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Las piernas de la rubia temblaban ligeramente, Kakashi no dudo en sentarla sobre el escritorio en cuanto lo noto, el hombre solo había acomodado sus pantalones, por lo que su torso desnudo, repleto de marcas, aún era una clara evidencia de lo que había sucedido tan solo momentos atrás.
Se animo a acomodar con un toque delicado la ropa de la muchacha, algo arrugada para entonces.

— Realmente, Sensei es un animal —gruño con suavidad, aunque aquel rubor delataba cuan satisfecha estaba con lo que había sucedido. El peliplata río ligeramente.

— Ah, maldita sea, van a despedirme. —artículo luego de que termino de abotonar la blusa de la ajena, para posteriormente frotar ligeramente su nuca una vez se separó apenas un poco, se le notaba resignado.

— No necesariamente. —animo la chica cuando acarició cuidadosamente la mejilla del mayor y estirándose un poco, ignorando la punzada de sus caderas, procedió a unir su boca suavemente en un beso extrañamente dulce— solo debemos mantener el encuentro en secreto.

El rostro sorprendido y ruborizado de aquel profesor realmente resulto un deleite para la joven o incluso podía serlo para cualquiera que pudiera verle. Yumi soltó una ligera risa tras ponerse de pie. Supo disimular la pesadez de su cuerpo cuando tomo la camisa de Kakashi y se la entrego tranquilamente.

— Espero que me llame nuevamente a detención, Sensei ~. Fue realmente divertido

Y con un gesto de mano y un pequeño guiño, la muchacha se despidió abandonando la oficina con su mochila en brazos.
El rostro del peliplata, aun rojo por entonces, demostró una chispa de diversión, permitiendo que una risilla se escapara de sus labios momentos después.
Observo la camisa en sus manos segundos después, en verdad había perdido la cordura, estaba seguro de ello.


• ────── ◦☪◦ ────── •


Tras salir del salón, la rubia observo entonces uno de los relojes colgados sobre la pared de aquel corredor. Faltaba al menos hora y media para que las clases concluyeran. Realmente había pasado demasiado tiempo en la oficina del maestro, aunque, como excusa, podría decir que, en un ataque de molestia tras ser reprendida, solo se saltó las clases.
Sería una buena coartada.

Poco después, sintió el sutil aroma a sudor que fluía de su propio cuerpo, jalo un poco el cuello de su blusa y bajando la mirada para ver su condición, hizo una pequeña mueca. Kakashi realmente se había excedido con los chupetones.
Suspiro para sí misma cuando tomó la decisión de ir hacia los vestuarios femeninos, agradecía que su uniforme estuviera allí, ya que el que llevaba en ese momento, era prestado.
Aprovechando la nula presencia de gente por los alrededores, saco una pequeña píldora de su bolso, la cual no tardo en consumir, seguidamente se ducho y cambio diligentemente. Eso sí, atando su cabello para evitar que el mismo se humedeciera. Seria molesto tratar con las miradas ajenas y los cuestionamientos de por qué razón se había dado un baño.
A la gente realmente la movía el chisme.


Una vez concluido aquello y cuando finalmente la campana que indicaba el fin de la jornada escolar sonó, la muchacha simplemente se acomodó en el patio de la institución, bajo la copa de un árbol, permitiendo qué bastantes personas, quienes se marchaban, la observaran jugando con su celular mientras comía de una bolsa de papas.
Los murmullos, como cosa habitual, no tardaron en hacer su respectiva presencia.

— ¿Yumi?

Aquella voz inusual llamo la atención de la muchacha quien elevó el rostro poco después, la figura que se alzó ante ella, no la sorprendió demasiado.

— ¿Deidara? —pregunto, la luz del sol resulto molesta y estorbosa cuando quiso observar el afeminado rostro ajeno.
La chica se incorporó a continuación, y no fue sino hasta ese momento que pudo notar las dos presencias que acompañaban a aquel individuo.

Itachi, y su hermano mayor.
Aquel trio desprendía un espantoso aroma a tabaco, sintió náuseas en el momento que lo noto.

— ¿Qué diablos estás haciendo aquí mocosa?

— ¿Ah? — la voz ronca de aquel pelirrojo. De algún modo la saco de quicio— Hola hermano. Buenos días, me alegra verte.

Las palabras fueron casi escupidas por aquella rubia, dicho comentario hizo sentir un poco incomodo a los chicos que acompañaban al mayor de los Akasuna.

— Acabo de hacerte una pregunta. Responde.

Solo había un momento en el cual Yumi se permitía obedecer alguna orden.
Sobre la cama. El resto del tiempo su orgullo simplemente no toleraba dicho trato. La joven tenso ligeramente su mandíbula y se acercó a paso firme hacia Sasori. Cualquiera diría que iba a golpearlo.


— Oigan, oigan. Chicos no peleen.

— Cierra la boca Deidara, y aparta —rugió la muchacha, y sin vacilación hizo a un lado a aquel rubio para quedar próxima al pelirrojo.

Aquello realmente había encendido la corta mecha del joven.
¿Quién diablos se creía que era esa zorra?
La vena podía notarse remarcada sobre su cuello cuando estuvo punto de responder. Sin embargo, el inexpresivo azabache fue quien lo detuvo. Las cosas estaban lo suficientemente tensas entre aquellos hermanos como paraque ese idiota interfiriera.

— No seas impulsivo.

— Tch...

Entre cuestionamientos y reprimendas, el tono de voz de aquel par estaba subiendo de nivel, y la situación se notaba acalorada con cada intercambio de insultos.
Pero no fue sino hasta que Sasori noto las evidentes marcasen el cuello de la rubia. Que finalmente perdió los estribos.

— Vete a casa —soltó. Cualquiera diría que escupía escarcha. Yumi río sin gracia a continuación.

— Claro, por supuesto.

— Vete a casa. Ya mismo. —remarco, el tono sarcástico que empleo la ajena para responderle solo incrementaron su molestia, y termino sujetando ahora con algo de fuerza la muñeca ajena, haciendo énfasis en aquella evidente orden. La joven hizo una pequeña mueca en respuesta, la expresión que le dedicaba el mayor por entonces, era bastante inusual.

Las miradas feroces batallaron a continuación. Y forcejeando con notable brusquedad, luego de patear su pantorrilla, aquella chica consiguió zafarse del agarre.

— Estúpido Hermano Mayor — Empleando el mismo tono que él, cuando procuro marcharse, debido a su blanca piel, la marca del apretón no tardó en hacerse notar.

Aquel par, quienes habían sido espectadores de ese choque entre los hermanos Akasuna, no podían evitar pensar más al respecto.
Era evidente que Sasori era excesivamente sobreprotector con su hermana, sin embargo, también era sabido que en ese punto, era bastante estúpido serlo. Yumi no era precisamente una santa. Por lo que el extraño complejo de hermana del pelirrojo llamaba bastante la atención. Al menos con su grupo de amigos, a quienes había jurado arrancarles el pene si de algún modo se aproximaban a ella.

Aun a sabiendas de esto, Deidara de todos modos observo sin reparos la figura femenina, que se marchaba, prestando especial atención en su pequeña cintura, y lo voluptuoso de su trasero, no pudo evitar sonreír con algo de malicia al respecto.
En verdad mataría por verla llorar.
Esa perra, siempre había sido grosera con él, tachándolo de homosexual por su cabello largo y apariencia aparentemente femenina, quería ver hasta qué punto llegaba su rudeza, y cuanto aguantaría ese estúpido orgullo si la tuviera en sus manos. Apretó un poco la mandíbula a continuación.
Pero el repentino agarre de aquel pelirrojo al cuello de su ropa, lo saco bruscamente de sus pensamientos, la evidente mirada de desprecio en aquellos grises ojos, hicieron que su cuerpo se estremeciera.

— S... ¿Sasori? ¿Qué sucede viejo? —pregunto, en un notable tonó nervioso.

— ¿Que tanto estas mirando?

Las palabras fluyeron con ferocidad, a aquel rubio realmente le sería difícil aplacar a aquella bestia.
Itachi suspiro en consecuencia.

"Ese imbécil realmente no tiene idea de cómo contenerse, o siquiera de como disimular". Se dijo a sí mismo, aquella declaración rondó una y otra vez sus pensamientos.
Decidió no intervenir en el presunto homicidio que podría llegar a tener lugar a su lado, y solo dio una última mirada a la pequeña figura femenina que eventualmente desaparecería a la distancia.
Conocía a Yumi desde pequeña, y estaba ciertamente sorprendido por su abrupto desarrollo físico. Sabía cuán celoso era Sasori respecto a ello, pero de algún modo no podía evitar pensar en lo divertido qué resultaba.
Él podía tener a cuanta chica quisiera. ¿Por qué no podría tenerla a ella?.
Mientras mayor fuera la restricción, más divertido era el resultado.


