La mañana siguiente comenzó como cualquier otra. La enigmática respuesta del Rey Rob perdió importancia al diluirse entre la rutina y el té de manzanilla del desayuno; y mientras él continuaba en su cama y observaba su amado sembradío desde la ventana, yo comenzaba a organizar el almuerzo y meditaba muy seriamente en tomarme el siguiente período de clases sabático luego de que el verano terminara. El mágico encuentro con el venado había sido desplazado por pensamientos triviales y mucho más deprimentes cuando el monitor de bebé en la mesa de la cocina sonó.
"Princesa" Escuché suave y armonioso.
Me sequé las manos con el delantal y subí para encontrarlo sentado y sonriente.
"Aquí estoy"
"Se me ha despertado un tremendo antojo de galletas de canela... ¿Podrías hornear algunas?"
Sentí un hermoso calor en el pecho. Su falta de apetito me preocupaba y aquel era el primer pedido que hacía en semanas.
"Claro abuelo, prepararé una docena para esta tarde"
"Oh no... Harán falta algunas más. Espero visitas y he presumido tus galletas por años!"
"¿Visitas?, ¿De quién?"
"Viejos amigos"
"Oh, ok... ¿Cuántas me recomiendas?"
El Rey meditó por un momento.
"Mmm... Yo diría unas cinco docenas, si pudieras..."
Fruncí los labios en una pequeña sonrisa y asentí.
"Comenzaré luego de alimentar a los perros y a Daisy"
La vieja yegua manchada descansaba en la sombra de su establo detrás de la casa y había sido mi mejor amiga desde su llegada 17 años antes. Habíamos pasado infinidad de noches acampando detrás de la casa y luchado valientemente con dos o tres culebras no venenosas en nuestros largos paseos de primavera.
Saltó torpemente del montículo de paja dónde se había recostado al oírme llamar su nombre con la cubeta en la mano y asomó la cabeza para recibirme. Podía sentir lo feliz que estaba de verme cada día, pero también cómo extrañaba a mi abuelo, que no la había visitado en varias semanas. Me aterrorizaba la idea de que no pudieran despedirse. ¿Existía alguna manera de subir a una yegua de 500kg al segundo piso se una cabaña de madera?.
Pasé mi tarde horneado espiraladas galletas de canela glaseadas, y cada 15 o 20 minutos podía oír al Rey Rob decir por el monitor de bebé lo deliciosa que olía la casa.
Alrededor de las 5 de la tarde finalmente apagué el horno y comencé a preparar el té.
El sol no comenzaba a ocultarse y la tarde estaba fresca; y en mi mente rondaba la posibilidad de convencerlo de levantarse de la cama.
Un destello blanco brilló en la cocina. No habían anunciado una tormenta en el pronóstico, pero no era extraño que se equivocaran ya que el clima cerca de las montañas era bastante más impredecible. Suspiré, tapé la tetera de porcelana blanca y me dispuse a salir al jardín a recoger la ropa seca del tendedero cuando el monitor sonó otra vez.
"Princesa, ¿Podrías venir un momento?"
Mientras me dirigía a las escaleras pude ver por el rabillo del ojo un nuevo destello desde el comedor. Debía darme prisa.
"Mis invitados han llegado" dijo mientras yo observaba confundida por la ventana de la habitación el sol y el hermoso cielo despejado; ni una sola nube de tormenta a la vista. "¿Serías tan amable de preparar el té en la sala de estar? Bajaré en un momento".
Intenté no parecer una niña pequeña saltando de alegría. Tal vez querría salir a saludar a Daisy, o yo podría acercarla hasta la ventana para que pudiera verla una vez más.
"El té ya está listo abuelo, ¿Quieres que reciba a tus amigos?" Contesté al oír la gran campana de bronce que colgaba en el pórtico de la entrada.
Esa campana había sonado muy pocas veces a lo largo de mi vida ya que, según mis recuerdos, el Rey Rob no tenía amigos cercanos. Tal vez algún vendedor, viajero perdido o empresario bien vestido que llegaba con una propuesta de negocios imposible de rechazar pero que sin embargo era rechazada cada vez.
"Sí por favor, pero intenta no espantarte. No son para nada peligrosos, lo prometo".
Y de esa manera, mientras bajaba las escaleras, la curiosidad regresó con más intensidad que el día anterior. ¿Quiénes serían estos misteriosos viejos amigos?
"Supongo que me enteraré en un momento"
Pensé mientras llegaba a la puerta de entrada.
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El testamento del Rey Rob
FantasyMi abuelo, el hombre que me crió, pronto dejará este mundo, y mientras yo intento procesar la idea de perderlo, él prepara una extraña sorpresa para mí. Arte de portada Glynda Turley