Robin

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— ¡Ya es tarde Tyunnie! — Exclamó la madre del rubio desde las escaleras de la casa, esperando a que su llamado resultara efectivo — ¡Levántate y baja a desayunar!

El eco llegó a los pequeños oídos de su hijo en cuanto mención de la comida captó, provocando que éste se despertase lo más rápido posible a comenzar su rutina de todas las mañanas.

— ¡Buenos días mamá, en un rato bajo! — Gritó asomándome desde abajo de la cobija, reuniendo valor debido a que esa misma mañana se estaba convirtiendo en su primer día de escuela.

Se giró al mismo tiempo en dirección al escritorio de la habitación para toparse con su mejor amigo azulado que lo observaba inquietamente desde la pecera — Buen día Robin ¿Dormiste bien? ¿Tienes hambre? 

— Blup.

— Eso es...interesante, yo pienso lo mismo — Sonrió el ojos de avellana satisfecho con su rápido interrogatorio — Prométeme que no eres un agente secreto que envió el gobierno para investigarme ni que saldrás volando de la ventana para ir a tu guarida secreta; Hoy iré a algo llamado escuela así que no te estaré vigilando, piénsalo bien, tienes agua y comida y más agua ¿Entiendes? Si no tendré que usar el arma secreta super poderosa que tengo escondida en el ático para que te quedes conmigo hasta que viajemos a la luna.

Y Taehyun lo miró seriamente como si ambos estuvieran en un duelo de miradas. 

El niño de cinco años de edad pensaba que si él perdía, Robin finalmente empacaría sus cosas y se iría para olvidarlo y probablemente vivir con un dueño mejor y eso lo asustaba. Por otro lado o más específicamente, por el lado de Robin, nunca se supo si éste pensaba o no pero tenía todas las intenciones de quedarse con aquel chico de sonrisa brillante.

— Hijo, deja al pez en paz — Interrumpió su madre la cual yacía apoyada en el marco de la puerta — Le va a dar un infarto del susto.

— ¡No es sólo un pez! — Respondió indignado el rubio — ¡Míralo! 

— Cielo, le hicimos exámenes tres veces y no hay nada fuera de lo normal. Aparte que ni se te ocurra agarrar mi secadora de pelo para llenarla de tinte rojo y manchar a Robin otra vez, es peligroso — Avisó en un tono preocupada.

— Mamá, estoy seguro de que planea algo ¡Mira sus ojos, es perverso!

— Es porque es un pez bizco Tyunnie.

Al menor no pareció convencerle del todo la excusa que su progenitora le había dado pero aún así admitió aunque sea un poco, que ella tenía razón. Robin era raro pero de la manera bonita.

— ¿Entonces lo vas a cuidar por mí? No quiero que escape, sabes que es mi único amigo —  Agachó la cabeza entrelazando sus manos junto a las de su madre.

El tema lo hacía sentir triste debido a que nunca salió a jugar con los vecinos ni con sus compañeros de la escuela, decían que era débil y no tenía fuerza por la proporción de su cuerpo y sus delgados brazos. El único amigo que él tenía era Robin.

— Lo prometo, pero a cambio debes aprender a hacer más amigos en la escuela — Sonrió su progenitora, acariciando las rojizas mejillas de su pequeña criatura — Sé tu mismo todo el tiempo y si alguien te molesta no dudes en decirle a la maestra. Te daré permiso de ir Lunes, Martes, Miércoles, Jueves y Viernes. Sábado y Domingo podemos ir a la playa.

Y hasta ese entonces, no se había visto una sonrisa tan radiante como la del inocente niño.

— ¡Trato hecho! 

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