• ────── ◦☪◦ ────── •



Cuando aquella chica llego a la residencia de su familia, saludo a su abuela con calma antes de dirigirse a su habitación. Se ducharía adecuadamente, y procuraría tratar las marcas en su cuerpo lo mejor que pudiera para acelerar su desaparición, además de lavar el uniforme que le había sido prestado.


El encuentro con aquel profesor fue mejor de lo que siquiera hubiera imaginado, no debió subestimar la experiencia y el buen físico del hombre, incluso podría decir que, de repetirse, hasta podría enamorarse de él.
Aquella idea solo la hizo reír.

Amor. Por supuesto que no.

>> Tu no lo mereces <<

Mordió a continuación ligeramente su labio inferior, quizá en un vago intento por contener aquellas palabras que sabia no podía decir, su mirada se perdió un momento en la rojiza marca en su muñeca, y se sintió realmente molesta. El agua tibia recorría su cuerpo, pero de algún modo sus sentidos parecían apagados.
Solo pudo volver a la realidad en el momento que el rigntong de su móvil irrumpió su ensoñación.

Cubrió su cuerpo con una toalla cuando, aun permitiendo gotas de agua escurrir por su cuerpo, salió de la ducha y se dispuso a ir hacia su recámara para vestirse. No vacilo a la hora de atender la llamada.


— Buenas tardes pequeña gatita ~ —La voz del otro lado, sonó coqueta, sin embargo, era saturada por la música y las voces que parecía, lo rodeaban.

— Arata. ¿Qué sucede?

— ¿Oh? ¿Acaso estas molesta? —soltó, riendo ligeramente a continuación— vamos, vamos, no te desanimes pequeña. ¿Qué tal si vienes a pasar un buen rato?

Con una toalla extra, la muchacha se dispuso a secar su cabello, se hallaba sentada en su cama y para ese momento había colocado el móvil en alta voz, por lo que no tenía que preocuparse por sujetarlo.
La declaración que oyó entonces la hizo reír.
¿Ese idiota realmente creía que volvería a acostarse con él? Resultaba extremadamente gracioso.

— ¿Y a donde debería ir? —respondió en un tono casi tajante. La risa tras el teléfono fue evidente en ese momento.

— Hidan de la clase 3 hizo una fiesta. Si te interesa entretenerte un rato. Estaré esperándote, aunque no sé por cuanto tiempo.

Anuncio, y no mucho después pudieron oírse las risitas de un par de chicas no muy lejos del micrófono del móvil, los sonidos húmedos a continuación revelaron cuan ocupado estaba aquel albino en la dichosa fiesta. No tardo en colgar poco después.
Yumi suspiro, dejando la toalla a un lado se recostó un momento sospesando sus opciones.
Quizá el mejor plan por entonces era evitar seguir más tiempo en la casa. Estando allí, pensaba más de lo que debería o de lo que le gustaría.
Había recuerdos que simplemente tenían que continuar enterrados.


Dejando caer su toalla comenzó a vestirse, arreglándose más coquetamente de lo usual. Un vestido de dos partes, que permitía la visualización de su firme vientre, el mismo consistía en un top beige de tirantes, en conjunto de una falda de tubo por sobre las rodillas del mismo color. Su cuello era adornado por una gargantilla de piedras preciosas en tanto llevaba unos zapatos de taco medio color blanco. Tuvo que cubrir las marcas en su pecho con un poco de maquillaje, puesto que al verse desnuda frente al espejo tan solo momentos antes, realmente la descolocó la cantidad que había sobre ella.

Se observó a sí misma un momento antes de animarse a salir, sin embargó su cuerpo choco con algo más firme en el instante que intento atravesar el umbral de la puerta, esto provocó que retrocediera un poco sorprendida.


— ¿A dónde vas?


La voz fría de su hermano, provoco que un escalofrío le recorriera la columna. La mirada que le dedico a continuación realmente la había puesto nerviosa. Imponente, el pelirrojo ingreso a la habitación, cerrando sin dudar la puerta a sus espaldas.
La observo sin reparos posteriormente, sus ojos parecieron atravesarle el cuerpo en la medida que recorría cada parte de su aspecto.


¿A dónde diablos pensaba ella que iba así vestida?

Escuela de PervertidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora