Capítulo 4

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— Okey, hermanos ¿Están listos para ser los mejores guerreros ninja de la historia? —

Leo intentaba motivar a sus dos hermanos de bandana naranja y púrpura. Pero estos dos solo respondieron con un gran bostezo, más que justificado. Estaban en su sala de entrenamiento a las cinco y media de la madrugada. Una hora en la cual normalmente aún estarían durmiendo.

— Vamos, muchachos ¿Dónde están sus espíritus ninja? —

— El mío se quedó en cama —Respondió el de púrpura, mientras frotaba su cara con las manos, con la esperanza de ahuyentar el sueño— ¿Se puede saber la razón de despertarnos a esta hora taan conveniente? —

El de azul notó el sarcasmo en la pregunta del otro. Pero solo lo ignoró, para proceder con su explicación.

— Bueno... Como ya sabrán, papá me dejó a cargo de ustedes y de la guarida. Por lo que eso significa que también estoy a cargo de su entrenamiento —

— Disculpa ¡¿Qué?! —Exclamó el de morado, más que sorprendido por la noticia.

— Lo que escuchaste, hermano. Yo seré su sensei por estos días —

Hubo un breve silencio en la sala, hasta que los dos hermanos de la tortuga de orejas rojas no pudieron contener por más tiempo sus risas.

— Oigan, esto es enserio. Papá me dijo que debía entrenarlos en su ausencia —Dijo el líder, cruzándose de brazos. Molesto por la actitud de sus hermanos, quienes reían hasta el punto de agarrar sus estómagos.

— Yo, Je je —El genio hablaba intentando controlar su risa, sin teniendo mucho éxito en ello— Esa sí estuvo buena, Leo —

El de azul estaba muy molesto. No tenía ni una pizca de respeto de parte de sus hermanos, incluso si ahora hablaba más que enserio.

Después de unos segundos, las tortugas al fin pudieron calmar sus carcajadas y retomaron un poco la compostura. Aún con lágrimas en los ojos por la risa previa.

— Je Je No tengo tiempo para esto. Me voy a mi laboratorio —Dijo Donatello, emprendiendo su camino a dicho lugar.

— Cruzas esa puerta y le diré a papá sobre tu falta de interés en el ninjutsu —Le Advirtió Leonardo, apuntándole de forma amenazante.

— ¿Enserio? ¡Oh no! ¿Ahora qué haré sin las enseñanzas del sensei Leo? — Dijo el morado,en tono de burla.

El de azul se cruzó de brazos, para dedicarle una mirada molesta.

— Entonces no te importará el no estar en tu laboratorio por un mes. Porque, si no mal recuerdo, tú fuiste el dejó la granja de bacterias en el tazón favorito de Rafa—Leonardo sacó su teléfono. Para mostrarle al morado el número de Rafael.

— No te atreverías —Dijo el genio de manera desafiante, pero nerviosa a la vez.

— ¿Eso crees? —

Leo lentamente acercó su dedo índice a la pantalla del teléfono, en dirección al botón para llamar, mientras miraba a Donatello con una sonrisa malévola. Provocando que su hermano mirara con horror esa acción. 

Estuvo a un centímetro de llamar, hasta que el genio no pudo aguantar más.

— ¡Para!... Ya voy —

Donatello regresó con sus hermanos con pocas ganas, mientras Mikey esperaba tranquilamente a que comenzara la lección de ese día.

— Okey... Como estaba diciendo, papá me dijo que debemos seguir entrenando en su ausencia. Así que no pongan esas caras —

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