IV (Reescrito)

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~Siena

El fin de semana había llegado y con ello la expectativa por la nueva fiesta. Elizabeth parecía haber sido poseída por un conejo en drogas pues no había dejado de saltar por toda la habitación; de cierta manera las tres estábamos felices de que sus padres le hayan permitido salir.

Carol se notaba un poco más tensa. Nunca la había visto tan preocupada por cómo se debería vestir o que tan bien le quedaba algo.

No entiendo de qué se preocupa si todo le queda bien

Ya se había probado cinco vestidos diferentes y varios conjuntos de ropa, aún así no lograba decidirse por ninguno. Cuando la vi dudando en cambiarse por enésima vez la detuve.

— Quédate con ese vestido, te ves perfecta así— sostuve sus manos mientras la ayudé a subirse el cierre. vi sus bonitos ojos grises dudar así sonreí para darle seguridad. Elizabeth salió del baño y al verla asintió como aprobación.

Sabía que ambas le dábamos una opinión sincera, el vestido era de un rosa palo que armonizaba con su piel. Un escote delgado pero pronunciado se dibujaba en su pecho llegando hasta su cintura mientras que su espalda era adornada por unas finas líneas entrecruzadas.

—Te ves como un ángel caído. Aún conservas tu pureza pero se nota que podrías destruir a quien quieras— Elizabeth hablaba en metáforas mientras acomodaba los rulos salvajes de Carol y al admirarla debía apoyarla, ella tenía un aura tan inocente pero a la vez tan sensual que enloquecería a cualquiera.

Cari sonrió feliz frente al espejo mientras aplicaba un poco de rubor en sus mejillas, por un momento lo único que podía pensar era en lo mucho que quería echar a Eli de allí y encerrar a Carol en una burbuja de cristal. No quería admitir el porqué pero por un instante no quise que nadie más contemplara su belleza. 

Detuve esos pensamientos al instante. Qué se supone que estaba pensando.

La habitación se volvió asfixiante, me excusé diciendo que iría por un poco de agua y salí de la habitación como alma que lleva el diablo. He pasado todo el verano junto a Carol pero en los últimos días me he sentido algo confundida, se suponía que todos esos sentimientos habían quedado bajo tierra y el temor de que vuelvan a dominarme me ahoga.

Ella no es como tú, ella no es como tú, ella no es como tú

Repetí esa frase en mi mente una y mil veces.

Durante la infancia hay una etapa en la que pasas de hacer cara de asco cuando se acerca cualquier niño a sonreírle al niño que te gusta, en mi caso ese cambio fue eclipsado por Carol. Sabía que había algo distinto en mi porque cada vez que mi madre decía "De grande tendrás a todos enamorados de ti" yo solo podía pensar en aquellos ojos grises que jugaban conmigo a las muñecas.

Los recuerdos vienen a mi mente de golpe.

Nuevamente soy aquella Siena inocente y risueña, una niña de diez años que juntaba sus ahorros para comprar un ramo de girasoles, la flor favorita de Carol.

Ese día había decidido decirle a su mejor amiga que era la niña más bonita que jamás había visto, que adoraba el olor de su cabello y el brillo que tenía sus ojos cuando hablaba de algo que le gustaba.

Aprovechó que sus padres iban a salir para hacer la compra y así acompañarlos, tal vez allí encontraría un ramo digno de la niña de rulos. Caminaba feliz de la mano de su madre mirando las calles en busca de una floristería cuando a lo lejos vio a una pareja de mujeres tomadas de la mano.

Lo primero que pensó fue en lo bonitas que se verían Carol y ella cuando fueran grandes y fueran pareja pero se sonrojó mucho al ver como una de las chicas besaba con ternura a la otra.

Un minuto de Silencio (Reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora