Viejos amigos

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El gigantesco caballero de pie en el umbral lucía la sonrisa más amplia y brillante que jamás había visto. Con facilidad superaba los 2 metros y medio de altura y una gigantesca piel moteada en blanco y negro de algún animal desconocido colgaba de sus hombros cubriendo un atuendo de lino marrón extremadamente simple. Portaba en su mano una rama de árbol lustrada y tallada de una altura similar a la suya y en su cabeza, una corona de pequeñas flores blancas que se enredaban con sus rizos castaños rojizos apenas peinados.
Creo que mi mandíbula tocó el suelo por un momento, pero hice mi mejor esfuerzo por recomponerme y sonreír atentamente.
"Buenas tardes, yo soy..."
"¡La pequeña Princesa Lila! Aunque ya no eres tan pequeña, ja!. Es un placer volver a verte"
El hombre se inclinó en una reverencia y detrás de él pude ver una figura femenina portando un bastón tan alto como el suyo. Era pálida, estilizada, exageradamente musculosa y calva. Fijó sus ojos en los míos y en postura estoica inclinó la cabeza en forma de saludo a la vez que el hombre entre nosotras volvía a erguirse.
"Yo soy Daven, Rey del Bosque Austral, y ella es mi compañera Amarilis" dijo señalando con el revés de su mano a la mujer, que volvió a inclinar la cabeza.
Aún con la boca abierta fruncí los labios en una sonrisa incrédula y me aparté haciendo un ademán con la mano derecha.
"Bienvenidos, mi abuelo bajará en un momento"
El gigante hombre avanzó agradecido.
"Ansío comer de tus galletas de canela otra vez, Rob me compartió un par hace algunas primaveras, ¿Sabes? Esas delicias no se consiguen en mi pueblo"
Su risotada grave resonó en toda la estancia mientras la mujer, ahora delante de mí, apoyaba su pulgar en mi frente con una mirada seria pero cálida. Al tenerla más cerca pude darme cuenta de que su piel no solo era pálida, sino gris, y consistía de pequeñas escamas triangulares muy parecidas a las de una serpiente.
Aún aturdida por el contacto físico sorpresivo y lo extraño de la situación en general los acompañé hasta la sala de estar y los invité a tomar asiento en el sofá, que protestó ante el peso del extraño "Rey" .
No había dejado de parlotear alegremente desde su introducción en la entrada.
Con una bandeja de galletas de canela y la tetera de porcelana en la mesa de café me acomodé en el apoyabrazos de la silla reclinable de mi abuelo y los observé intentando mantener la compostura, recordando el consejo que me había dado sólo minutos antes . "Trata de no espantarte".
La mujer ahora sonreía levemente, tal vez divertida al verme intentar seguir el hilo de la conversación unilateral del gigante sentado frente a mí.
¿Acaso mi abuelo pertenecía a algún gremio de Calabozos y Dragones secreto?, ¿Se disfrazaba los sábados por la noche para personificar a un caballero en misiones de fantasía?, ¿Cómo había logrado aquella hermosa mujer maquillar toda su piel visible en semejante tono de gris?
"Y pues claro", el gigante me regresó de mis pensamientos, "yo fui quien recomendó a Rob plantar girasoles, ¡y puedo ver qué deberá agradecerme!, Es una hermosa tierra la que tienen aquí, ¡Pero dime!¿Cómo vas con tus estudios?, ¿La uni... Universidad?"
"Eh... Muy... Muy bien supongo..."
"Querido, creo que has abrumado a Lila con tu habladuría" dijo la mujer y su voz iluminó cálidamente la habitación." Estoy comenzando a pensar que no tiene idea de quiénes somos nosotros...¿Será posible pequeña?" Se dirigió a mí y no pude hacer más que inclinar la cabeza algo avergonzada.
El gigante me observó tiernamente, como si estuviera viendo a una niña dar sus primeros pasos.
"El Rey Rob debe haber tenido motivos importantes para no mencionarnos... ¡Pero no sé me ocurre cuáles!"
