Parte 3

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Stanley saltó del barco junto a Kohaku, desapareciendo en la oscuridad de la noche. Luego de unos segundos en silencio y quietos por el shock, Tsukasa fue el primero en reaccionar y dar órdenes.

- ¡Taiju, lleva a Senku a la sala médica del barco! Tenemos que ver la gravedad de sus heridas y detener el sangrado. Todos los que sepan de curación o medicina, vayan con ellos. Todos.

Le dirigió una feroz mirada a Luna, que se encogió de miedo. La actitud de Tsukasa era de claridad y control de la situación, pero sus ojos refulgían peligrosamente con ira apenas contenida. Herir así a Senku sin motivo, llevarse a Kohaku por interés económico, hacerla llorar y sentirse culpable... Ese Stanley las iba a pagar, caro.

Una vez en la humilde enfermería que tenían allí, le dejaron espacio a Luna, François y Chrome, pero todos los demás se agolparon en la puerta para ver lo que sucedía.

- ¡Senku va a moriiiiiiiiiir! –Se lamentó Ginro, entre lágrimas.

- Cierra el pico, que todavía no sabemos dónde le dio –Nikki lo calló, golpeándole la cabeza.

- Tranquilos, no es hora de desesperar, sino de ayudar –intervino Ryusui– No parece haberle dado en ningún órgano vital, su vida no corre peligro, miren.

Le habían sacado la chaqueta y la camisa a Senku, revelando que la herida estaba en el hombro, no en el pecho como pensaban. Tenían que apurarse en detener el sangrado, pero con alivio comprobaron que la bala había pasado limpiamente, un problema menos, ya que no contaban con cirujanos hábiles en el barco.

- Luna, no eres nuestra persona favorita en este momento, y no tienes nuestra confianza –agregó Ryusui serio, cruzándose de brazos– luego hablaremos, tienes mucho que explicar, pero por favor, cura a Senku.

- Sí, lo haré. Él no hizo nada para merecer esto –Apoyó la mano en el brazo sano del peliverde, con pena.

Una hora después, Senku ya estaba cosido y vendado, un poco pálido, y Luna le había recomendado descansar para reponerse de la pérdida de sangre, pero él desestimó sus palabras ya que quería escuchar personalmente lo que la joven tenía para contar. Tenían que rescatar a Kohaku lo antes posible, y le dejó un gusto muy amargo que no pudieran hacer nada frente a ese caza-recompensas. Pero lo peor de todo, lo que no podía dejar de pensar, era que Kohaku dependía de la medicina para mantener su forma humana, y con ese secuestro, todo el esfuerzo se perdería si no llegaban a rescatarla a tiempo. Y por eso, era que no tenían tiempo que perder, ni él se podía permitir descansar.

Todos los tripulantes del barco se reunieron para escuchar lo que Luna tenía que decir. Las caras de la mayoría reflejaban la misma indignación por haber sido engañados desde que decidieron "rescatarla" y creerle que había escapado del otro barco, cuando todo había sido una actuación para acercarse a Kohaku.

- Veremos qué es lo que tiene esta perra traidora que decir, antes de decidir qué hacer con ella –Dijo Nikki en un tono amenazante– Yo digo que la dejemos en el mar a su suerte, en el bote en que vino.

- Nikki-chan, siempre tan dura –Gen sonrió incómodo– Ahora mismo Luna está con nosotros, y es la única clave que tenemos para encontrar a Kohaku-chan. Y si escucharon las últimas palabras que dijo Stanley, dio a entender que no le importaba si ella volvía o no, podemos deducir que la utilizó para sus fines también.

- No voy a justificarme, es verdad que los engañé, aunque no porque quise –dijo Luna mirando al piso– Parte de lo que les conté era cierto, me ofrecí como voluntaria en ese barco por interés personal, pero luego me encontré con que eran personas peligrosas, demasiado tarde. No me explicaron todo lo que planeaban, solamente que tenía que dejarme rescatar por ustedes, y que había una sirena en el barco que les interesaba, yo tenía que buscar la forma de llevarla a cubierta y Stanley se encargaría del resto. Como les interesaba viva, no me imaginé que lastimarían a nadie. No tenía opción, no tienen idea lo intimidante que puede ser Stanley. Y huir no era una opción, no con él. Fui egoísta, pero pensé en mi propia vida, y lo de que existiera una sirena de verdad me pareció increíble.

Sueños de marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora