio y se agachó a levantar la libreta. —Será la última vez, Kara. No puedo seguir haciéndome esto. —Abrió su bolso y guardo la libreta.

Antes de salir, apagó la luz, cerró la puerta y ya no miró hacia atrás.

(...)

—¡Tía Lena! ¡Viniste! —Lena le sonrió a Rubi ante lo evidente. Había llegado casi a las 8 de la noche a la dirección que Samantha le dio. Era un departamento en un edificio ubicado en la parte de clase media de la ciudad. Por alguna razón, le parecía conocido el rumbo. Miró hacia adentro del departamento y pudo distinguir por lo menos 20 personas de pie, riendo y comiendo en un lugar amplio y bien iluminado. El bullicio la hizo sentir nerviosa. Pudo distinguir entonces a Samantha acercándose.

—Pasa, Lena. Bienvenida. Rubi, ve a ayudar a Eliza con los platos, por favor. —la adolescente se alejo corriendo. — Permíteme tu abrigo y tú bolso por favor. — Lena se quitó el abrigo y  se lo dio. Sin embargo, su bolso permaneció con ella. Samantha lo noto pero no insisto. La rodeo con un brazo de los hombros y la guío más adentro del departamento. Algunos rostros se giraron  a mirarla pero continuaron en lo suyo. Algo que la hizo sentir un poco más tranquila. Aquí nadie quería nada de la CEO de LCorp.

—Vamos, Lena. Hay espacio en el sillón ¿O prefieres una bebida fuerte de una vez?

—Si, por favor. Creo que lo voy a necesitar. —Samantha entonces se giró buscando con la mirada a alguien. Cuando vio a una pelirroja riendo con un par de hombres casi gritó.

—Danvers. Mueve tu trasero hacia aquí ahora mismo. —Todos miraron a la pelirroja poner los ojos en blanco y rieron. Algunos hicieron sonidos de látigo y las risas continuaron. Solo Lena no rio. Ni sonrió. Ni siquiera se inmutó. Tan solo escuchar ese apellido fue suficiente para dejarla estupefacta. Antes de que la pelirroja se acercara, un hombre alto se paró frente a Lena. Casi empujando a Samantha.

—Hola. —Lena vio una clásica sonrisa de comercial de pasta dentífrica del tipo frente a ella. La palabra "Danvers" seguía repitiéndose en su mente. —Creo que no nos han presentado. —El tipo le tomo la mano sin permiso al ver su falta de atención. —Soy James Olsen. Fotógrafo de Catco World Media. Un placer, señorita Luthor. —Lena miro su mano y al tipo y ni siquiera le contesto.

—¡Olsen! Aléjate de ella. No molestes a mi amiga. —Samantha intervino. —El hombre estaba a punto de replicar cuando de un ligero empujón, casi se estrella con otros invitados. Lena vio a la pelirroja sonreír con malicia.

—Eso te enseñará a no acosar a las mujeres, señor fotógrafo. —Hola, soy Alexandra. Si ese tipo vuelve a molestarte, solo dime. —Lena miró a la pelirroja algo consternada. —Soy la novia de Sam. Mucho gusto, señorita Luthor. —por inercia, tomo la mano ofrecida frente a ella y saludo. —La pelirroja miró a Samantha. La actitud de Lena era de distracción total. —¿Está usted bien?

Entre el bullicio de las charlas de los invitados, la música leve, los golpes de los cubiertos, Lena escuchó una risa detrás de la pelirroja llamada Alexandra. Miró sobre el hombro derecho de la misma y un deja vu inundó su mirada. A unos dos metros, junto a una mesa de aperitivos, estaba una rubia, ojiazul de lentes. Con un vestido azul claro hasta la rodilla, zapatillas negras y atragantándose  de comida como si no hubiera un mañana.
Lena soltó la mano de Alexandra y dio un paso atrás.

"Escribe un deseo para siempre"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora