En la mostackerstrasse vivia una joven mujer que poco despues de su casamiento habia perdido a su marido a causa de una desgrasia. Pobre y abandonada en su pequeño cuarto, esperaba un hijo que no tendría a su padre. Y porque se encontraba tan sola, toda sus pensamiento se demoraban siempre en torno a la criatura aguardada, y no habia nada tan hermoso, esplendido y digno de envidia que no hubiera pensando, deseado y soñado para este hijo. Una casa de piedra con espejos y una fuente en el jardin le parecian algo bastante bueno para este hijo. Una casa de piedra con espejos y una fuente en el jardin le parecian algo bastante bueno para el pequeño, y en lo que hacia al futuro,su hijo habria de convertirse por lo menos en profesor o en rey.
Junto a la pobre señora Elisabeth vivia un viejo al que pocas veces se veia salir, un tipo raro, pequeño y gris, que llevaba un gorro con borla y un paraguas verde, cuyas varillas eran de barbas de ballena como en los tiempos de antes. A veses no era visto durante largo tiempo por persona alguna, pero ocasionalmente se oia de noche una musica suave que salía de su casa ruinosa, y que parecía sonar a travez de muchos instrumentos musicales y delicados. Entonces las criaturas que pasaban por ahí preguntaban a sus madres si ahí dentro no estarian cantando los ángeles, o quiza las ondinas, pero aquellas no sabían nada y decian: 《no, no, eso debe ser una cajita de musica.