Parte 1

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El viaje a Sudamérica donde se encontraban los misterios del origen de la petrificación iba a tomar varios días. Desde San Francisco, que era donde se encontraba el castillo del Dr. Xeno, al Canal de Panamá, donde habían calculado que podían cambiar del trayecto marítimo a uno terrestre para ahorrar mucho tiempo de viaje, no iba a ser un trayecto corto. Senku y Ryusui, entre cuentas matemáticas y de ruta marítima, habían calculado que su destino estaba a unos 7.900km de distancia total. El barco del Dr. Xeno, una vez que se ayudaron con las velas de tela para acelerar la velocidad y escapar de las garras de Stanley y la élite militar estadounidense, podía mantenerse a una velocidad mínima de sesenta nudos, lo que equivalía a unos 110km/h. Tres días era lo mínimo que iba a tomar ese viaje, sin contar las paradas en tierra para abastecerse de madera que usarían como combustible.

Los jóvenes del reino científico estaban acostumbrados a largos viajes, el marítimo de Japón a Estados Unidos había tomado poco más de cuarenta días, por lo que casi cuatro días no era tanto para ellos. Una de esas noches, Senku se encontraba en la cubierta contemplando el mar, iluminado por la luz de la luna llena, quizás la única forma en que la podía tener cerca, hasta que pudieran construir el cohete que los llevaría allí, resolviendo todos los misterios de las medusas y el hombre del Why, y teniendo vía libre para salvar luego a las 7.000 millones de personas de la petrificación que los mantuvo tantos años dormidos. Sería un proceso infernalmente lento y minucioso, pero llegaría, no le cabía un milímetro de duda.

- ¿Qué estás pensando, Senku? –Kohaku se acercó a él..

- Nada en especial, sólo en nuestro objetivo, que está cada día más cerca, paso a paso.

- Sí, así es. Sólo espero que este viaje resulte bien. Dejamos más de la mitad de nuestros amigos y de la tripulación atrás, desarrollando la ciudad del maíz con nuestros enemigos. Confío en ellos, pero espero que estén bien.

- Deberías preocuparte más por nosotros, leona. Tenemos al rey enemigo con nosotros, y a todo su séquito ridículamente hábil y armado hasta los dientes, pisándonos los talones para recuperarlos, y vengarse de haberlo capturado debajo de sus narices.

- ¡Ja! Puede ser, pero los que estamos en este barco somos de los más hábiles del grupo, contamos con los más inteligentes y fuertes –miró de reojo hacia el grupo de compañeros– y aunque sea extraño, el Dr. Xeno está siendo bastante colaborativo.

- Diez billones por ciento seguro que sería así, leona. Un científico de primer nivel como él no haría un berrinche y se quedaría callado a un costado, a él le intriga tanto como a nosotros resolver este misterio. Y es ridículamente orgulloso, así que no dudes que compartirá todos sus conocimientos con nosotros, con tal de enrostrarnos todo lo que sabe y cuán superior es. Aprovechemos eso mientras podamos.

- Tienes razón, Senku. No le vamos a quitar un ojo de encima, pero no puede hacer mucho aquí. ¿Volvemos adentro? Vine a avisarte que la comida está lista, tenemos que reponer energías para mañana.

- Claro, vamos.

Un rato más tarde, cuando estaban terminando de comer, Suika estaba entretenida observando los reflejos de una pequeña piedra azulada que llevaba con ella. Ryusui lo notó un rato después, cuando captó el brillo del reflejo por el rabillo del ojo.

- ¿Qué es eso que tienes ahí, Suika? –Le preguntó curioso.

- Es una piedra bonita que traje conmigo desde la aldea, la tengo como recuerdo, me la regaló Ruri hace tiempo.

- ¿Una piedra? Déjame ver –Chrome dijo entusiasmado por hacer gala de sus conocimientos de piedras y minerales– ¡Es una joya, más que una piedra, Suika! ¡Una aguamarina, qué malote!

Sueños de marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora