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El pelirrojo se despertó abruptamente en ese momento. Pero la presión en su entrepierna no le permitió moverse con libertad. Una respiración jadeante, un sudor frío y aquel rubor en su rostro evidenciaban la circunstancia que rodeaba su situación.
Un sueño húmedo, que había sido más intenso de lo imaginado.

— M... Maldita sea —rugió para sí mismo. Cuando llevo una de sus manos hacia su frente a modo de reprimenda, apretó los ojos con cierta frustración y se sintió enfermo por un momento. Ese fue el quinto día seguido en el que su pecaminosa imaginación le había jugado ese tipo de broma.

Tras haber entrado en razón, o al menos intentado hacerlo, observo el reloj un momento, aún faltaba hora y media para que la alarma sonara, ya tenía otra cosa por lo que maldecir en ese momento.
Se puso de pie con dificultad, la tensión en su entrepierna se vivió aún más dolorosa una vez se puso de pie, quizá todo se solucionaría si simplemente se masturbaba. Pero no podía, no debía.
No luego de un sueño así.

La fría ducha resulto ser más larga de lo que le hubiese gustado, pero fue la única manera de que su "problema" se solucionara con rapidez. Tras concluir y luego de vestir su uniforme escolar, se dispuso a ir a desayunar con su familia. Aunque solo se encontró con una madrugadora abuela Chiyo disfrutando cómodamente de un té, mientras leía un libro con suma atención.

— Buenos días abuela —hablo con suavidad aun desde la escalera, una vez se hubo acercado se encorvo ligeramente para besar con notable afecto la frente de aquella mujer, se sentó frente a ella a continuación, no sin antes servirse una buena taza de café. Sin embargo, la calma inusual pareció llamar su atención — Abuela... ¿Dónde está Yumi? ¿No se ha levantado aun?

Aquello no sería extraño, la pequeña rubia, su hermana menor, tenía el mal hábito de despertar tarde. No obstante, un extraño presentimiento había surgido en él, una incomodidad espantosa, quizá debido al sueño que había tenido la noche anterior. Sus ojos divagaron a continuación por el asiento que debería estar ocupando aquella chica, pero ...no pudo pensar más.

— Oh? Yumi, esa niña. — se quejó la anciana— Salió con unos amigos suyos ayer, y por la tarde me aviso que pasaría la noche fuera. Dijo que iría a la escuela desde allí, Naomi le prestaría un uniforme —concluyo, aquella mujer parecía ligeramente enfurruñada en ese momento.

El pelirrojo por su parte, casi sin darse cuenta, dejo la taza, que hasta entonces bebió con aparente calma, algo bruscamente sobre la mesa, el fuerte sonido hizo que la abuela diera un ligero brinco.
Una pequeña vena podía notarse resaltar en el cuello de aquel chico, que trataba de mostrar su semblante calmado habitual.

— Ya veo...Naomi —respondió sin más en la medida que se puso de pie.

A diferencia de su abuela, que podía llegar a creer esa vaga excusa, Sasori realmente sabia donde podría haber estado metida esa mocosa. Probablemente fue a alguna fiesta y se emborrachó hasta el punto de terminar jugando con el primer idiota que le llamara la atención.
Estaba más que seguro que ese día, tendría que arrancarle el pene a dicho idiota.

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Faltaba alrededor de media hora para que las campanas, que indicaban el inicio de las clases, sonaran. Un automóvil deportivo se estaciono a continuación frente a la imponente edificación y una joven de cabellera rubia no tardo en descender desde el asiento del acompañante.
La muchacha tenía buen aspecto, un cabello rubio brillante, un rostro suave con rasgos delicados y una figura de reloj de arena bien proporcionada. Mostraba una sonrisa tranquila, y su uniforme estaba bien acomodado.
Agradecía que la jaqueca producto de la fiesta anterior no hiciera mella en su cuerpo en ese momento.

No mucho después unos fuertes brazos rodearon su pequeña cintura, y pudo sentir como con un ligero jalón aquel individuo la aprisionaba contra su cuerpo. Sintió el calor del aliento de aquel chico contra su piel en ese momento. Permitió que una tonta risita se escapara de sus labios. Mas sin embargo, cuando el propietario del vehículo trato de besarla, aparto delicadamente su rostro.
Aquel gesto pareció emocionar al muchacho de cabellos blancos.

— A-ra-ta... Estamos en público dulzura —comentó, en tanto en un ágil movimiento terminaba por voltearse entre los brazos de aquel chico para de ese modo estar con sus rostros frente a frente— ¿Es que no estas satisfecho? —pregunto en un tono suave, sus brazos rodearon entonces el cuello contrario en tanto mantenían la cercanía de sus cuerpos.
El chico sonrió en consecuencia, sus ojos mostraron un brillo atrevido cuando se animó a devorar los labios de aquella muchacha.
Sin embargo, los ojos de la fémina no mostraron un real interés.
Sus alientos se rozaron a continuación, la cercanía en sus rostros era milimétrica. La voz del albino, resonó nuevamente.

"Me tienes loco"

Yumi contuvo su expresión en ese punto, este bastardo era realmente gracioso. Sin embargo, todo el escenario planteado termino con absurda brutalidad.
El cuerpo de aquella chica fue arrancado repentinamente de los brazos de su contrario. Lo siguiente que supo fue que el albino termino en el suelo con la nariz indiscutiblemente rota.

— Mantén tus garras alejadas de mi hermana. Estúpido idiota —rugió aquella repentina presencia que desconcertó súbitamente a ambos individuos, la expresión de Yumi se contrajo por un momento. Pues todo aquello realmente fue un resultado inesperado.

— ¿Sasori? — la chica no pudo continuar, para entonces estaba siendo arrastrada al interior de la institución por aquel pelirrojo furioso— Hey! Sasori! ¡¿Qué diablos ha sido eso?! —soltó, elevando entonces la voz, pero no obtuvo respuesta.

El mayor estaba hecho una furia en ese momento, ni había rastros de su calmada expresión habitual, aquella que solo podía ser perturbada por su imprudente hermana menor, realmente, todos aquellos juegos... ¡¿Es que no podía mantener su estúpido libido bajo control?!
El cuerpo de la rubia fue arrojado al interior de un salón a continuación, el mismo se hallaba vacío.

— ¡¿Qué diablos dices?! ¡¿En serio me preguntas eso o simplemente es que no sabes lo que es la vergüenza?! —grito a continuación, sus ojos enrabiados parecían querer destrozar el cuerpo femenino— ¡Ya termina con tus estupideces! ¡O al menos intenta disimularlas! —continuo, revolviendo de ese modo su propio cabello. — ¿qué crees que piensa la gente que te ve desde fuera? ¡¿Tan poco amor propio te tienes que debes acostarte con personas distintas cada día?!

Rudo, directo, e inexplicablemente hiriente. Aquel chico consiguió calmarse solo tras notar la expresión algo sombría de su menor, pero... Contrario a lo que esperaba, una sínica risa fluyo desde su garganta.

— ¿Terminaste? —pregunto, aquellos verdes y apagados ojos observaron con notable desdén al chico frente a ella, se cruzó de brazos a continuación. — Dime una cosa... ¿por qué debería avergonzarme disfrutar mi vida sexual? — Sasori, vacilo— ¿Por qué debería importarme lo que otros piensen o siquiera porque te interesa a ti? No hago nada ilegal, y tomo las medidas de seguridad adecuadas. Si al resto del mundo le molesta como manejo mi vida privada, no es asunto mío. Incluso si a ti te molesta no me importa en lo absoluto. Es mi vida, mi cuerpo. No el tuyo.

Las palabras de la chica cortaron el aire por un momento, se aproximó a continuación hacia su hermano y presionó su dedo contra aquel firme pecho, la molestia en ella parecía ser casi palpable, Sasori, se sintió verdaderamente incomodo entonces.

— Eres el único que armo un numerito innecesario allí afuera. Tu deberías estar avergonzado. Si no te agrada. Simplemente no mires. Sinceramente me importa una mierda lo que tu o cualquiera piense de mí.

Concluyo así, tan súbitamente como todo inicio.
La rubia por entonces podía notarse echar humo, en la medida que avanzaba por los pasillos conduciéndose hacia su respectivo salón. No mucho después consiguió calmarse, y cuando se aventuró a ingresar a la clase, el silencio se hizo presente a su alrededor.

Había algo que tenía que reconocerle a su hermano en ese momento, era cierto que a la gente le encantaba inmiscuirse en asuntos ajenos. Los comentarios despectivos podían oírse aun entre ligeros murmullos con cada paso que daba.

>> Ahí viene la puta <<

Risitas poco disimuladas y miradas cargadas con dejes de superioridad podían notarse entonces dirigidos a la muchacha. Pero a ella, tal como había dicho, no podía importarle menos.
Se ubicó poco después en su asiento, y solo sacudió el pupitre que por entonces se hallaba escrito con innumerables insultos hacia ella.
Solo pudo reír por lo banal e infantil que resultaba.

— Oye, ¿así que se acostó con ese sujeto en la fiesta de ayer?

— ¿En serio? ¿Pero no estaba saliendo con el idiota de tercero? Es una verdadera puta.

"Zorra, barata y asquerosa"

El cuchicheo tras suyo comenzaba a ser molesto. Los insultos volvieron a hacerse presentes, las bromas despectivas y sobre todo ese sentimiento de superioridad que aquellas chicas intentaban mostrar desesperadamente en busca de hacer que la rubia se sintieran menos.
Aquello, solo volvió a causarle gracia.

— Hay dulzura, por favor, deja de halagarme así, harás que me ruborice —comento con suavidad en la medida que, en un movimiento cargado de elegancia, volteaba a ver a aquel pequeño grupo— ¿por qué no le preguntas a tu novio si soy realmente barata o si le resulto asqueroso? —comento, divertida. Las expresiones que le fueron dedicadas le resultaron un deleite.

La chica a la cual le fue dirigido el comentario no tuvo tiempo de reaccionar, pues no mucho después el profesor hizo su aparición evitando la reacción violenta que surgiría en cualquier momento.
Kakashi Hatake, el profesor de biología, referente de aquel curso.
Mostraba una expresión cansada, sus ojos ligeramente adormecidos en conjunto con aquel cabello plateado arrancaban más de un suspiro de las adolescentes de aquella clase. Quizá era lo único interesante de toda la lección.
La rubia no quiso disimular su interés pues había estado tras la pista de ese atractivo hombre desde hacía un tiempo.
Pronto los exámenes finales se acercarían. No sería mala idea tener un as bajo la manga.
Sus miradas se encontraron a continuación, y los rosados labios de la fémina se curvearon en una traviesa sonrisa.

Escuela de PervertidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora