Brillo

38 1 0
                                    


[La transmisión es comprensible a partir de estas líneas. Todo lo demás es estática.]

Recuerdo la luz.

El reflector de repente apuntó hacia abajo, encontrándote en medio de la multitud. Tu vestido rojo se convirtió en un prisma que lanzó destellos de color hacia todos los rincones del salón. El mismo matiz de rojo que adornaba tu vestido también estaba presente en tus labios, tu cabello, y hasta en tus mismos ojos. Eras como una hermosa y misteriosa fogata que se acercaba hacia mí lentamente. Y cuando tomaste mi mano, Raja, pareció que todos mis problemas desaparecieron. No había guerra. No había muerte. No había sufrimiento. Estábamos solo tú y yo.

La luz de tu vestido pareció envolvernos a los dos, como si estuviésemos bailando dentro de una brillante aura escarlata a la que nadie se podía acercar. Me sentía ridículo usando mi monótono uniforme militar, el cual parecía no tener ningún color en absoluto. Era casi como si lo hubiesen diseñado para ser incapaz de reflejar sentimiento alguno. Parecíamos una de esas viejas películas donde casi todo es a blanco y negro a excepción de un único personaje, el más importante. Cuando lo pensé de esta manera sonreí, y tú sonreíste también. Oh, Raja, ojalá supieras cuánta esperanza me da pensar en tu sonrisa. Me recuerda que estoy peleando por ti, no por el rostro pintado al centro de todas nuestras banderas.

Preferimos no hablar de nada, porque sabíamos que cualquier tema iba a remitirnos hacia el futuro, y hacia los problemas. A nuestro alrededor había gente llorando; a veces el marido, a veces la mujer, a veces ambos. Algunos se gritaban en medio de la pista de baile. , disfrazando su tristeza de enojo. Otros simplemente estaban callados, observando desde las mesas, esperando un momento que nadie quería ver llegar.

Fue entonces cuando el Capitán llegó a hablar con nosotros...

[Comienza a respirar más fuerte, está enojado.]

"Maldita sea, Viktor, parecen soldados de juguete bailando con muñecas" – me dijo, dándome una palmada en la espalda como si fuésemos viejos amigos.

Podía sentir el vodka en su aliento llegar hasta mi nariz. De no estar tan enojado, probablemente me habría sentido enfermo. ¿Era aquél hombre quién nos llevaría tras las líneas enemigas en Plutón? No era más que un ebrio miserable a quien le encantaba ridiculizarnos, recordándonos constantemente lo absurdo de nuestra situación. De no haber sido nuestra noche de bodas, seguramente lo habría golpeado hasta dejarlo inconsciente.

Pero en lugar de eso sonreí.

"Buenas noches, Capitán. Ella es mi no...esposa, Raja"

Extendiste la mano (por pura cortesía, supongo), sonriendo. Pero fue entonces cuando el Capitán comenzó a burlarse de ti. El Capitán. La representación de los valores y virtudes de nuestro amado Régimen manifestados en un hombre.

"Niña, ¿a quién le robaste el maquillaje, a tu madre? Ja. ¿Quién usa rojo en su noche de bodas? Si fueses un poco mayor, niña, sabrías que eso es de mala suerte"

[Oprime los dientes.]

Si no hubieran llegado esos dos cabos a escoltarlo fuera de ahí, te juro que en el acto le habría roto la mandíbula. No me habría importado que me hubieran ejecutado al día siguiente. Ya me habían quitado mi juventud, a mis amigos, mi inocencia, y todo aquello que era bueno para mí. Ahora querían quitarme también el pequeño consuelo que traía consigo nuestra noche de bodas. Estos dictadores no tienen llenadera; creen que son dueños tanto de tu cuerpo como de tu alma

¿Acaso con esto querían comprarnos? "Oye muchacho, yo sé que tienes solo diecinueve años y una vida entera por delante. Probablemente tengas sueños, esperanzas, y una familia a la que querer. Pero, porque un hombre de setenta años al final de su vida así lo desea, tendrás que ir a morir a otro planeta, lejos de toda tu familia, tus sueños y tus esperanzas. Solo espero que no te moleste"

BrilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora