Gottfried Leibniz

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La semana transcurría tranquila pese al calor invasivo en el ambiente, las tareas vacacionales se acumulaban con el paso del tiempo y los entrenamientos eran arduos, pero siempre terminaban entre sonrisas con una paleta helada de sandía o melón.

En tres días partirían a Tokio y los nervios lo invadían al pensar en eso, pensar que enfrentarían equipos realmente fuertes le revolvía el estómago aunque solo fueran partidos de práctica; aún así Asahi se sentía abrumado por los nervios. 

Sin embargo había encontrado algo que le era de ayuda para disminuir sus constantes preocupaciones, un pequeño pasatiempo que se ajustaba bastante bien a su afable personalidad. Había encontrado un viejo libro de pastelería perteneciente a su abuelo, en el había encontrado recetas divertidas pero también notas a mano muy dulces, que describían la historia de amor que sus abuelos paternos habían vivido juntos.

Fue una sorpresa para el equipo cuando luego del entrenamiento del día había ofrecido galletas de nueces a todos, sin embargo nadie se sorprendió cuando dijo que las había preparado por su cuenta, después de todo Azumane Asahi era un chico muy dulce.

Y con cada página que pasaba mientras cocinaba llegaba a una nueva parte de los relatos, le generaban felicidad y a la vez curiosidad ¿Podría él vivir también una historia tan bella? Cómo divagaba de más en esa idea no notaba como cierto libero de segundo año miraba con molestia a todo el mundo en un ataque de celos.

¿Por qué el As del equipo últimamente estaba tan ensimismado en sus pensamientos? ¿Por qué estaba aprendiendo a hacer dulces? ¿Acaso estaba practicando para el 14 de febrero? ¡Eso ni siquiera tenía sentido! ¡Estaban en julio! Sus murmullos y mal humor fueron detenidos por la pequeña manager rubia, quien le ofreció una sonrisa y una botella con agua.

Nishinoya-san ¿Está todo bien?

No, me siento molesto— si había algo que Yachi admiraba era la capacidad del libero para expresarse con total libertad, sin embargo no esperaba una respuesta tan... Espontánea.

¿Eh?— en medio de su típica confusión obtuvo una respuesta malhumorada entre un susurro.

Me molesta que llame tanto la atención, todos saben que Asahi es genial ¿Porque recibe tanta atención de repente? Son solo unas galletas

Noya-san... ¿P-podría ser que estés celoso?

—¡Claro que no!— Cubrió su rostro con su antebrazo, lucia ligeramente avergonzado—  ¿Cómo debería explicarte? ¡Ah! ¡Asahi-san es realmente molesto, pero no se como decirlo!— Se sentó en el suelo del gimnasio, casi parecía un niño haciendo un berrinche gracias al pequeño puchero que adornaba su rostro.

S-se que no es mi incumbencia pero quizás deberías hablar con alguien, pareciera que estas... frustrado— Yuu se quedó mirando el rostro de la manager en completo silencio, analizando sus palabras.

Tal vez tienes razón— tras respirar profundamente se levantó de un salto y puso una de sus características sonrisas llenas de confianza —Así que esta decidido, te acompañaré hoy a casa.

El silbato del entrenador Ukai lo llevó a seguir el entrenamiento, dejando a la menor procesando sus palabras, tardó unos segundos en reaccionar y el único motivo fue un balón que casi se estampa en su rostro —¿Eh? ¡¿EH?!— su cara de miedo fue tal que su ahora novio corrió a su lado para ver qué había sucedido.

Hitoka-chan ¿Estas bien? ¿Que sucede?— la angustia reflejada en la mirada de Tadashi era genuina, incluso su ceño ligeramente fruncido hacía más evidentes las pecas de su rostro y aunque la rubia no lo dijo le recordaban al universo reflejado en el cielo nocturno.

Todas las formas del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora