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El día había empezado como el mismísimo infierno

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El día había empezado como el mismísimo infierno. 

Todo empezaba por el asqueroso calor que hacia ese día. Aunque no todo era por el  insoportable calor, sino por la gran cantidad de humedad que había, hacia que mas de uno se sintiera sofocado y abrumado por el calor, causando que varios soldados se descompusiera  cayendo inconscientes o casi inconscientes. La mayoría tuvo que ser llevado en camionetas al cuartel para ser atendidos y suministrarles oxigeno.

— ¡VAMOS! ¡Tienen que correr mas rápido! —rugió Namjoon haciendo temblar a más de uno a su alrededor— ¡Hasta una puta tortuga corre mas rápido que todos ustedes!

Desde que Kai no pudo levantarse por unos días, como dijo Siwon, Namjoon tomo su puesto comandando y adiestrando a todo el pelotón. 

Tuvo que admitir que al conocer al híbrido de tigre, pensó que todo seria un infierno para él.

Claro, verlo grandote, músculos por donde quieras que lo veas, dientes mas afilado que cuchilla de carnicero, un sexpack que te hace mojar lo que sea que tengas dentro de las piernas es... Es algo impresionante.

También pensó que seria un constante gran dolor de cabeza, que tendría que aguantar a mas de uno cuestionarle cada maldita palabra o siquiera, tener que enfrentarse a alguno por el simple hecho de tener la edad que tienen. Tenia todo ese tipo pensamiento e ideología fija, que seria un constante y cansino pleito por lo que fuere que diga. Ya que, en su mente, no esperaba otra cosa que no fuera ver a soldados lo suficientemente maduros, como para poder aceptar las ordenes de una persona que tiene la misma o menor edad que uno. 

Si, cosas que para personas normales es algo idiota y hasta burlesco. Pero, para Namjoon era el pan de cada día en su antiguo cuartel. Desde que había sido ascendido a ese cargo, no había un solo momento de paz en que alguno de sus subordinados o de los híbridos que tenia que hacerse responsable le hiciera la vida difícil. Comentarios, palabras fueras de contexto, humillación, abucheos y constante abuso físico y verbal hicieron de su estadía en cuartel un suplicio.

Vaya sorpresa se llevo cuando tuvo su primer día en ese cuartel.

No hizo mas que entrar a la aula donde los esperaban los treinta híbridos de los cuales debía hacerse cargo, que todos se pararon en sus asientos y le hicieron una reverencia de noventa grados. Sus ojos se abrieron como platos ante tal escena, estaba seguro que sintió como sus piernas fallaron unos segundos provocando que casi cayera sentado en su asiento sentado. Ni hablar de lo intimidado que se sintió por mas de uno de los que estaban ahí frente suyo.

 Algunos lo sobrepasaban en altura, y él no es precisamente bajito, cosa que lo desconcertaba pensando en que carajos eran. Sentía sus piernas fallar al momento que se fueron presentando uno por uno como si fuera la primera clase de primaria. Todos decían su nombre, edad, de que animal eran híbridos y le agregaban algo a su gusto. Observo como entre todos los híbridos había unas cuantas mujeres sorprendiéndolo ante sus aspectos totalmente hostiles y haciéndole tener cuidado que ninguna se le lance encima. 

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