Arqueé la ceja mientras me ponía de pie al ver a mi abuelo débil y maltrecho sostenerse con dificultad del barandal mientras bajaba las escaleras. Corrí hacia él para darle un hombro dónde apoyarse y lo acompañé hasta su silla.
"¡Rob, dichosos los ojos que te ven!, ¿Cómo te sientes viejo amigo?" Exclamó Daven mientras le daba una palmada en el hombro.
"Ergh.." protestó en respuesta "tu sabes, acercándome al final".
Los invitados me observaron en silencio y luego Amarilis comenzó.
"Rob, siendo honesta contigo, como tu amiga creo que debería cuestionar algunos de tus métodos...¿ Cómo es posible que está dulce jovencita no tenga idea alguna de lo que está sucediendo?"
Mi abuelo se mostró incómodo y suspiró.
"Lo sé... Pero creí que era lo correcto en ese momento, y aunque sea inconveniente aún lo creo"
"¿Sería tan amable alguien de explicarme lo que sucede aquí?" Pregunté ya con frustración" ¿ Hay algo que debería saber abuelo?"
"Ten paciencia Princesa, aún faltan invitados por llegar, comprenderás todo en su debido momento, pero ahora necesitaría que atiendas a la puerta por favor"
Solo dos segundos después la campana sonó, y al abrir la puerta encontré frente a mí a dos personas pequeñas. Un hombre y una mujer, ambos llevaban barba, polleras de cuero y cascos rígidos con incrustaciones de corales y criaturas marinas disecadas. Detrás de ellos un cortejo de 8 o 10 personas pequeñas aguardaba de pie en el jardín delantero, portando, como ellos, lanzas de mango ancho.
"Saludos Princesa, hemos venido en respuesta a la correspondencia a dar tributo al Rey Rob" La mujer barbuda golpeó el mango de su lanza contra las tablas de madera del suelo tres veces y, al unísono, todo el cortejo la imitó y exclamó
"¡Salve Rey Rob Liberador de reinos!"
"Bienvenidos" dije dando una bocanada de aire "adelante por favor"
¿Llegaría eventualmente una explicación? Lograría comprender lo extraño de los invitados y el misterio que rodeaba todo el evento? Realmente no estaba segura, pero durante los siguientes 30 minutos la campana volvió a sonar tres veces.
Un anciano de sombrero puntiagudo y barba gris llamado Guladar también hizo una reverencia al verme; luego una hermosa mujer llamada Belladonna vestida solo con hojas de palma que brillaba como una luciérnaga al caminar me sonrió y mencionó que extrañaba mis aventuras en el bosque y, finalmente, el joven ciervo que había recibido la carta en el roble caído apareció frente a la puerta.
"Que tal Princesa" las palabras salieron de su boca a la vez que mis pulmones exhalaban todo el aire contenido de una sola vez. Bajó la cabeza lenta y respetuosamente mostrando su bella cornamenta y continuó "Espero no llegar tarde a la reunión"
"No...no hay problema. Bienvenido"
El ciervo agradeció y avanzó con gracia hacía la sala de estar.
Para el anochecer mi abuelo tomaba te con un gigante y una mujer reptil; la pareja barbuda había sacado de sus bolsas cargadas botas de cuero y compartían vino con el anciano de sombrero puntiagudo y algunos orbes de colores revoloteaban sobre el lomo de un gran ciervo joven y recogían migajas de galleta del plato. Afuera un dragón del tamaño de un autobús, una especie de gato grande alado de color morado y el resto del cortejo de personas pequeñas descansaban entre los girasoles y, para mi sorpresa, jugaban divertidos con mi manada de perros.
Podía observar ambos espectáculos desde la cocina donde me había refugiado totalmente sobrecogida e intentaba adivinar al menos qué relación tenía mi abuelo con todos esos personajes. Él reía divertido en la estancia, y yo sabía que cualquier solicitud o pregunta arruinaría el ambiente festivo que reinaba en la casa por primera vez en meses.

El testamento del Rey RobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora