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I. La Nieve de Dinamarca.



Enero 18, 2018.

Mariager, Dinamarca.


Asta Silver.

Me gusta el invierno en Dinamarca.

Puedo pasar horas sentada frente a la ventana viendo los copos de nieve caer. Es un paisaje agradable al ojo humano, especialmente cuando el viento corre azotando lo que encuentra, las ramas de los árboles se mecen violentamente, las pocas hojas que sobreviven el invierno se encuentran cubiertas de nieve, y cuando caen, parece que se están llevando un poco de la esperanza de la humanidad.

Pero la esperanza nunca desaparece enteramente, ya que cuando el invierno termina y la primavera llega, vuelve a florecer.

Es el círculo por el cual muchos se rigen; hay momentos en los que la esperanza es tan nula como las hojas de Dinamarca en pleno invierno, otros en los que es tan abundante como las rosas y los tulipanes floreciendo en primavera.

Si soy honesta, detestaba los tulipanes, las rosas y la primavera. Me enfermaba ver los rostros esperanzados de la gente que me rodea, prefería mil veces verles el rostro decaído durante el crudo invierno.

Subo mis piernas desnudas a la silla donde me encuentro sentada, pego las rodillas a mi pecho abrazándome a mi misma mientras continúo mirando por la ventana, la nieve caía y parecía que nunca tendría fin, dejando así un mar blanco que cubría la mayoría del reino de Dinamarca.

La calefacción de la casa brindaba el calor suficiente para no tener la necesidad de abrigarse, para mi era común dormir en bragas y blusas de tirantes. Tenía un horario específico para dormir, de las 11:00 p m a las 6:00 a m. No sabría especificar en qué momento me sujeté a ese horario, pero los días en los que no lo respetaba mi cabeza dolía recordándole a mi cuerpo que debía respetar mi horario de dormir.

Escucho la cama chirrear y me volteo enfocando mi atención en Aksel, mi gemelo con el cual comparto mi vida desde el vientre de nuestra madre.

Su cabello plateado está despeinado, sus ojos me miran entrecerrados mientras se incorpora en la cama dejando su torso al desnudo. Bosteza rascándose la barbilla y no dudo en ir a la cama abriéndome de piernas encima de él. Lo abrazo apretándolo y él tan solo pasa su brazo por mi espalda baja, beso su mejilla rompiendo el abrazo, pero no me muevo de mi lugar.

—¿Qué te parece si lo hacemos hoy? —Pregunto, ambos tenemos que estar de acuerdo.

Él niega mirando la ventana, señala la nieve indicándome que las condiciones climáticas no eran adecuadas.

Ruedo los ojos a pesar de que sé que tiene razón, una fuerte tormenta de nieve se está desatando, dudo que alguien esté tranquilamente paseando por las calles del pueblo.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2021 ⏰

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